
Donald Trump, ayer, durante el anuncio de los aranceles a Canadá y México. Reuters
Trump ordena cortar la ayuda militar de EEUU a Ucrania para forzar a Zelenski a claudicar ante Putin y firmar la paz
El presidente estadounidense está muy interesado en lograr la paz y necesita "que todos nuestros socios estén comprometidos con ese objetivo". Por esa razón, "ponemos en pausa la ayuda militar", señalan desde la Casa Blanca.
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Donald Trump ha ordenado paralizar toda la ayuda militar de EEUU a Ucrania, incluso la que ya está comprometida o en camino a su destino, según informan altos funcionarios estadounidenses. Una medida que aumenta la presión sobre Volodímir Zelenski para que firme un acuerdo de paz y que se registra en un momento de gran tensión tras la explosiva bronca en la Casa Blanca y en medio del acercamiento del mandatario republicano hacia Vladímir Putin. Washington anunció también este lunes que suspende las operaciones cibernéticas ofensivas contra Moscú y que estudia levantar sanciones.
El presidente estadounidense, según fuentes de su Administración citadas por The Washington Post, está muy interesado en lograr la paz y necesita "que todos nuestros socios estén comprometidos con ese objetivo". Por esa razón, "ponemos en pausa [la ayuda militar] y la revisamos para asegurarnos de que contribuye a una solución", señalan desde Washington.
Esta medida detiene la entrega del armamento o equipamiento ya en territorio de Polonia y listo para su entrega última a los ucranianos, según informa la cadena conservadora Fox News, muy bien conectada con la Administración Trump. La decisión del mandatario, primera consecuencia tangible tras su encontronazo del viernes con Zelenski y que el mundo entero pudo ver en directo, se ha acordado tras una reunión mantenida con sus principales asesores en seguridad y estará vigente hasta que Trump determine que Ucrania muestra buena voluntad en las negociaciones de paz con Rusia.
"Zelenski debe disculparse ante las cámaras por su comportamiento en el Despacho Oval". Ese es el comentario más repetido en las últimas horas en la Casa Blanca, por muy conscientes que sean de que eso no va a suceder. Tanto empeño invita a pensar en una estratagema para dilatar el acuerdo por los "minerales raros" del suelo ucraniano y, sobre todo, para acabar con el propio presidente obligándole a la dimisión.
La encerrona del pasado viernes estaba llamada a enfrentar a Zelenski con la opinión pública estadounidense y a buscar una excusa para retirarle su apoyo. Puede que el presidente ucraniano debiera haber permanecido callado, pero esa no es la actitud propia de alguien que lleva tres años plantándole cara a Putin.

Volodímir Zelenski y Donald Trump en la Casa Blanca este viernes. Reuters
¿Por qué esta animosidad contra Zelenski? Hay, al menos, tres razones: una, personal, y las otras dos, tácticas. La personal tiene que ver con el enfrentamiento que ambos presidentes ya tuvieron en 2019 y que desembocó en el embargo de las ayudas aprobadas por el Congreso. ¿El motivo? No investigar lo suficiente los negocios de Hunter Biden en Ucrania en fechas preelectorales.
Las razones tácticas son simples: Putin lleva pidiendo desde el primer día que Zelenski se vaya. Ha intentado matarlo varias veces y para la propaganda de su régimen representa en primera persona la supuesta “nazificación” de Ucrania. Da igual su origen judío.
Si Trump consigue la cabeza de Zelenski, sabe que agradará a Putin y que eso facilitará un acuerdo con el Kremlin. No se sabe quién le sustituiría, pero tanto en Moscú como en la Casa Blanca confían en que sea alguien más receptivo a la rendición disfrazada de paz que se está negociando en diversos países.
A su vez, Trump está muy interesado en conseguir los citados "minerales raros" al mejor precio posible. Putin ya le ha ofrecido los que estén en territorios ocupados por Rusia... y, tal vez, el sucesor de Zelenski se muestre dispuesto también a negociar a la baja. En resumen, los dos tienen razones sobradas para quitarse al presidente ucraniano de en medio.
Consecuencias sobre Ucrania
Por eso mismo, para aumentar la presión, altos representantes de la administración Trump llevan días filtrando que Estados Unidos va a cortar todas las ayudas a Ucrania. Este mismo lunes, medios estadounidenses publicaron la noticia, citando a "un alto funcionario del Gobierno" de que el presidente ha ordenado paralizar toda la ayuda militar a Kiev, incluyendo la que ya está comprometida o en camino a su destino.
El presidente estadounidense cree que, sin el apoyo de su país, Ucrania tendrá que rendirse. Ya se lo dijo a Zelenski en la famosa bronca del Despacho Oval: "Si te puedes poner tan gallito, es porque nosotros te cubrimos la espalda". La idea es que, si Kiev no acepta los acuerdos por los minerales y por el alto el fuego, cosa que insiste en no hacer, Estados Unidos no enviará más ayuda y que se apañe con lo que tiene.
Las consecuencias no serían inmediatas, pues los países europeos van anunciando regularmente nuevas partidas de apoyo. Se calcula que Ucrania tiene armas suficientes para los siguientes seis meses, razón por la cual Zelenski no quiere cualquier alto el fuego: los rusos llevan desde verano prácticamente estancados en sus posiciones, con avances muy escasos a un precio altísimo en vidas y armas.

Soldados ucranianos con un RPG durante un entrenamiento. Reuters
Ahora bien, a partir de ahí, empiezan los problemas. No sólo logísticos, en el sentido de que Rusia tampoco va sobrada de artillería ni de hombres, sino, sobre todo, de garantías. Si Putin sabe que Estados Unidos no va a reaccionar a nada de lo que haga, no solo puede lanzar ataques aún más contundentes, sino retomar la amenaza nuclear que ya estuvo a punto de llevar a la práctica en otoño de 2022. En aquel entonces, Joe Biden le dejó claro que la respuesta de la OTAN sería más que contundente y el Kremlin abandonó el proyecto. ¿Reaccionaría Trump de la misma manera, llegado el momento?
Aparte, el propio presidente Zelenski ha repetido una y otra vez la necesidad del apoyo estadounidense para poder continuar la guerra. Él sabrá mejor que nadie el alcance de esa necesidad. Es verdad que la última partida aprobada por Washington fue del 9 de enero, haciendo uso Biden de su prerrogativa presidencial para mandar misiles de defensa antiaérea y componentes para los F16 por valor de 500 millones de dólares. El Congreso ya llevaba tiempo bloqueando casi todas las ayudas.
Perjuicio para EEUU
En cuanto a Estados Unidos, la decisión de aislar por completo a Ucrania es la confirmación de su propio aislamiento respecto a sus aliados tradicionales desde el final de la II Guerra Mundial. No parece cualquier cosa. Aunque el movimiento MAGA insista en que no necesita a nadie en ningún lado, lo cierto es que la colaboración de Europa, Canadá, Australia y los países del Asia Pacífico ha sido clave a lo largo de estos años en la lucha antiterrorista y en la participación en conflictos armados instigados por los propios Estados Unidos, como sucedió en Afganistán e Irak después de los atentados del 11-S.
En el plano económico, también habrá consecuencias: buena parte del dinero que recibe Ucrania de Estados Unidos lo reinvierte después en la compra de material bélico a empresas estadounidenses. En otras palabras, para la industria militar norteamericana, el fin de las ayudas supone buena parte del fin de su negocio. Un negocio que mueve anualmente billones de dólares y supone algo más del 5% del total del PIB de Estados Unidos.

Militares ucranianos disparan un sistema de lanzamiento múltiple de cohetes BM-21 Grad contra las tropas rusas en la región de Donetsk. Reuters
Desde un punto de vista egoísta, a Estados Unidos le conviene que Ucrania -y sus aliados europeos- sigan comprando Patriots, HIMARS, ATACMS, F16 y demás tecnología punta militar. Acabar con la ayuda supone menos ingresos para esa industria, que contaba además con varios meses más de encargos en plena guerra. También le conviene tener a sus socios de la OTAN contentos y el artículo cinco activo. Ahora, la amenaza viene de Rusia, pero pronto puede venir de China y afectar directamente a los intereses estadounidenses en el Asia Pacífico.
Desligarse de una política común de defensa supone también un problema de inteligencia. Trump ha colocado al frente del departamento de ese departamento a Tulsi Gabbard, conocida por sus vínculos con Putin y con el régimen de Al-Asad. Es de suponer que los estados europeos se cuidarán ahora mucho en compartir determinada información con una contraparte tan poco fiable.
Por último, está la cuestión de los minerales. Esto no es un empeño de Zelenski, sino del propio Trump. Está convencido de que ahí puede encontrar aceleradores importantísimos para sus proyectos tecnológicos y especialmente para el de IA. Perder esa oportunidad le saldría cara a Ucrania, pero tampoco le haría ningún bien a Estados Unidos.