Un gobierno que no sabe comprar tests sanitarios homologados y que es incapaz de llevar a cabo las más mínimas medidas de prevención y control ante una pandemia, no tiene ni los mecanismos, ni el derecho ni la capacidad de decidir qué es esencial o no en la economía.
El ejecutivo de Sánchez se encuentra completamente superado por la alarmante cifra de fallecidos e infectados por el coronavirus y ahora se entrega a decisiones ideológicas y dañinas en un gobierno que ha sido tomado por el ala más radical.
La falta de previsión y la sucesión de errores de gestión les ha llevado a intentar cubrir errores de intervencionismo con mayor intervencionismo, asaltando todos los resortes de la sociedad para tomar el control de todo, aunque cause depresión, paro y miseria.
Estas medidas son letales para la economía, pero, lo que es peor, de nulo efecto positivo en la crisis sanitaria. El Dr. Amesh Adalja, experto en enfermedades infecciosas, pandemias y bioseguridad del Hospital John Hopkins ya alertaba hace dos semanas sobre el riesgo de que algunos gobiernos generasen mayores impactos negativos que las propias epidemias tomando decisiones erróneas para dar sensación de que están haciendo su trabajo.
Alertaba que, cuando los gobiernos deciden parar la economía, lo hacen de manera reactiva, buscando grandes titulares que generan alarma y, como en cualquier caso van varios pasos por detrás de la epidemia, el efecto sanitario es casi inexistente porque el sistema ya está colapsado. Rogaba que se tomasen medidas serias de prevención sanitaria para mantener las economías vivas, y aquí han decidido matarla.
El ejecutivo debería dotar de protocolos, equipamiento y medidas sanitarias para que las empresas gestionen y funcionen de manera eficiente la crisis. Son las empresas, no unos políticos que no han creado un puesto de trabajo en su vida, las que saben qué es esencial y cómo gestionarlo.
El gobierno, en vez de dar soluciones, pone más escollos. Ahogar la economía, hundir las cadenas de suministro y crear una crisis de abastecimiento no es una política social, es profundamente irresponsable. Y cuando eso ocurra, usarlo para expropiar e intervenir compañías lo es todavía más.
Un ejecutivo que piensa que un tomate vale más en el mercado que en la mata por especulación debería tener prohibido tomar decisiones sobre qué sectores son importantes y cuáles no.
No saben qué partes de la cadena de producción, empaquetamiento, distribución, venta de los productos es esencial o no. Y, lo que es peor, no cuentan con las empresas, las ignoran.
Que el Presidente del Gobierno diga que esta parada de 10 días no tiene impacto porque en realidad es “como unas vacaciones”, que son solo “unos días hábiles”, demuestra su absoluta ignorancia sobre la economía real. Piensan, tal vez, que todo el mundo se va de vacaciones cuando él y los burócratas que le rodean disfrutan de su tiempo libre.
El hecho de que cierren toda la economía excepto los medios de comunicación nos demuestra que es una medida ideológica que, cuando fracase, como todas las que han tomado, achacarán a los empresarios y usarán para expropiar e intervenir.
La ministra de Trabajo tuvo la falta de responsabilidad de acusar a los empresarios de “aprovecharse” de la crisis para despedir, esos mismos empresarios que contrataban meses antes, mientras ellos les subían todos los impuestos y les aumentaban los escollos. Los que están aprovechando una crisis creada por la irresponsabilidad, falta de previsión y control del gobierno para ahogar e intervenir son ellos.
Esta es una crisis por mala gestión y falta de previsión. Ahora quieren convertirlo en una crisis de desabastecimiento.