Image: Mono aullador

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Poesía

Mono aullador

Eduardo Jordá

29 septiembre, 2005 02:00

Eduardo Jordá. Foto: Archivo

Premio Ateneo de Sevilla. Algaida. 78 pp, 12 e.

Los libros de poemas de Eduardo Jordá son algo más que libros de poemas. Tienen siempre un poco, o un mucho, de libros de viajes, de galería de retratos, de ficción autobiográfica. Están llenos de lugares, de gente, de anécdotas bien contadas. No les falta ninguna de las características de la buena prosa -y la de Jordá es de las mejores-, sin dejar por ello de ser poesía. Hay pocos poetas en lengua española a los que pueda comparársele.

Mono aullador constituye un buen compendio de su manera de hacer, tan llena de referencias (la nota final aclara algunas de ellas), tan ajena a la poesía pura y tan verdadera poesía, sin embargo. Comienza con un borgiano -pero nada mimético- "Acción de gracias": "¿A quién daré las gracias/por el azar que trajo hasta nosotros/la frágil ebriedad de los sentidos,/y nos dejó perplejos, casi incrédulos,/porque nos convenció de que este mundo/conservaba el honor y la cordura?". Siguen luego la recreación de un cotidiano Paraíso ("Otra vez aquí"); el relato de un raro viaje ("En 1993, en el séptimo año de su muerte,/ mi abuelo fue a ver a Dios" comienza "Una visita"); la semblanza, en forma de monólogo dramático, "Tim Buckley (1947-1975)"; el epitafio a Vicente Tortajada; los dos poemas dedicados a los muertos del 11-M, "Sanaa ben Salah" y "Las fotos", de sobria y estremecedora intensidad; la evocación de "Drumcliff", el pueblo de Irlanda en que está enterrado Yeats; el contrapunto de un haiku: "Noche de junio./Las ranas nos despiden/ebrias de estrellas".

¿Poesía a la que a veces el peso de la anécdota impide alzar el vuelo? Pocas veces ocurre eso. Poesía la de Eduardo Jordá que aspira a ser, por lo menos, buena literatura, amena y emocionante literatura. Y siempre lo consigue.