Álvaro Salvador. Foto: Jesús Morrón
Se reúnen aquí poemas que presentan variedad de formas -como silva libre, haikú, poema en prosa, cuartetos de alejandrinos con rima en los pares- y asimismo responden al criterio de la diversidad si se atiende a su estructura compositiva, pues hay casos en ellos de monólogo dramático -"Monólogo del Caballero Jedi"- o de desdoblamiento del yo en tú -"El muelle de Matthews Beach", "La canción del Outsider"-, hay algunos textos de tonalidad narrativa, pero otros y nada diferente sucede con la sintaxis, que va de su uso habitual a su casi abolición en las series nominales de "El pornógrafo", además de que todo el conjunto se fragmenta en cinco secciones. Ahora bien, pese a esa diversidad, los poemas de
La canción del Outsider conforman, sin embargo, una unidad, marcada, entre otras cosas, por el transcurso de un lapso de tiempo -"Madrugada" se titula el poema inicial y "Nocturno de Nueva Inglaterra" el que cierra el conjunto- y también por un uso mantenido de la personificación de los elementos de la naturaleza -"gandul se despereza / el Lago Washington", "el silencioso trazo de las aves / lo escribe para ti", "Medio dormida, / parece esta mañana", "Esta luna me mira con tus ojos, madre", por poner sólo algunos ejemplos-. Importa señalar esto porque habla de la pericia para no restringirse a un único registro, del conocimiento de la escritura de álvaro Salvador (Granada, 1950), autor de varios libros de poesía, también de novela y, naturalmente, dada su condición de catedrático de literatura hispanoamericana, de estudios literarios.
Unifica también el conjunto la voz del "outsider", alguien que confiesa que siempre le gustó estar "atrás, discretamente situado, entre bambalinas", posición alejada de la primera fila que, por otra parte, le permite ser un observador de las cosas. Ello habla de discreción y una cualidad semejante se proyecta sobre la escritura de estos poemas. Por ejemplo, cuando se homenajea a otros escritores, a Bécquer, a Gil de Biedma -su "Albada" se rehace aquí en "Alborada", incluida la calificación de "cabrones" para los primeros pájaros que cantan y anuncian la separación de los amantes-, entre otros.
La temática está bajo el signo general de la variación: la memoria de lo vivido con sus inevitables pérdidas, el retrato, lo imaginativo -"He soñado que sueño / y en el sueño yo entro"-, el amor o el deseo, el relato de la vida de otros. El "outsider" parece confundir lo propio con lo ajeno y, si explica que no fue "un guerrero en la cordillera de los Andes", ni un sacerdote de Sechín, concluye que lo leyó, que lo tuvo que creer, de manera que lo uno y lo otro es experiencia. De esa experiencia da cuenta de manera eficazmente poética este libro.