Image: Estado de palabra. Antología (1959-2002)

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Poesía

Estado de palabra. Antología (1959-2002)

Rafael Guillén

25 septiembre, 2003 02:00

Rafael Guillén. Foto: Esther Falcón

Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2003. 394 páginas, 17’50 euros

Cien páginas de quizá algo prescindible material erudito preceden a esta amplia selección de la obra poética de Rafael Guillén, uno de los más destacados representantes de la otra generación del 50.

La formada por aquellos poetas, muchos de ellos andaluces, que no lograron integrarse en el grupo más prestigioso, el de Barral y Gil de Biedma, el de Claudio Rodríguez y Brines, el de ángel González y Caballero Bonald (sin olvidar al díscolo Valente). En cuatro partes divide Guillén su antología, disponiendo dentro de cada una de ellas los poe-mas en orden cronológico. La primera, "De límites y transparencias", es la más difusa desde el punto de vista temático. Incluye los poemas que pudiéramos considerar metapoéticos ("Sobre toda palabra" o el que da título al volumen), pero también otros que se refieren a los enigmas del ser y del mundo: "Introducción al misterio" , "La voz de lo invisible". Rafael Guillén comienza a escribir en los años 50, con una retórica muy de época; los sonetos vagamente redichos y las cancioncillas de entonces no anticipan del todo al excelente poeta que llegaría a ser. Con El gesto (1964) y, sobre todo, con Límites (1971) da un paso adelante del neorromanticismo intimista y desarrolla una compleja sintaxis que le permite adentrarse tras las apariencias, traspasar los límites del rea-lismo más gastado.

"Los alrededores del tiempo" se titula la segunda parte, del mismo modo que una anterior antología suya. Se incluye en ella el volumen reciente Variaciones temporales (2001) y una serie de poemas con razón famosos, como "Signos en el polvo", de Límites, todo el poema una única oración, con sus incisos y meandros, que representa bien el fluir, sin prisa y sin pausa, del tiempo.

Los poemas de amor se agrupan en "¿A dónde irá esta amor, ya sin nosotros?". La disposición cronológica de cada parte nos permite observar repetidamente la evolución del poeta. Los sonetos de Pronuncio amor (1960) a veces resultan involuntariamente cómicos. "Lloviendo estás, amor, sobre mi frente,/ agua de ti, tu lluvia más temprana" (dada la época no parece que el poeta quisiera aludir a lo que el lector algo malicioso piensa hoy al leer esos versos). Otra caída encontramos en el libro Moheda (1979), en el que el poeta se propuso escribir con todas las palabras del diccionario, demostrar al lector la amplitud de su léxico, sin miedo al ridículo. "Alguna vez, marenga, se atormenta/la hombría", comienza uno de los poemas. Y continúa: "Alguna/tal vez, marola, se sucede en vilo/el oraje, pelávica/potencia desde mí, montes a pulso/ de agua y espuma va...".

Si no un error estético, como el libro anterior, Mis amados odres viejos, con su tradicionalismo y su neo-popularismo, resulta un ejercicio de virtuosismo métrico en el arte menor perfectamente prescindible.

La última parte del volumen, "La configuración de lo perdido" (título ya utilizado en una antología anterior), reúne los poemas más claramente elegíacos. Destacan en esta sección, como en las otras, los poemas que proceden de Los estados transparentes. Con ese libro, publicado inicialmente en 1994 y en segunda edición muy ampliada en 1998, Rafael Guillén vuelve a ser el gran poeta que había demostrado ser en Límites. Los poemas de Los estados transparentes son poemas viajeros. Están fechados, y el autor se cuida de indicárnoslo, en los más diversos lugares. Corren el riesgo de incurrir en la convencional postal turística, pero el autor elude ese riesgo y los convierte en una meditación sobre la existencia, en un símbolo de la errancia del hombre. En el libro siguiente, Las edades del frío (2002), se acentúa, no siempre con fortuna, el carácter meditativo y se elimina la anécdota. Casi todas las secciones terminan con capítulos de Por el ancho y pequeño mundo, un libro de prosas viajeras del que no se ha publicado más que un breve anticipo. Prosa poética a menudo, aunque resultaría aventurado considerar a estas páginas como poemas en prosa: "Siempre recordaré aquella tarde en la que Brujas, gloriosa, exultante, se me ofrecía acicalada por el color de la lluvia". Con un ingenioso "Elogio de los aeropuertos" concluye, sorpresiva y significativamente, esta antología de un poeta viajero que no todas las veces ha acertado su camino, pero sí las suficientes como para haberse convertido en uno de los nombres imprescindibles de su generación.