¿Se imagina alguien la campaña por cielo, tierra y mar que se habría desatado si el titular que encabeza esta columna fuera cierto? Si una concejala y senadora del PP hubiera convertido el enchufe para coches eléctricos del Ayuntamiento de Talavera en su electrolinera particular y casi una semana después ni hubiera dado explicaciones convincentes, ni dimitido ni cesado, el asunto sería escandaloso. El escándalo en los medios y en la calle sería de época, y los rasgados de vestiduras dignos de las escenas de la Pasión Nuestro Señor Jesucristo narradas por Gabriel Miró. Pero no, no teman, no pasa nada, la concejala y senadora del enchufe es del PSOE. Y que nadie se altere y se preocupe demasiado porque ya hay medios para los que no existe la noticia y otros en los que nunca apareció, ni nunca aparecerá. Es la vara de medir que desde la izquierda se aplica sin ningún rubor ante cualquier escándalo.
Si mis informaciones son ciertas, el Ayuntamiento de Talavera no tiene ni un solo vehículo eléctrico de servicio municipal, algo que justificaría el gasto producido por el coste de una instalación, en la que tampoco hay ninguna forma de control de usuarios. Cualquiera que tenga acceso al aparcamiento, y los veinticinco concejales del Ayuntamiento lo tienen, puede sin más enchufar su coche, como la concejala y senadora Montserrat Muro, y repostar a costa de los impuestos de los talaveranos. En fin la cosa no tiene un pase y hasta ahora, lo poco o nada que se ha dicho desde el Ayuntamiento no ha convencido nada más que a los muy cafeteros y esos, ya se sabe siempre estarán convencidos.
Y es que en los tiempos que corren, cuando un coche eléctrico no está ni mucho menos al alcance de cualquier currito que tiene que hacerse todas las mañanas unos cuantos kilómetros para ir a trabajar y el precio de la gasofa por las nubes, que alguien disponga de un enchufe en el que no corre el contador es uno de esos chollos que luego con toda razón, los que venían a regenerarnos y luego se les cruzó un chalet con unas condiciones irrechazables, achacaban a la casta política, de la que también prometían librarnos por el bonito método de ponerse ellos en su lugar. En fin, que está tardando doña Tita, esa alcaldesa tan simpática y que tan bien sabe saludar a sus paisanos, aunque el otro día se olvidara de inaugurar la exposición de cerámica del amigo Arsenio, en dar explicaciones y algo más, sobre el surtidor particular de doña Montserrat Muro.