Bolaños-Belarra, el hilo invisible que mantiene unidas las costuras de un Gobierno en 'descoalición'
En los dos partidos del Ejecutivo existen dos almas: la que odia al otro socio y la que cree que ambos se necesitan mutuamente.
19 marzo, 2023 02:31Un mes después de firmar el primer Gobierno de coalición de la democracia, Moncloa divulgó una foto del Consejo de Ministros en la finca de Quintos de Mora (Toledo). Para el que no la recuerde ahí estaban todos, el presidente y sus 22 elegidos, con un aire familiar, como de barbacoa, con Pedro Sánchez en el papel de delegado de la clase y Pablo Iglesias con pinta de estar a punto de sacar la guitarra y encender las brasas con un mechero. Ahí estaban todos menos, quizás, las dos personas que más hicieron para que esa foto fuera posible.
El hilo invisible que tejió esa coalición no sale en la susodicha foto ni en ninguna de las otras de ese día, pero estaba ahí, detrás de las cámaras. Así ha sido un poco la tónica durante toda la legislatura, con Félix Bolaños a un lado e Ione Belarra al otro, resolviendo en la trastienda los problemas que surgen delante de los focos.
Así sigue ocurriendo en la actualidad, con una coalición de caras nuevas y rencillas viejas que poco tiene que ver con la de la finca de Toledo. Bolaños y Belarra, entonces Secretario General de Presidencia y Secretaria de Estado respectivamente, ahora ministros, siguen siendo el último puente en pie entre PSOE y Unidas Podemos.
"Es el teléfono rojo que está siempre disponible", resume una fuente cercana; cuando ha habido problemas en la coalición, dice, son ellos los que hablan, se sientan y los desatascan. No fue así con el mayor punto de choque entre los socios, la ley del sólo sí es sí, en la que ambos optaron por negociadores distintos. "Y así nos fue".
Aquella crisis se aparcó de aquella manera –dejando de hablar de ella– pero le siguieron otras, y ahí sí se activó el teléfono rojo. El ministro de Presidencia y la de Derechos Sociales llevan varios días manteniendo conversaciones recurrentes para evitar que la olla a presión en la que se ha convertido el Gobierno termine de estallar a dos meses de las elecciones autonómicas. La última de estas reuniones se produjo el viernes, en el peor momento de la descoalición, para cerrar acuerdos y preparar las novedades de la semana que viene.
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Fuentes de ambos lados del Ejecutivo explican que la "excelente" relación entre ambos se debe más a su carácter afín –"discretos, trabajadores, sin ganas de foco"– que a la cercanía ideológica, mucho más patente entre otros miembros del Consejo de Ministros. También a una cuestión práctica: ambos entienden la coalición de la misma manera.
"Hay una parte del PSOE que odia a Podemos y otra que entiende que nos necesitamos mutuamente. Félix es de estos, por eso es más fácil trabajar con él", resume una fuente conocedora de estos encuentros: "Es quien nos avisa de las cosas". De ella, desde el equipo de Bolaños recuerdan que ella "está más dispuesta a llegar a acuerdos" que otros miembros de los morados, en el mismo sentido.
Para algunos otros socialistas, levantar el teléfono de Belarra ha acabado por convertirse en una necesidad de mal gusto. El socio mayoritario de Gobierno, en general, siempre ha preferido discutir ciertos asuntos con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, pero la falta de liderazgo en su –proclamado– espacio político no sienta bien en Moncloa. En el lado morado la sensación es parecida.
La desconexión entre el resto del Gobierno se puede ver incluso en los aperitivos previos a los Consejos de Ministros, en los que Ione Belarra e Irene Montero se mueven últimamente al margen del resto. O la semana pasada durante el debate del sólo sí es sí, con las dos solas en la bancada azul ante el envite de los grupos.
Ese mismo día, tras la votación, la vicepresidenta se quedó bromeando con los diputados socialistas mientras la ministra de Igualdad salía del hemiciclo por la puerta opuesta, esquivando al resto del Gobierno y a la nube de periodistas del pasillo.
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Artífices de la coalición
El 12 de noviembre de 2019, dos días después de las elecciones generales, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias escenificaron su acuerdo de Gobierno con un abrazo en el comedor de gala del Congreso de los Diputados. Firmaron, se dieron una palmadita y salieron por la misma puerta. Al llegar al pasillo, cada uno por su lado, le pasaron el testigo a los que de verdad se encargarían de fraguar el primer Ejecutivo de coalición desde la II República.
Bolaños y Belarra empezaron desde ese momento a fraguar, desde cero y a contrarreloj, el diseño y la estructura de los nuevos ministerios, su organigrama y el final del acuerdo programático. "Iván [Redondo] y Juanma [del Olmo] se encargaban del relato, Ione y Félix ponían la gestión y la sala de máquinas", resume una persona cercana al tándem en aquella época.
Desde entonces, la solución Bolaños-Belarra se ha convertido en recurrente. Llevan su sello todos los Presupuestos Generales del Estado, sobre todo los primeros, y todas las leyes conflictivas que acabaron en acuerdo, y también todas las crisis de Gobierno que se enterraron en un cajón antes de que salieran a la luz. Habrá que ver con las que están por venir.