Image: Antología de la poesía erótica española...

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Poesía

Antología de la poesía erótica española...

Pedro Provencio (ed.)

10 julio, 2003 02:00

Fresco pompeyano. Siglo I d.c.

EDAF. Madrid, 2003. 661 páginas, 20’95 euros

Pedro Provencio, autor de otra utilísima antología, Poéticas españolas contemporáneas, ha resumido en menos de cuarenta páginas su concepto del erotismo, los criterios de su selección, una breve síntesis de su evolución histórica, dividida en los períodos literarios tradicionales, y hasta una sucinta bibliografía.

Sin embargo, debe apuntarse desde un comienzo que no resulta claro el concepto o los límites del erotismo; que cualquier antología se rige por criterios personales en la selección de autores y textos; que es tarea difícil, en consecuencia, enjuiciar la labor de alguien que se ha servido de su buen gusto, de su perspectiva histórica y de sus lecturas, y que nadie puede hoy retener en la cabeza el volumen material del conjunto de la poesía española e hispanoamericana desde sus orígenes a quienes nacieron con anterioridad a 1960, límite que el autor se fijó. De ello podría deducirse la vulnerabilidad de semejante conjunto.

Sin embargo, el autor ha conseguido rebatir un tópico: la inexistencia de una poesía erótica hasta el Modernismo. Ello no es cierto, como no lo es el que no exista una tradición de memorialistas y de literatura autobiográfica por parecidas razones a las que se apuntaban respecto a la inexistencia del erotismo. Otra cosa es que nuestro erotismo resulte, por su calidad, comparable al de otras lenguas próximas, que no lo es. Por ello conviene agradecer al autor y a la editorial este hermoso libro, con buen papel y excelente disposición de los poemas en la página.

El lector encontrará lo esencial y algo más que le añade el autor de su personales lecturas. Hay períodos en los que la desproporcionalidad resulta evidente; incluso cabe decir que la literatura hispanoamericana, en su conjunto, no resulta muy favorecida. Se ha seguido en exceso el libro de Manuel Ruano, Poesía amorosa latinoamericana, de la prestigiosa colección venezolana Ayacucho, de 1994. Los poemas carecen de notas al pie y tampoco las necesitan. Pero algunas de sus afirmaciones en la breve nota introductoria pueden parecernos exageradas: "la poesía es el erotismo del lenguaje" (pág. 10). Ello le permite colocar, especialmente en el último período, a autores que "pusieron al escribir poesía [...] un impulso creativo que no debemos dudar en considerar erótico". El panerotismo, pues, rezumaría en la tradición poética, porque Provencio sigue los pasos de Octavio Paz (ausente del volumen por diferencias con quien detenta sus derechos), quien es, en buena medida, deudor de Bataille. Exagerada me parece la conclusión final: "el presente volumen contiene en realidad un solo poema de amor, coral y multiforme, un fragmento del interminable cantar dedicado a la única gesta compartida por todo el género humano". Incluso en esta antología "erótica" hay que distinguir el tratamiento directo, obsceno provocador, incluso naturalista, frente al sublimado, la mera insinuación; por no distinguir entre el heterosexual y el homosexual o el tratamiento dramático del humorístico.

Son diversos y encontrados los registros y dudosas algunas afirmaciones como la suposición de que las jarchas medievales, "delicados reclamos eróticos pronunciados por mujeres", puestos en relación con algunos poemas del Cancionero posterior -como en la poesía provenzal- tenían que ver con aspiraciones femeninas. Fueron obra casi siempre de hombres, como el género de las "albadas", que llega hasta nuestros días con otras connotaciones. Ciertamente el erotismo femenino, como tal, es reciente, aunque no justifique haber olvidado la figura de Juana Inés de la Cruz, por ejemplo.

Pero no es, frente a esta antología, hora de señalar ausencias; aunque sí quizás las de apuntar que algunas presencias parecen prescindibles (especialmente las de poetas hispanoamericanos del siglo XIX anteriores al Modernismo) y discutible la selección última y no tan última de los españoles (echamos de menos a Gimferrer). Por el contrario, como lectores, agradeceremos el esfuerzo que Provencio ha realizado, su amor a la poesía y el rescate de un erotismo que suscribieron los grandes poetas y, asimismo, los anónimos y aun los atribuidos y falsos. Nos hallamos, pues, ante un libro, tal vez exageradamente ambicioso, pero eficaz. El erotismo poético hispánico, desde los orígenes hasta nuestros días, puede obervarse en su evolución histórica. Existió. Hoy resulta más que evidente y es más amplio, aunque Provencio haya preferido los autores habituales de las perturbadoras antologías. Hay alguna que otra sorpresa, aunque menos de las que hubiéramos deseado.