
José Manuel Albares, ministro de Exteriores, reunido con Kaja Kallas, Alta Representante de la UE, este miércoles, en la embajada de España en París.
Albares se reúne con Kallas en París antes del G5+, el primero de la 'era Trump' y con Urania pensando en 'paz por territorios'
El ministro español y la Alta Representante abordan, en la embajada española en París, la unidad europea en apoyo a Ucrania y en el conflicto de Oriente Próximo, además del diseño de la financiación del gasto en Defensa.
Más información: Rusia ataca Kiev a solo unos días de que los emisarios de Trump viajen a Ucrania para negociar el fin de la guerra.
José Manuel Albares y Kaja Kallas han mantenido una reunión bilateral este miércoles en la embajada de España en París, según han confirmado fuentes diplomáticas a este diario.
Durante su bilateral, de casi una hora, Albares y Kallas han intercambiado posturas sobre el apoyo a Kiev ante la guerra de agresión rusa y la situación en Oriente Próximo y ambos han coincidido en que "la unidad europea es fundamental" en ambos escenarios.
Ambos acuden a la capital francesa desde Bruselas para participar en el G5+, el núcleo duro de titulares de Exteriores de los cinco grandes de la Unión Europea, formado por Alemania, Francia, Italia, España y Polonia, para impulsar una seguridad y una defensa europeas. A la cita se unirán, para la cena de trabajo, los titulares de Exteriores de Reino Unido y Ucrania.
Este formato informal del G5+ se inauguró en noviembre, con una declaración conjunta, apenas una semana después de la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU.
Es la tercera cita de este formato, y la primera que coincide con Trump ya instalado en la Casa Blanca. Es decir, traduciendo en realidades los avisos, advertencias y amenazas que toda la UE se temía respecto de la relación transatlántica.
La Unión tiene que rearmarse y dotarse de una estructura propia de seguridad. Washington quiere acabar con la guerra en Ucrania cuanto antes, porque necesita concentrar sus esfuerzos (diplomáticos, económicos y sobre todo, geoestratégicos) en China y en Oriente Próximo. Y el nuevo viejo presidente de EEUU está imponiendo su visión del mundo a través del ejercicio de su poder comercial como arma de disuasión.
Y esencialmente, si Europa no quiere dejar de contra con peso en el escenario global, debe acelerar su proceso de "hacerse mayor", como trató de impulsar Josep Borrell en los cinco últimos años, en los que ocupó la oficina del Alto representante en la que ahora se sienta la ex primera ministra de Estonia.
El orden del día de la bilateral es un anticipo del de la reunión completa posterior. Se ha centrado, según ha podido saber este diario, en la arquitectura de Seguridad y de Defensa europeas. Albares y Kallas han abordado, en profundidad, los temas que ya centraron la reciente cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno convocada en formato de "retiro de líderes" por António Costa, presidente del Consejo.
El ministro español y la jefa de la diplomacia europea han debatido sobre cómo reforzar los mecanismos de seguridad y de defensa de la Unión, en colaboración con la OTAN. Además, se ha abordado específicamente cómo mantener la ayuda a Ucrania "mientras sea necesaria", especialmente en este nuevo contexto con el Gobierno Trump. Y sobre todo, se ha bajado a los detalles de los posibles mecanismos de financiación para el aumento del gasto en defensa.
Paz por territorios
Que Volodímir Zelenski haya reconocido, por primera vez, que estaría dispuesto a ceder una parte del territorio de Ucrania para lograr la paz cambia el paradigma en que se ha movido Europa en los últimos tres años.
El presidente ucraniano ha ofrecido a EEUU acceso a sus materias primas, como contratos "preferentes" en la explotación de sus tierras raras, para confirmar "garantías de seguridad" que no pueden ser únicamente europeas: "Sin Washington, las garantías no son tales", ha dicho.
Zelenski ha mandado este miércoles a Andrii Sybiha, su ministro de Exteriores, a París, para unirse a este nuevo G5+ con los de Alemania, Annalena Baerbock; Francia, Jean-Noël Barrot; Italia, Antonio Tajani; España, Albares; y Polonia, Radosław Sikorski. Y junto a ellos, como siempre, la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas.
Es la tercera cita de este nuevo formato que pretende impulsar la Europa de la Defensa, bajo el mando de los cinco grandes comunitarios y "siempre con Kiev de la mano". Porque Rusia es "el enemigo principal y más directo" de la UE. Y porque la vuelta de Trump a la Casa Blanca sí que es un verdadero cambio geopolítico.
La UE deberá hacerse cargo de Kiev, pero Zelenski a quien parece obedecer es a Trump. Entretanto, la Unión sigue discutiendo qué hacer, cómo hacerlo y con qué fondos.
No hay tiempo
Europa creyó que tendría más margen cuando, hace cuatro años, el demócrata Joe Biden logró desalojar al populista y autócrata republicano de la presidencia de Estados Unidos. Pero Trump ha demostrado lo contrario: regresando y haciéndolo con un poder omnímodo en el Congreso, que ejerce cada tarde firmando decretos ante las cámaras, con comentarios televisados: "Aranceles para todos, y que hagan mi voluntad o no los quitaré", es el mensaje.
A Ucrania le ha dicho que, tras charlar con Vladímir Putin, y por mucho que Biden le dejase un año de ayudas en armamento comprometido, EEUU también quiere que "la gente deje de morir". Que hay demasiados escenarios de conflicto a largo pazo en el mundo como para que Washington se vaya a querer concentrar en Ucrania. Y que para eso, ya tendría que estar la Unión Europea.
A la UE le ha tocado el castigo americano de lleno y de soslayo: de lleno, porque EEUU consume mucho acero y aluminio europeo, ahora cargados con una tasa del 25% para entrar en territorio yanqui. Y de soslayo porque, de momento, el mandatario de Washington ha preferido esconder la advertencia a su aliado natural, la UE, en una tarifa global que ejerce de palo.
La zanahoria sólo se atisba de lejos: "Inviertan un 5% de su PIB en Defensa, háganse cargo de su seguridad, lo de Ucrania les toca a ustedes, que mi problema se llama China y con Putin yo me entiendo bien", ha venido a decir.
"Relación inmejorable"
Y a eso van los ministros europeos a París. Y a eso se acercará para la cena un representante de Exteriores británico y el ucraniano. Antes, Albares, ha tenido la citada reunión bilateral con la estonia Kallas, sucesora de Borrell como jefa de la diplomacia europea, y con la que se ha publicado que ha tenido tiranteces en estos últimos días.
La Alta Representante está armando su equipo de trabajo. Y ha elegido la diplomática española Belén Martínez Carbonell como secretaria general del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). Es una buena noticia que una española sea la número dos de la diplomacia comunitaria, pero desde Exteriores se habría preferido la elección de Marcos Alonso, Representante Permanente de nuestro Gobierno ante la UE.
Según las crónicas, esto ha provocado un choque de Kallas con Albares. Pero fuentes de Exteriores desmienten la bronca. "Se llevan estupendamente, la relación es inmejorable", apunta un portavoz del ministro español. "No hay ningún problema, y de todo lo publicado no hay nada que se corresponda con la realidad", como demuestra la cita previa de ambos, a solas en París.
Albares y Kallas han mantenido esta reunión privada antes de verse con el resto de los convocados para tratar ellos solos de antemano los detalles que luego se debatirán en profundidad en conjunto.
La primera reunión de este nuevo formato informal fue en Varsovia, a inicios del pasado diciembre. La segunda se celebró en Berlín. En esta ocasión, el Gobierno francés lo ha bautizado como el formato Weimar +, dado que el llamado el Grupo Weimar está conformado por Alemania, Francia y Polonia.
No se espera una decisión en firme de esta reunión del G5+, pero sí que los ministros de los cinco grandes comunitarios avancen en a petición al Banco Europeo de Inversiones (BEI) para que abra la mano y financie un aumento rápido de la inversión en Defensa.
Este mismo martes, la española Nadia Calviño, la presidenta del BEI, visitó a Zelenski en Kiev, y anunció la movilización de 1.000 millones de euros para el desarrollo de la Ucrania posterior a la guerra. Porque algo se mueve en la geopolítica y la UE sabe que le tocará "pagar la factura" de la guerra de Putin y de la integración de lo que quede del país atacado en nueva arquitectura europea (y mundial) que salga de todo esto.