Gisèle Pelicot, víctima y heroína feminista: violación colectiva, juicio público y la convicción de ayudar a otras mujeres
- Esta superviviente ya es considerada una heroína feminista gracias a su valentía, su franqueza ante los tribunales y su rechazo al anonimato.
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Comienza el filme. A pesar de la oscuridad, se puede vislumbrar una habitación con un dormitorio en el centro. Sobre la cómoda, una fotografía de la familia Pelicot, abrazados, sonrientes, en la playa... En la cama, Gisèle Pelicot drogada, junto a dos hombres que no conoce y que se disponen a violarla. Tras la cámara, su marido Dominique, dando instrucciones a ambos de cómo proceder.
Dicen que la realidad siempre supera a la ficción. Y en esta ocasión es así: el caso de Gisèle Pelicot, del que ayer conocimos su sentencia, una de las más esperadas de los últimos años. De hecho, frente a los tribunales de Aviñón, se agolparon más de 200 medios de comunicación, la mayoría internacionales; además de decenas de personas anónimas y diversos grupos feministas y activistas que, como ya es costumbre, esperan a Gisèle a la salida del juzgado. "Merci pour votre courage, Gisèle Pelicot", se podía leer en uno de los carteles a la entrada del juzgado.
Al banquillo, Dominique Pelicot y otros 50 hombres que la violaron de manera colectiva y continuada desde 2011 a 2020. Todos tienen entre 27 y 74 años y la Fiscalía pide un total de 650 años de cárcel para ellos: se enfrentan a penas entre 8 y 20 años. Frente a esta barbarie, Gisèle Pelicot, la mujer que se ha convertido en un ejemplo de determinación y valentía, y en una heroína feminista, por mostrarse frente al mundo a rostro descubierto para ayudar a que otras víctimas no se escondan. Qué legado, Gisèle.
Por ello, la lección que ha dado a Francia (y al mundo entero) va mucho más allá de la sentencia judicial: ha conseguido que la erradicación de la violencia sexual sea un tema que se ponga sobre la mesa y que, tanto hombres como mujeres y sin importar las clases sociales, tomen conciencia de que, en estos casos, el consentimiento es determinante. Pero, ¿hasta dónde llega su legado?
Un icono feminista
Su caso ya ha burlado las fronteras de Francia, ocupando telediarios, espacios radiofónicos y portadas de revistas de todo el mundo. En parte, lo ha hecho por la crueldad y frialdad de sus violadores. Pero también por ser ella misma la que ha cogido las riendas de su historia: "¡Tengo la sensación de que la culpable soy yo, y los hombres de detrás son las víctimas!", exclamó para mostrar su rechazo en los tribunales, refiriéndose a los acusados.
Todo ello le ha merecido convertirse en un icono del movimiento feminista: ha sido recibida entre aplausos en las diferentes sesiones del tribunal, miles de mujeres se han manifestado contra la violación y la sumisión química movidas por su caso, y el lema 'Que la vergüenza cambie de lado' fue de los más repetidos el pasado 25-N. Incluso en Francia, diferentes asociaciones de mujeres han reclamado una reforma integral de la ley con 130 propuestas que abarcan áreas como la prevención, educación, policía, justicia y salud; ya que la ley gala incluye una referencia explícita al consentimiento.
La crueldad de los hechos
Dominique Pelicot, el que ya es exmarido de Gisèle, ha drogado a su mujer durante una década y se la ha ofrecido a otros hombres para que la violen en su presencia.
La policía francesa ha encontrado más de 20.000 fotografías y vídeos clasificados en diferentes carpetas de su disco duro.
Además, entre los archivos digitales también se descubrió uno titulado 'Mi hija desnuda'. Se refiere a Caroline Darin, la hija mediana de los Pelicot, que publicará un libro contando su traumática experiencia el próximo 22 de enero de 2025 titulado 'Y dejé de llamarte papá'.
"Se la percibe fuerte, con mucha determinación y seguridad en sí misma pese a lo que ha pasado", explica Loola Pérez, filósofa, psicóloga, educadora sexual, escritora y activista feminista española; quien reconoce que su actitud ha sido un foco de inspiración para muchas mujeres.
Pérez afirma que Gisèle, además, es una persona cercana y muy humana, con la que la opinión pública ha empatizado, pues también ha mostrado sus más sinceras emociones al mundo. "Me han tratado como una bolsa de basura o una muñeca de trapo. Soy una mujer totalmente destruida y no sé como me voy a levantar", dijo la madre de los Pelicot.
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Sin embargo, hay varias claves que han conseguido que el 'efecto Gisèle' viaje mucho más lejos: su valentía para mostrar su rostro y hacer de su caso un juicio público, su franqueza ante los tribunales, y su profundo rechazo a los violadores.
Un juicio público
Una de las llaves para que este suceso se haya mantenido en boca de todos durante tanto tiempo es que Gisèle decidió, desde el primer momento, que el juicio fuera público, negando su anonimato y abriendo las puertas de su propio infierno al mundo. "Tenía la oportunidad de hacerlo privado y no quiso. Había más de 20.000 fotografías suyas desnuda y violada, y pidió que se proyectaran en los tribunales", subraya Loola Pérez.
Esta actitud va en consonancia, según la experta, con su lema más repetido: 'Que la vergüenza cambie de lado'. "Es totalmente coherente con su conducta y con el firme deseo de que su caso pueda ayudar a otras mujeres a denunciar y a no sentirse solas. Y también a que vale la pena exponerse para poder conseguir lo que se merece, que es justicia", explica Loola Pérez.
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Nació el 27 de julio de 1927 en La Goulette, Túnez, y fue otra Gisèle que en 1975 se negó a un juicio a puerta cerrada. También ejerció de abogada, defensora de los derechos de las mujeres e ícono del feminismo francés-tunecino.
A día de hoy, es reconocida por haber sido parte del proceso que llevó a la despenalización del aborto en Francia y a la criminalización de la violación.
Precisamente, respecto a la justicia, Gisèle también ha sido franca. "Desde que llegué a esta sala de audiencias, me siento humillada. Me han llamado alcohólica y cómplice del señor Pelicot. He oído muchas cosas, se necesita un grado de paciencia muy alto para soportar todo lo que tengo que escuchar", se lamentaba en una de las sesiones.
Se refiere a los momentos en los que los abogados de la defensa han intentado crear "coartadas que son muy rocambolescas", según la experta Loola Pérez. "Uno de los acusados decía que ella estaba dormida, pero se movía. Otro, que hubo un intercambio de parejas, aunque ella estaba inconsciente... Pero ninguno se planteó que tenía que darles su consentimiento para hacer todo aquello", explica.
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De hecho, durante los juicios algunos de los abogados de los 50 acusados han mostrado fotografías de Gisèle sin ropa y drogada, aunque luego se opusieran a mostrar las imágenes de Dominique atacando a su mujer porque "atentaría contra la dignidad de los implicados". Esto simboliza una demostración pública de cómo es el trato de las víctimas de violación ante los tribunales, lo que ha desatado una gran ola de protestas.
¿Tendrá recorrido judicial?
Ante tanta movilización, no sería descabellado pensar que, quizá, este caso marque un antes y un después también en materia legislativa. Ya ha habido otros casos anteriores: en España, por ejemplo, la violación de La Manada en Pamplona fue un punto de inflexión para la promulgación de la Ley 'solo sí es sí'.
María Tardón, jueza de la Audiencia Nacional: "La opinión pública tiene el poder de cambiar las políticas legislativas en un sentido claro"
"Yo creo que sí tendrá recorrido. El desarrollo de convenios en Francia, como el Convenio de Estambul, están todavía en mantillas, igual que la lucha contra la violencia de género, a la que ni siquiera llaman así y tampoco hay estadísticas desagregadas", explica María Tardón, magistrada del Juzgado Central de Instrucción 3 de la Audiencia Nacional. Sin embargo, también admite que en este momento, y ante la inestabilidad política, "la Asamblea Legislativa francesa no parece que esté muy en la órbita de poder tomar decisiones, porque necesitan un amplio consenso entre los legisladores".
En este punto, la jueza recuerda otros casos que, en España, han dado un giro de 180 grados al tratamiento de la violencia sexual en la legislación: "El caso Ana Orantes, por ejemplo, fue como una especie de pistoletazo de salida para que la opinión pública ya no cejara en este empeño por cambiar las cosas. Realmente hay episodios que todos sabemos que han marcado un antes y un después. El caso de La Manada es otro de estos, independientemente de cómo se haya desarrollado legislativamente".
"Los hombres cualquiera"
Otra de las claves para entender cómo Gisèle Pelicot se ha convertido en una heroína ante los ojos del mundo es su profundo rechazo a los al menos 50 hombres que la violaron. La prensa francesa les ha apodado como los "monsieur tout-le-monde", es decir, los "hombres cualquiera".
Estos son camioneros, carpinteros, bomberos u obreros. También hay un guardia de prisiones, un especialista en informática o un banquero; y el 40% de ellos tenían antecedentes penales: algunos por violencia doméstica, y dos por violación. Además, 18 sufrían adicción al alcohol o las drogas.
"Respecto a los implicados, este caso demuestra que no hay un perfil de delincuente sexual único, y lo mismo pasa con la víctima. Muchos de ellos tienen rasgos comunes relacionados con su personalidad, con la educación que han tenido o con su percepción de las mujeres, pero lo que todos comparten es una mala educación sexual", explica Loola Pérez.
Con esto, Gisèle ha desmontado el mito del "monstruo violador" y ha sacado a la luz una de las grandes realidades de las violaciones: la mayoría son perpetuadas por personas del entorno cercano de la víctima. De hecho, según el Ministerio de Igualdad, el 74,73% de estos forman parte del ámbito familiar.
"Este caso demuestra una frialdad y falta de empatía hacia la mujer, aunque también da ejemplo a los hombres para que no retroalimenten entre ellos conductas o comentarios machistas", explica la experta. Sí, definitivamente Gisèle es un ejemplo de valentía y determinación, que ha dado una gran lección a jueces, magistrados, hombres y mujeres.