La presencia de los poderes públicos en los ritos católicos es una constante que se transmite por todo el país. Así, resulta frecuente ver a sus representantes asistiendo a celebraciones varias, desfilando en procesiones, bebiendo en botijo las aguas de los aljibes catedralicios, o tirando cohetes en romerías. Corporaciones municipales en pleno, representantes de otras Administraciones, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y hasta el Ejército se “movilizan” para rendir honores a Cristos, Vírgenes y Santos. Una participación que tiene su culminación en Semana Santa.
El pasado Miércoles Santo se pudo comprobar, una vez más, en la procesión del Capítulo de los Caballeros Penitentes del Santísimo Cristo Redentor. Hasta el Monasterio de Santo Domingo el Real, en Toledo, se desplazaron para hacer un breve acto de presencia el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, y el expresidente de la Comunidad José Bono, pío a carta cabal. En las afueras del templo, también se encontraba a la espera de la salida procesional el presidente del PP regional, Paco Núñez, al que no puede negársele el don de la ubicuidad por la cantidad de lugares que visita. Tantos que a veces puede pensarse que cuenta con un doble para atender tal cantidad de compromisos.
La asistencia de dirigentes y cargos públicos a estas conmemoraciones tiene un objetivo bien distinto al que proclama en su carta pastoral el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, con motivo del 75 aniversario del Capítulo de Cristo Redentor. Un puro e interesado exhibicionismo ante multitudes que se acentúa en época preelectoral, y que permite a los políticos identificarse con el sentimiento de todas ellas, si bien de una forma bien distinta pues no todas las calles y templos se llenan de fervorosos creyentes. Un fardo de la tradición católica todavía demasiado pesado en este país que ancla a la ciudad con una historia de siglos. Una carga que los políticos saben muy bien utilizar en su propio beneficio aunque, cumplido el expediente, generalmente luego ninguno apechuga con el peso de la imagen en su recorrido por nuestros pueblos y ciudades. Eso queda para los más devotos.