
Elon Musk, con Donald Trump en una comparecencia pública de febrero en el Despacho Oval. Reuters
Rusia y China se frotan las manos con los despidos de Musk y tratan de reclutar a los agentes 'libres' del Pentágono
Los servicios secretos de los principales rivales de EEUU saben que los funcionarios despedidos en una situación de vulnerabilidad, o sencillamente resentidos, son más proclives a compartir información.
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Las purgas de Elon Musk en el Gobierno federal han abierto una brecha en la seguridad nacional de Estados Unidos. Una oportunidad de oro que ni Rusia ni China quieren dejar escapar. Según adelantó a principios de marzo la CNN, Moscú y Pekín ordenaron a sus respectivos servicios de inteligencia que trabajaran para reclutar a funcionarios estadounidenses con experiencia en las distintas agencias que velan por la seguridad nacional. Funcionarios que o bien hayan sido o bien vayan a ser despedidos de manera fulminante siguiendo órdenes del Departamento de Eficiencia Gubernamental, más conocido como DOGE, por sus siglas en inglés.
La cadena de televisión, que tuvo acceso a un documento del Servicio de Investigación Criminal Naval —la agencia de investigación de la Marina— que así lo acreditaba, cita a cuatro fuentes conocedoras del asunto. El documento recoge que la comunidad de inteligencia estadounidense tiene “certezas” de que varios regímenes extranjeros, entre los que figuran el ruso y el chino, están tratando de “capitalizar” el despido de decenas de miles de empleados de los distintos departamentos del Gobierno. Quieren pescar en río revuelto.
Julia Puchkov, una analista especializada en desinformación, propaganda y operaciones de influencia que trabajó hasta diciembre del pasado año en el Departamento de Estado, reconoce en conversación con EL ESPAÑOL que lo que ha trascendido “coincide tanto con las tácticas que Rusia y China suelen emplear, como con las tácticas generales de reclutamiento de cualquier adversario. Aunque es poco probable que sólo China y Rusia estén haciendo esto. Cada vez más países han incursionado en actividades tanto de influencia como de contrainteligencia, y no descartaría a los países «más pequeños» como posibles amenazas”.
Antes de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump anunció a bombo y platillo que planeaba efectuar fuertes recortes presupuestarios y de personal en las distintas agencias del Gobierno. La agenda tradicional del Partido Republicano de adelgazar el sector público pero llevada al extremo MAGA (Make America Great Again). Para ese fin, el recién investido presidente creó a través de una orden ejecutiva el DOGE. Una agencia que emplea a unas sesenta personas —en su mayoría ingenieros en la veintena sin experiencia en labores de gobierno— a la que Musk pone rostro pero que, en realidad, dirige su mano derecha, Steve Davis, quien sigue desde hace dos décadas los pasos del hombre más rico del mundo.
Según las fuentes consultadas por la CNN, los intentos de reclutamiento de estos funcionarios —con conocimientos sensibles del funcionamiento interno de la Administración— están teniendo lugar a través de redes sociales como Reddit, TikTok o LinkedIn. El arco verde de #OpenToWork les coloca en la diana, y no precisamente de los empleadores. “Como se menciona en el artículo [de la CNN], Estados Unidos también ha hecho lo mismo durante mucho tiempo, y hay muchos ejemplos históricos de individuos descontentos que desertan a gobiernos extranjeros”, indica Puchkov.
Los funcionarios despedidos que atraviesan una situación de vulnerabilidad o que, sencillamente, guardan cierto resentimiento con la Administración por las formas en las que se ha producido su salida son más proclives a compartir información. Forman un cóctel explosivo. “Los empleados que sienten que han sido maltratados han sido históricamente mucho más propensos a revelar información sensible”, explicó en este sentido el que fuera director de contrainteligencia en el Consejo de Seguridad Nacional durante el primer mandato de Trump, Holden Triplett, que también sirvió como agregado del FBI en las embajadas estadounidenses de Moscú y Pekín. “Puede que estemos creando, aunque de forma algo involuntaria, el entorno de reclutamiento perfecto”, advirtió en declaraciones a la CNN.
No sería la primera vez que esto sucede. “Sin embargo, tampoco creo que la inmensa mayoría de los antiguos empleados federales —o de los que pronto serán despedidos— sean desertores probables”, traslada Puchkov a este periódico. “Al menos en el caso de Rusia, la estrategia suele consistir en 'tirar espaguetis a la pared y ver cuál se pega': es un juego de números. Si te diriges a 10.000 personas en LinkedIn y tal vez una responde, puede que merezca la pena el esfuerzo. Por lo general, se trata más de la actividad de ser visto que de un cambio real de opinión o de captación”, explica.

La directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, en Eagle Pass, Texas. Reuters
“Saben que se fijan en ellos y que eso puede poner nerviosos a algunos. Aunque es posible que consigan reclutar a una o dos personas, creo que el resultado más destacado de un esfuerzo como este, especialmente si se produce en Internet, es que es público y llama la atención sobre ellos y su retórica”, añade la analista de inteligencia.
En lugar de defender a sus subordinados, la directora de la Inteligencia Nacional de EEUU, Tulsi Gabbard, reaccionó a la exclusiva de la CNN tratando de desacreditar a aquellos que “se están exponiendo esencialmente al hacer esta amenaza directa, utilizando su brazo propagandístico”, refiriéndose a la cadena de televisión, conocida por su tendencia liberal.
“Su lealtad no es en absoluto hacia Estados Unidos. No es para el pueblo estadounidense o la Constitución. Es hacia ellos mismos”, insistió Gabbard, cuyo argumentario suele alinearse con la narrativa del Kremlin. “Y este es exactamente el tipo de personas que tenemos que erradicar, deshacernos de ellas para que los patriotas que trabajan en este ámbito, que están comprometidos con nuestra misión principal, puedan realmente centrarse en ella”, amenazó la excongresista demócrata.
Varios medios estadounidenses se han hecho eco de que la CIA y el Pentágono barajan la posibilidad de deshacerse de más de 5.500 empleados en periodo de prueba —que suele durar un año—, una cifra que representa entre el 5% y el 8% de la plantilla. Musk no suelta la motosierra. No quiere hacerlo a pesar de generar fricciones en el seno del Gabinete. Algunos secretarios no quieren que el magnate intervenga en sus respectivas carteras sin su permiso.
Lejos de tomar represalias por los intentos de captación extranjeros, la respuesta del Departamento de Defensa que dirige el antiguo tertuliano de la Fox Pete Hegseth fue detener las operaciones cibernéticas dirigidas contra Rusia. En paralelo, la Casa Blanca ordenó a principios de esta semana congelar los envíos de ayuda militar a Ucrania y dejar de compartir información de inteligencia con Kyiv. El viernes, en cambio, el mandatario republicano amenazó a Moscú con “sanciones y aranceles a gran escala” para forzar a su homólogo ruso Vladímir Putin a negociar los términos de la paz en Ucrania. Cuatro de cal y una de arena.
Según adelantó la agencia Reuters, varios empleados con acreditaciones de seguridad —en otras palabras, que tienen o han tenido acceso a información clasificada— que han sido despedidos en las últimas semanas han abandonado sus respectivos puestos de trabajo sin recibir instrucciones sobre cómo efectuar su salida ni de cómo comportarse en caso de ser contactados por los servicios de seguridad extranjeros.
En muchos casos, de acuerdo con la información de Reuters, las denominadas “lecturas” —una última sesión formativa “sobre contrainteligencia” en la que “se explica cómo tener cuidado con las tácticas de reclutamiento de adversarios extranjeros”, explica Puchkov— ni siquiera se han producido.
Varios de los funcionarios que han tomado de la medicina de Musk trabajaban en departamentos tan sensibles como la Administración Nacional de Seguridad Nacional, encargada nada menos que del mantenimiento del arsenal nuclear de Estados Unidos. Según Reuters, los riesgos de prescindir de personal en esta agencia —que emplea a cerca de 2.000 personas dentro y fuera de EEUU— eran tan elevados que el Gobierno federal se vio en la obligación de revocar una parte de los 325 despidos. Un error de bulto.
“Se piense lo que se piense de las medidas de recorte de gastos introducidas por Trump, la decisión de purgar trabajadores en áreas clasificadas —el FBI, la CIA e incluso la Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de Infraestructuras (CISA)— ha provocado una magnificación masiva del riesgo de información privilegiada”, escribe el experto Christopher Burgess en las páginas de CSO, un portal especializado en el sector de la ciberseguridad. “El presidente Trump ya demostró anteriormente su indiferencia ante ese riesgo, cuando en enero de 2021 abandonó la Casa Blanca con pilas de documentos clasificados”, recuerda Burgess, mientras en Pekín y Moscú hay quien se frota las manos.