n Mi primer libro de poesía fue uno de Gloria Fuertes. Corría 1980. Incluía un hada acaramelada ("de pequeña atolondrada") y un fantasma que se bebía el orbayo ("cuando orbayaba"). Isla ignorada (Torremozas, 2007) fue el primer libro de poesía de Gloria Fuertes. Corría 1950. Más de medio siglo después, sus poemas conservan íntegra la música insolente, el ritmo brutal: "Hoy tengo el alma llena de lluvia, / tiene perfume de lluvia mi alma" ("Lluvia en el alma"). Poesía-intuición contra la razón sobrevalorada.

n Inés Toledo se ha cansado de jugar con Barbie Princesa de Ensueño. El final del cuento (Universos: 2007) es corrección de una mitología políticamente aberrante: "La Reina también sabe / que a su torre, a su vida / no vendrán caballeros a galope / para cambiar la historia. / Mientras tanto, / en el bosque, / hay quien vive feliz con enanos idiotas" ("Blancanieves"). Hoy tienen la palabra las que ayer ni siquiera tenían voz. Otra poeta que ha cambiado a Perrault por Simone de Beauvoir. Como todas nosotras.

n Triste, pero cierto: aún quedan despistados que no han leído Juno y Ganimedes, el hiperculto e hiperdivertido poema rococó del inefable Christoph Martin Wieland (Bartleby, 2007). Para remediar esta penuria, Ibon Zubiaur lo edita con un prólogo que es alta costura en un mundo de trapos: en el profeta de Goethe, rastrea la protohistoria de la homosexualidad, la pornografía o el feminismo del siglo XXI, y, muy barthesianamente, nos recuerda que "[aunque] la mitología de referencia ya no es la grecorromana, […] a cambio proliferan otras como la de Tolkien o la Liga de Fútbol" (p. 18). Un libro para leer de principio a fin.

n De acuerdo: De cómo ya no duermo sola (Editora Regional de Murcia) evoca en seis palabras a Bridget Jones y su progenie chick-lit. Pero en los poemas de Elia Saneleuterio se experimenta la extraña reinvencion de un romanticismo sin complejos ni simplezas. Sus versos son anómalos, interesantes. El rosa tiene matices. Poesía de rara madurez y sorprendente inocencia.