Image: Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprender

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Poesía

Una oscuridad brillando en la claridad que la claridad no logra comprender

Carlos Fonseca Grigsby

17 abril, 2008 02:00

Foto: La Residencia de Estudiantes

Premio Loewe Joven, 2008. Visor. 84 páginas, 15 euros

Una línea del Ulises de James Joyce da título al primer libro de este jovencísimo poeta que obtuvo hace unos meses el Premio Loewe Joven. Carlos Fonseca Grigsby (Managua, 1988) ha escrito los poemas de este libro entre los 15 y los 18 años demostrando un don expresivo poco común y una madurez poética sorprendente que nos convence de que estamos ante los primeros pasos de un auténtico poeta. Insertos decididamente en la tradición de la vanguardia, estos poemas desbordantes de imaginación verbal aciertan a menudo en su vocación de hondura, más allá de lo que en algunos momentos se evidencia de tanteo, de automatismo verbal de corte surrealista y de homenaje a las propias tradiciones, empezando por el título mismo y contando con los numerosos guiños intertextuales que se van sucediendo -a Rimbaud, a Neruda, a Pessoa, etc.-. La elección del verso amétrico, a menudo en versículos, propicia una libertad expresiva sobre la que se sostienen un dominio del lenguaje, una tensión y una gracia imaginativa que se nos ofrecen como el fluir natural de esta nueva voz.

Claro está que resulta inevitable cierta impostación de un protagonista poético que necesita insistir en la queja existencial o la expresión melancólica y desengañada, como este nerudiano "Y yo me canso de ser hombre" que da el tono en los albores del libro, pero se nos impone lo otro, la capacidad de crear imágenes certeras y a la vez sorprendentes, la potencia intuitiva y, en definitiva, la autenticidad de esta poética personal.

Convencen los poemas de Carlos Fonseca porque ha sido capaz de construir a lo largo de este primer libro la conciencia de un sujeto poético autónomo y ya muy consistente -"El mundo es el sueño que se escapó de mi cráneo/ y se desnudó en el río de la materia.// Las cosas ya escriben su poema en Mí"- y ello desde la clara conciencia de la edad, no sin humor: "La virginidad de mi alma se evaporiza/ para después transformarse en una única lluvia:/ Nadie se toma la vida en serio a los diecisiete". Fonseca demuestra que sabe lo que se trae entre manos, hable de la poesía, del amor o de la relación con las realidades cotidianas, porque sabe que la poesía es, ante todo, cuestión de palabras, y que se trata de acertar a urdirlas para que veamos su "pecera con agua de clepsidras" o esa ciudad llamada "melancópolis": "Pero nadie se ha ido y en mí no existe el eco de ningunas palabras.// Tengo de dónde escoger:/ La Soledad, La Vida, La Muerte, El Amor o la política (como sigue de moda hoy).// Pero este tono tan ajeno a Mí". Y sabe también que, más allá de esas palabras, de esas bellas o no tan bellas imágenes que es capaz de inventarse, lo que el se está jugando es otra cosa, difícil de decir y sin embargo simple: "Siempre detrás del poema, muy bello, está la vulgaridad de los hechos; siempre detrás de la nada, habrá otra nada; siempre detrás del siempre, hay un tiempo que corre y que se acaba". Como poeta tempranamente lúcido que es, este poeta que cierra su libro buscando reinventar la soledad sabe que se las juega con el Tiempo, el verdadero protagonista de este libro.

SECRETOS

-en ese momento

en que aún no sos poema

y podéis temblar sin yo antes

haberte dado el temblor

-en esos instantes

en que todavía soy tu dios creador

de sensibilidad extra-ordinaria

y espléndido don literario

Cuando tu boca ante mí

es simplemente tu boca;

eso no se entrega a la literatura

Ese gozo es mío.