La última edición de la pasarela Gran Canaria Swimweek by Moda Cálida cerraba con el desfile de un nombre que hay que retener y que va a ser cada vez más relevante en el espectro de la moda española: Elena Morales. Llevo siguiéndola desde hace un par de años. En su crecimiento. Especialmente en su crecimiento por el camino de la sostenibilidad y el ecodiseño en el que cree, crea y crece.
Lleva ya tiempo creando, con parámetros sostenibles entre los que se cuenta la producción de proximidad, en sus propios talleres de Telde, como ya lo hacía en sus inicios en las costas norteñas, donde vendía aquellos bikinis que ella misma cosía y que tenían un éxito que dejaba con la boca abierta a sus amigas. De ahí a trabajar con tejidos siempre con certificado ambiental que avalan procesos sostenibles en el ciclo de producción: el viaje ha sido eco y consciente, hasta terminar realizando incluso ella misma los cierres de los bikinis usando plásticos reciclados.
Además, presume de que sus tejidos secan entre 6 y 19 minutos. La colección presentada en Gran Canaria Swimweek by Moda Cálida se llama My Way y justo de un propio estilo puede presumir la creadora, que ha usado la inspiración de su lugar de origen para generar sus propios estampados en las prendas que acompañaban al baño, en el que ha incluido macramé.
Con estos mimbres, Elena Morales se ha ido abriendo camino y se le augura feliz porque ha encontrado no solo el discurso y la manera de hacerlo llegar. Ella ha hallado la manera de vender, algo que en ocasiones se critica a los diseñadores independientes españoles, que producen y venden poco. Lo hace a través de su propia web y de la plataforma. Es Fascinante.
Además, hace unas semanas me sorprendió también yendo más allá de sus trajes de baño, con la creación de calzado, gracias a la colaboración realizada entre la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) y Calzia, que agrupa a fabricantes de calzado de yute de Caravaca de la Cruz. A través de esa alianza, las sandalias y cuñas de Elena Morales han visto realizado otro de los anhelos de las marcas españolas: su internacionalización.
Porque en la última feria MICAM en Italia, la más importante de las dedicadas al calzado, estuvo presente y no solo ella, sino otros compañeros que también han participado del proyecto, generando modelos basados en el yute, como Ernesto Naranjo, Maison Mesa, María Lafuente, Javier de la Fuente, Devota&Lomba y Paloma Suárez.
Elena también lució sus modelos de calzado en la presentación que Gran Canaria Swimweek by Moda Cálida realizó en Copenhagen Fashion Week. Allí, y hablando de tejidos y de generaciones actuales, resultó tremendamente enriquecedor conocer un material nuevo, de nombre Circulose, que patrocinaba el espacio (y el programa) dedicado a los jóvenes creadores NewTalent. Desarrollado por la empresa sueca Renewcell en apenas dos años se ha situado como referente para el mercado de tejidos.
Y todo gracias al reciclaje de diferentes materiales textiles, especialmente de una de las prendas más solicitadas por los consumidores: los vaqueros. El tejido se elabora a partir de pulpa que se convierte en fibras que se introducen en la producción textil, con certificación orgánica, biodegradable y reciclable. Su eslogan es más que una declaración de intenciones: ”I used to be a pair of jeans” (Antes fui un pantalón vaquero).
En el espacio NewTalent mostraban el mecanismo y la fórmula para conseguir un hilo similar al de diferentes fibras y con mucha resistencia, que ese es uno de los grandes problemas de las fibras obtenidas del reciclaje: no siempre guardan características de durabilidad. Circulose cambiará las reglas del juego en la medida en que sea adquirido como materia prima por las grandes empresas de fabricación de moda. El objetivo de Renewcell es reciclar el equivalente a 1,4 billones de camisetas en este 2023. En España, la empresa catalana Hallotex y la cántabra Textil Santanderina, por poner un par de ejemplos, trabajan con el hilo de Circulose.
"Ni trampa ni cartón" podrían haber dicho las representantes de Circulose, que mostraban sus cartas a quienes participamos de aquel encuentro en el espacio de las nuevas promesas en CPHFW. Contra el greenwashing podrían haber proclamado también porque es una de sus preocupaciones, como lo es —o más bien pesadilla— para una industria, la textil, de una cadena de valor tan amplia, que no es tan complicado caer en él al pasar por alguno de sus múltiples e imprescindibles eslabones.
Esa misma preocupación la atisbé cuando conocí con más profundidad la marca de bolsos Ace Bags. El día en que me reuní con sus creadoras, Sandra Swinnen y Anna Rieu, una belga y una sueca residiendo en Madrid, entendí mejor su filosofía. Y no solo eso, sino su preocupación por asegurar que cuando hablaban de producto sostenible no dejaban ni un milímetro de honestidad en el bolsillo, nunca mejor dicho.
Ellas han logrado dotar a sus modelos de una modernidad y un toque de estilo verdaderamente llamativos. Nadie duda de que se trata de accesorios de alta gama. Y su materia prima es fruto del reciclaje. Recuerdo cómo triunfaron mostrándolos en un encuentro sobre sostenibilidad en la embajada sueca y semanas después tras la el Foro ODS y Empresa. Del propósito a la estrategia, organizado por Carrefour. Porque son realmente bonitos.
Pero a lo que iba, estas diseñadoras tienen la preocupación y ocupación por no decepcionar, por no vender lo que no es, por ser fieles a la realidad que significa utilizar fibras recicladas, especialmente Econyl, hilo reciclado procedente en gran medida de redes de pesca. Sus bolsos, de diferentes tamaños y con la filosofía clara de ser durables en el tiempo, pero también a lo largo del día, están llenos de compartimentos, para hacer las delicias de cualquier mujer que se precie, pero poniendo orden a la vida.
A eso se le llama sporty chic, o ecochic, aunque me quedo con ecopremium.