Image: El idioma de Adán

Image: El idioma de Adán

Poesía

El idioma de Adán

Javier Cano

20 mayo, 2004 02:00

Javier Cano. Foto: J.C.

Premio Loewe Joven. Visor. Madrid, 2004. 76 páginas, 6 euros

"Variaciones sobre el tema de la nada", como uno de sus poemas, podría titularse El idioma de Adán, de Javier Cano (Jaén, 1973), un joven poeta que ha concurrido con suerte en la lotería de los premios: Andalucía Joven, accesit del Adonais, Vicente Aleixandre, etc. etc.

Hace falta habilidad retórica para ir desgranando poema tras poema sobre un asunto del que parece hay poco que decir. Cano demuestra cumplidamente poseer esa destreza. Y tiene además el valor de añadir una irónica "Coda", un último poe-ma que pone en cuestión todo el artificio que acabamos de leer: "Quizá todo lo escrito no sea más/que un juego de palabras habilmente/ reunidas, o esa extraña decepción/ de truco descubierto entre los dedos/prestigitadores". ¿Son un juego de palabras, un truco que trata de dar visos de trascendencia a la vaciedad estos poemas que prescinden de la anécdota, que quieren reducirse a lo esencial? Tras la advertencia del propio autor los releemos de otra manera, sin dejarnos llevar por la música de las palabras, por el ritmo del endecasílabo que caracteriza al libro. Comprobamos entonces que no escasean los poemas que no resisten una lectura atenta. El titulado "última escena" puede servir de ejemplo: "Por desacostumbrarte la pisada/del suelo, te descalzas y caminas/ sin prisa por la arena, manteniendo/un extraño equilibrio con la espuma/ que se detiene en ti, que poco a poco/acumulan tus pies, como partículas/de caspa en los zapatos, para luego/quedarse en polvo y desaparecer".

El poeta -o el protagonista poemático, para decirlo más rebuscadamente- pasea descalzo por la playa. ¿Y qué sucede a continuación? Pues que mantiene un extraño equilibrio con la espuma que poco a poco van acumulando sus pies "como partículas de caspa en los zapatos", para luego -el poeta, la espuma o la caspa, no sabemos bien- "quedarse en polvo y desaparecer". Habría ganado El lenguaje de Adán con una drástica poda. Javier Cano acierta a veces con la necesaria concisión epigramática que el tema requiere, pero le pierde su apuesta por la insistencia, su deliberada apuesta por una aparente despojamiento anecdótico. En la "Coda" que citábamos al comienzo, el poeta abandona su empaque metafísico y adopta un lenguaje coloquial: "quizá todo/no sea más que eso y, por lo tanto,/convenga abandonarse hacia las cosas/ de siempre: un buen partido; una película/de vídeo con refresco y palomi- tas;/la música de Silvio; un buen programa/de radio o ese libro de Galdós/inadvertido entre los de informática". La vida cotidiana como refugio ante la falta de trascendencia.

Entre las citas con que Cano adorna su libro no faltan unos muy repetidos versos de Hierro, de los que la mayoría de los poemas parecen una imposible variación: "Qué más da que la nada fuera nada...". El idioma de Adán: retórica sobre la nada. Una lectura exigente habría dejado el libro en un puñado de poemas que ganarían desprendidos del resto. Pero que no tendrían el número de versos necesario para concurrir a un premio.