
De izquierda a derecha: Mike Waltz, Marco Rubio, Andriy Yermak, Andrii Sybiha y Rustem Umerov.
Trump logra que Ucrania acepte un alto el fuego, traslada la presión a Putin y potencia a Arabia Saudí como mediador
La resistencia ucraniana recuperará, a su vez, la colaboración de inteligencia con Washington tras una reunión de nueve horas en Arabia Saudí que las dos partes han celebrado como "constructiva".
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Ucrania y Estados Unidos han acordado este martes una tregua inmediata de treinta días, a la espera de que Rusia acepte las condiciones. La Administración Trump espera que a lo largo de la semana llegue el visto bueno de Moscú para iniciar un proceso que, confía Washington, llevará hacia una paz permanente. "No sólo importa que acabe la guerra", declaró Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional, a la salida de una reunión de casi nueve horas. "Lo más importante es cómo acaba". La Casa Blanca, además, rehabilitó la colaboración de inteligencia con Kyiv, cortada para presionar a Volodímir Zelenski, y los ucranianos insistieron en que los europeos deben estar en las próximas conversaciones.
El presidente ucraniano, desplazado a Arabia Saudí pero ausente en la negociación, se acordó de Donald Trump. "Le agradezco lo constructivo de la conversación entre nuestros equipos", le dijo, con un acuerdo en la mano que afecta a toda la línea del frente. Que aspira a detener los ataques por tierra, mar y aire. Que deja la pelota en el tejado del Kremlin. "Ahora", añadió, "Estados Unidos debe convencer a Rusia de que acepte". Trump lo correspondió con una nueva invitación a la Casa Blanca, y con la noticia de que su gente se verá con los rusos antes del fin de semana.
Los europeos, tras conocer los detalles, ven el vaso medio lleno. La jefa de la diplomacia de la Unión, la estonia Kaja Kallas, recalcó que "todo el mundo quiere una paz que termine con el sufrimiento". El primer ministro polaco, Donald Tusk, fue un poco más lejos. "Han dado un paso importante hacia la paz", tuiteó. "Y Europa está dispuesta a ayudar a alcanzar una paz justa y duradera". Cabe esperar que, en los próximos días, los aliados de los ucranianos ofrezcan más detalles sobre su propuesta para asegurarla.

De izquierda a derecha, los americanos Mike Waltz y Marco Rubio, el saudí Faidal bin Farhan y los ucranianos Andriy Yermak y Andriy Sibiga.
Lo cierto es que la delegación ucraniana llegó a Yeda antes que sus drones a Moscú, y que los hombres de Zelenski lo tuvieron más fácil que su jefe. Andrí Yermak, Andrí Sibiga y Rustem Umerov negociaron con dos de sus tres mejores interlocutores en la Administración Trump —el secretario de Estado, Marco Rubio, y el citado Waltz—, más sensibles a la causa democrática de su país que el vicepresidente J.D. Vance, quien inició el acoso y derribo contra Zelenski en su reciente visita a la Casa Blanca, o que el presidente Trump, que llegó a encargar a ciertos funcionarios la búsqueda de un ucraniano o una ucraniana más fáciles de doblegar.
Las delegaciones de unos y otros convinieron verse en la corte de Mohamed bin Salman, un mediador de confianza para los americanos, los ucranianos y los rusos, con el propósito de restaurar los puentes derruidos en quince minutos de furia en el Despacho Oval, y de estudiar hasta dónde está dispuesto a renunciar Kyiv, y a cambio de qué, para firmar una paz duradera con Rusia. Ya se hacen una idea. También saben, por el ataque masivo con drones, que las palabras ucranianas van unidas a los hechos. Zelenski ha repetido, en muchas ocasiones, que prefiere pelear sin el apoyo de Estados Unidos que capitular ante el Kremlin.
Desde la llegada de Trump, en enero, la estrategia de la Casa Blanca se ha distanciado enormemente de la ruta marcada por la Administración Biden. El magnate republicano se ha decantado por recuperar las relaciones con Vladímir Putin, arrinconado por Occidente desde febrero de 2022, y presionar a los ucranianos con el suspenso de la asistencia militar y el intercambio de inteligencia para debilitarlos en el frente, fundamental para su resistencia. Ahora aprieta a Rusia para que cumpla con su parte. No se conoce, en cualquier caso, cuál será el precio a pagar por Putin si decide aceptar y romper la tregua, como hizo en decenas de ocasiones desde 2014. Tampoco si la rechaza de partida.
¿Qué hay de las tierras raras?
Trump ha mentido durante semanas sobre las ayudas de su país a Ucrania, clamando que se ha aprovechado de los contribuyentes norteamericanos para apropiarse de 500.000 millones de dólares —poco después, rebajados a 350.000 millones—. Incluso aseguró que Kyiv provocó la invasión rusa y que Zelenski, "un dictador sin elecciones", está "jugando con la Tercera Guerra Mundial". La primera afirmación fue desmentida por su propia secretaría de Estado —la calcula en unos 100.000 millones—. La segunda, también.
Como sea, Trump pide una compensación a cambio: cerrar un trato para explotar el suelo ucraniano, rico en tierras raras, litio, uranio, grafito, titanio. Todos son materiales estratégicos para las potencias del mundo, entregadas a una carrera tecnológica, industrial y militar donde el acceso a estos minerales y metales es esencial para liderarla. El problema para la Casa Blanca es que Zelenski, hasta la fecha, se ha negado a firmar cualquier contrato que empeñe sus recursos si no van ligados a un acuerdo de seguridad serio para su pueblo.
Rubio, a preguntas de los periodistas desplazados a Arabia, trasladó dos ideas. La primera: "No era el tema de conversación de la jornada". La segunda: "Se negoció a través de nuestro secretario del Tesoro y su homólogo ucraniano. Los dos presidentes darán instrucciones para llevar a buen término la firma del acuerdo: va a suceder".
Los americanos alegan que su sola presencia en Ucrania es suficientemente disuasoria para los rusos. En Kyiv, no lo ven claro. Las urgencias sobre el terreno, sin embargo, colocan a Zelenski en una posición vulnerable y dependiente de las ayudas financieras, los suministros militares y las limitaciones tecnológicas de los europeos, a la cola en casi todas las áreas respecto a sus poderosos aliados de Washington.