Los líderes del G7 antes de comenzar la reunión en Italia este jueves.

Los líderes del G7 antes de comenzar la reunión en Italia este jueves. Reuters

Europa

Moldavia se cuela en el G7: EEUU y dos países más aseguran que Rusia intenta "minar sus instituciones"

Reino Unido, Canadá y Estados Unidos denuncian el intento de injerencia por parte del Kremlin en las presidenciales y el referéndum de adhesión a la UE del próximo 20 de octubre.

14 junio, 2024 02:49

Hasta tres países occidentales -Canadá, Reino Unido y Estados Unidos- denunciaron este jueves en el contexto de la reunión del G7 en Italia los intentos de interferencia del Kremlin en las elecciones moldavas del próximo 20 de octubre. Por su ubicación geográfica, Moldavia siempre ha sido un país codiciado por Vladímir Putin: se trata de un Estado relativamente pequeño atrapado entre Ucrania y Rumanía, con una importante colonia de eslavos en su territorio.

El control de Moldavia supondría para Rusia un acceso directo al Mar Negro a escasos kilómetros del deseado puerto de Odesa y pondría presión a Rumanía, Estado miembro de la OTAN y de la Unión Europea. No hay que olvidar que los secesionistas prorrusos de Transnistria, al este del país, ya dirigen de facto esta región desde que en 1990 declararan su independencia, aún en tiempos de la URSS.

Desde entonces, las tensiones han sido constantes. Las tropas rusas no han abandonado Transnistria en estas tres décadas y siguen amenazando tanto a Ucrania por el este como a Moldavia por el oeste. Al igual que sucediera con las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk en 2014, la comunidad internacional no reconoce su legalidad, pero los transnistrios están dispuestos a ayudar a Putin en todo lo que necesite y a victimizarse ante la supuesta represión moldava.

La idea de un “ataque de falsa bandera” como los que se vivieron en Ucrania después del Euromaidán, que sirva como excusa al ejército ruso para tomar Transnistria y después asegurarse más terreno hacia el oeste, siempre ha estado en la cabeza de los generales rusos.

Según el comunicado de las tres potencias anglosajonas, el plan estaría más cerca que nunca de llevarse a la práctica… salvo que, antes, Putin consiga que la proeuropea Maia Sandu pierda las elecciones en favor de algún candidato favorable al Kremlin que aún no se ha postulado.

Maia Sandu, presidenta de Moldavia, saluda a Antony Blinken durante una visita del secretario de Estado estadounidense a Chisinau.

Maia Sandu, presidenta de Moldavia, saluda a Antony Blinken durante una visita del secretario de Estado estadounidense a Chisinau. Reuters

La agitación rusa en Europa

Para ello, el Kremlin tiene preparada su máquina de propaganda y mentiras. Rusia sólo moviliza a su ejército cuando todo lo demás le ha fallado. En 2005, por ejemplo, ya intentó usurpar el gobierno de Kiev envenenando al candidato nacionalista, Viktor Yushenko. Al final, Yushenko se recuperó y consiguió ganar, intento de pucherazo incluido, al líder prorruso Viktor Yanukovich.

En 2016, Putin decidió que no podía permitir que Hillary Clinton ganara las elecciones estadounidenses: puso a sus servicios secretos a trabajar en redes sociales y los hackers rusos llegaron a entrar en el correo privado de la candidata demócrata. El escándalo por lo ahí encontrado provocó una investigación del FBI que, aunque acabó exonerando a Clinton, fue clave en la victoria de Trump en las elecciones. Desde entonces, el magnate neoyorquino no ha perdido oportunidad de elogiar al autócrata ruso en público y en privado.

La táctica de enturbiar las sociedades civiles occidentales mediante la creación o financiación de partidos antisistema y la acción continua en redes sociales se ha demostrado hasta el momento bastante efectiva. Cuando no ha conseguido el éxito electoral, al menos ha sembrado la duda. Los movimientos totalitarios de izquierda y de derecha en todo occidente no se entenderían sin el apoyo ideológico y financiero del Kremlin.

El episodio más reciente de este tipo de injerencias es la aparición misteriosa de cinco ataúdes de madera colocados junto a la Torre Eiffel con la inscripción “Soldados franceses muertos en Ucrania”. La operación estaba dirigida desde Moscú y buscaba, sin duda, sensibilizar al pueblo francés frente a la decisión del presidente Emmanuel Macron de enviar tropas y formadores a Ucrania… cuando él lo considerara oportuno y no cuando se lo permitiera Putin.

Ingreso inminente en la UE

Ahora bien, Moldavia es otra cosa. Algo más personal. En su intento de volver a los tiempos de la Rusia imperialista y a su encarnación más reciente, la Unión Soviética, Putin no está dispuesto a permitir que un territorio de su órbita ingrese en las filas del supuesto enemigo.

Moldavia y la Unión Europea están en negociaciones desde marzo de 2022, es decir, pocas semanas después de la invasión rusa de Ucrania. En diciembre de 2023 se acordó empezar el proceso de adhesión, que debería culminar el citado 20 de octubre con la celebración de un referéndum.

Manifestación a favor de la Unión Europea en Moldavia.

Manifestación a favor de la Unión Europea en Moldavia. Reuters

Si Moldavia entra en la Unión Europea, Rusia tendrá un motivo más para sentirse arrinconada. De hecho, hasta ahora, lo que ha conseguido Putin con su ataque al régimen de Zelenski es perder decenas de miles de hombres y ver cómo Finlandia y Suecia entraban en la OTAN mientras Moldavia se buscaba un hueco bajo el paraguas de la Unión. A cambio, eso sí, ha consolidado sus posiciones en el Dombás y en buena parte de la ribera sudoeste del Dniéper.

Poco más. Pese a los ocho meses de ofensiva y a las muy publicitadas limitaciones ucranianas, Rusia tiene verdaderos problemas para avanzar significativamente. Las alarmas se encendieron en abril, cuando el ejército de Gerasimov llegó a Ocheretyne y a Chasiv Yar, y el peligro continuó con un amago de ofensiva sobre la ciudad de Járkov.

Más de dos meses después, Chasiv Yar sigue en manos ucranianas al 90% mientras que las tropas rusas han sido expulsadas de la práctica totalidad de Vovchansk, al norte de la región de Járkov.

Ante el fracaso militar, Rusia ha duplicado sus esfuerzos diplomáticos, obligando a sus aliados a boicotear la conferencia de paz de Suiza y desprestigiando al gobierno de Zelenski por no haber convocado elecciones en el plazo previsto. Esta misma semana, miembros de la ultraderechista Alternativa por Alemania se levantaban del Congreso teutón en protesta por la presencia de Zelenski e insistían en su falta de legitimidad. La semilla que se planta no siempre germina, pero cuando lo hace, dispara el odio y el peligro.