Después de semanas escribiendo sobre nuestro querido club de fútbol, he decidido cambiar de tema para la edición de esta semana y hablar de... ¡vosotros! Malagueños o malaguitas, aunque todavía estoy aprendiendo la diferencia entre ambos.
Llevamos más de un año viviendo en tu ciudad y he aprendido mucho de vosotros. No te preocupes, es muy positivo. Cuando empecé a visitar la ciudad con regularidad a partir de 2005, solía viajar a La Rosaleda en el autocar de la Peña Malaguista Internacional desde Marbella y Mijas Costa. Para ser sincero, no veía mucho de la ciudad, aparte del estadio y los bares de los alrededores, y me relacionaba sobre todo con los guiris en torno a los partidos.
Todo esto cambió drásticamente una tarde de marzo de 2013, cuando viajé de Manchester a Málaga para ver el partido de la Liga de Campeones contra el Oporto. Estaba sentado solo en Pepa y Pepe II antes del partido, cuando un grupo de malaguistas locales me pidió que me uniera a su mesa.
Casi diez años después, seguimos siendo amigos. Bodas, hijos, viajes a Málaga y fines de semana de fútbol en Inglaterra. No han podido ser más acogedores. Y así es como he vivido la gente de esta gran ciudad desde que me mudé el año pasado. Como recién llegado a esta tierra, intento sentirme como en casa, así que abrazo todo lo que hace vibrar a los locales, aunque sea una vez, como los limones cascarúos y la caña de azúcar.
Desde la Semana Santa hasta el Carnaval y la Feria, pasando por el gazpachuelo, el salchichón de Málaga en El Diamante y las torrijas. Cuando pregunté a los malagueños en Twitter dónde se pueden comprar las mejores torrijas de Semana Santa, la reacción fue magnífica y abrumadora, pero a la vez tan típica de cómo he conocido a la gente.
Todo el mundo tenía su propia opinión (y sí, a los malagueños nunca les falta una opinión fuerte), pero bastantes la llevaron más allá. En dos ocasiones mi vecino Manuel se acercó a nuestro piso y nos dejó torrijas que habían hecho amigos suyos, que habían visto los tuits y querían que las probara.
Un señor se puso en contacto conmigo y me pidió que quedara con él en la calle para entregarle las torrijas que había hecho su mujer. Desde entonces somos amigos y de vez en cuando nos lleva a dar fascinantes paseos por la ciudad para conocerla, su historia y sus gentes.
La generosidad y amabilidad de la gente, que ha sido muy humilde, es una gran motivación para seguir mejorando mi español y formar parte de la comunidad. Si eres un guiri y quieres sentirte como en casa en Málaga, aprende el idioma (no tienes que ser perfecto, yo no estoy ni cerca), es muy importante.
Aprende sobre la gente, sus costumbres y tradiciones, prueba su comida, intenta participar en su vida. Te sorprenderá lo acogedores, amables y abiertos que son los malaguitas. Gracias por hacernos sentir como en casa en vuestra ciudad.