Así se vive la revolución sexual de la generación silver

Así se vive la revolución sexual de la generación silver iStock

Protagonistas

Mujeres, sexo y tercera edad: la revolución sexual de la generación silver

Elena López, de Las novias del sur, y Júlia Peró, de Olor a hormiga, reivindican la sexualidad de mujeres maduras a las que ser deseables les importa un bledo.

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Marita Alonso
Publicada

¿Por qué nos sorprende escuchar a una mujer de más de 60 años hablar de sexo? ¿Pensamos acaso que la vida sexual tiene fecha de caducidad, que el deseo se evapora junto con el colágeno, especialmente cuando hablamos de mujeres?

En Las novias del sur, la directora Elena López Riera no solo denuncia siglos de imposiciones emocionales y sexuales, sino que quiere romper con la imagen clásica de la mujer enlutada y doliente para reivindicar la luz que también existe cuando hay sombras.

La directora insiste en recalcar que ella no ha dado voz a las mujeres que comparten con ella sus vivencias, sino que, sencillamente, le ha hecho preguntas que, hasta ahora, al parecer, nadie les había planteado.

"Creo que es fundamental recordar que ellas ya tienen esa voz, aunque quizás no estaba presente en los discursos hegemónicos. Al hacer la película, tenía la duda de si la gente realmente querría saber al respecto y la sorpresa ha sido la gran aceptación que ha tenido. Todas las entrevistadas me preguntaron precisamente que a quién le iba a interesar lo que ellas tuvieran que contar, y les respondía que con que me interesara a mí, era suficiente. Y ahora las salas se llenan de gente de todas las edades. Hoy les puedo decir a esas mujeres que su palabra importa", asegura a Magas.

Elena López Riera, en la ceremonia de los Goya, en 2022.

Elena López Riera, en la ceremonia de los Goya, en 2022. Gtres

Esas mujeres a las que alude comparten con ella todo tipo de intimidades, con una frescura que encandila y "osan" decir un verbo que, a partir de cierta edad, la sociedad se empeña en esconder: "follar".

"El discurso de Hollywood de que las mujeres son deseables a todas las edades está muy bien, pero no somos solo objeto de las miradas. Las mujeres son también deseantes. La gente me comenta lo mucho que le llama la atención, escuchar a estas mujeres 'hablar de follar'. En el montaje insistí mucho en mostrar que ellas también son felices, que hablan de sus cuerpos y que disfrutan", asegura.

Una de ellas confiesa que no sabía nada acerca de la masturbación porque era algo que entre las amigas no hablaban. "Ahora sí lo hacemos", dice con cierta picardía. Y es imposible no querer ver por un agujerito esas conversaciones entre mujeres maduras que hablan de sexo, posiblemente con menos tapujos aún que las jóvenes.

Porque ellas ya no tienen por qué ocultar nada ni sentir vergüenza alguna. La vida quizás les despojó durante muchísimos años de cierta libertad, pero con sus palabras se reapropian de ella.

Júlia Peró, en una foto de archivo.

Júlia Peró, en una foto de archivo. Gtres

Al hablar de mujeres tanto deseables como deseantes Júlia Peró, autora de Olor a hormiga (Ed. Reservoir Books), señala que ser deseables tiene doble filo. "Significa que hemos ganado un premio por haber aprendido a obedecer a la dictadura de la belleza. Pero, ¿cuál es ese premio? ¿Gustar al resto? ¿Que nos respete? Ser deseable no debería ser un requisito para ser respetada. Creo que el primer paso para la desobediencia (es decir, para la libertad) es dejar de temerle a la fealdad", indica.

"Quizá el segundo paso para esa desobediencia sea entender que el destino de una mujer no son los cuidados del resto. Nos convertimos en esposas y cuidamos. Nos convertimos en madres y cuidamos. Luego nos convertimos en abuelas y, en vez de liberarnos por fin de la carga, seguimos cuidando", asegura.

Comenta que en ese cuidado no cabe el deseo (el deseo hacia otras personas, otras aspiraciones, el deseo hacia una misma), porque eso evidenciaría que el otro (el marido, el hijo, el nieto) no nos acaba de llenar. "Solo una misma puede llenarse", añade.

En el texto La sexualidad en el envejecimiento: ¿Ha llegado el momento de una nueva revolución sexual?, Christine M. Curley y Blair T. Johnson aseguran que alcanzar el bienestar sexual a partir de cierta edad puede depender más de cambiar las normas sociales en torno a la sexualidad y el envejecimiento que del descubrimiento de nuevos medicamentos de excitación para tratar las limitaciones físicas.

Portada de 'Olor a hormiga', de Julia Peró

Portada de 'Olor a hormiga', de Julia Peró

"Abogamos por cambiar el diálogo social y académico del envejecimiento exitoso, que requiere mantener la salud y la vitalidad, a la experiencia del envejecimiento, que incorpora aspectos del envejecimiento positivo como la sabiduría sexual, la experiencia sexual y la diversidad sexual que viene con la edad adulta. Esta 'nueva revolución sexual' elevaría la sexualidad y el envejecimiento a niveles socialmente admirables y deseables", aseguran.

Sí: la nueva revolución sexual puede comenzar por los mayores. Y quizás esta revolución tenga que luchar también para que el cine no muestre solo a jóvenes de silueta normativa.

"No es que nos cueste ver a gente mayor teniendo sexo, es que nos cuesta ver a gente real teniendo sexo. Existen muy pocas películas donde no se esconda el sudor, los michelines, el vello corporal, los tropiezos, las manchas de sangre o saliva, las arrugas, los intentos, las risas, el maquillaje corrido o las posturas cómodas y antiestéticas. Una escena sexual de una pareja de pelo perfecto, cuerpos impolutos, esbeltos e impostados es lo más puritano que hay", dice Peró.

Asegura que es necesario construir un imaginario sexual creíble, no exento de cuerpos que se arrugan, que sudan, que no teatralizan, cuerpos comunicativos, empáticos con el deseo de la otra, en el que lo que importe no sea la estética o el ego sino el placer. "Y no solo en el cine, sino también en nuestras casas", matiza.

Las hijas del sur muestra la diversidad de pensamiento de mujeres que han pasado por situaciones por las que, en realidad, confiesa la directora, en muchos casos ella misma ha vivido.

"Yo soy cada una de esas mujeres. He querido reforzar la idea de que no están necesariamente de acuerdo en muchas cosas y reivindicar su alegría. Hay quienes al ver la película, me preguntan si ellas son felices, y en realidad, depende de lo que cada uno considere que es la felicidad. Si es un relato inquebrantable, entonces nadie puede decir que ha vivido esa felicidad. Hay que recuperar esa resiliencia en la que han seguido deseando y riendo", dice López Riera, a la que le "obsesionan" los diálogos intergeneracionales.

"A pesar de tener otra edad y circunstancias diferentes, ellas y yo hemos tenido lugares comunes. Yo he sido ellas: me he enfrentado al mar de amores y he estado con una pareja con la que ya no quería estar", asegura.

Es imposible salir del cine tras ver Las novias del sur sin una sonrisa y sin sentir que las protagonistas del mediometraje, que no ocultan sus derrotas y que celebran con orgullo sus victorias, son auténticas triunfadoras, algo que choca con la idea de una sociedad y una cultura que se esfuerzan por hacer ver que el hombre gana interés con la edad, mientras que la mujer mayor es vista casi como un fracaso.

"La sexualización del hombre se vincula al poder que tiene, económico o social, un poder que las mujeres aún no llegamos a alcanzar ni de puntillas. Y ese poder otorga espacio a algo intolerable en nuestro caso: el paso del tiempo. En ellos las arrugas o los despistes están permitidos. Al capitalismo, por su lado, no le interesa ayudarnos, porque perdería mucho dinero si, de golpe, nosotras fuésemos humanos, seguros de nosotros mismos y no nos hiciera falta cremas y potingues para frenar lo irrefrenable", dice Peró.

"No tenemos a nadie que nos ayude en esto más allá de a nosotras mismas. Nosotras, de hecho, para no tener, no tenemos ni referentes: nos cuesta encontrar, por ejemplo, actrices de más de sesenta años que no sean criticadas porque se les empiezan a desvelar las primeras arrugas. Nuestro imaginario es estrecho y en él solo cabe la vejez de los hombres".

Y por eso, obras como Las hijas del sur y Olor a hormiga, cuya protagonista, una mujer mayor, no oculta su deseo sexual, son tan necesarias. Porque la vejez de las mujeres no ha de esconderse, ni frenarse, ni ser motivo de vergüenza, sino de celebración.