“The burning can begin; a period of ash is what you get”. Slipknot.
Hace unos meses se divulgó la teoría de la conspiración de “la opción nuclear”, incluso algún medio lo llamó “la bomba atómica”, según la cual China podría generar una enorme crisis de deuda en Estados Unidos y destruir la economía norteamericana si vendía sus bonos.
La teoría partía de varios errores, que explicamos aquí (“mucho más que una guerra comercial”) y que podemos resumir en los siguientes: asumir que China es el mayor tenedor de deuda de Estados Unidos -y no lo es-, que no necesita esos bonos como reservas y que la moneda china puede ser una reserva global mientras mantiene control de capitales.
Esta semana hemos comprobado que la realidad es muy distinta. En 2019 China ha reducido su cantidad de bonos de Estados Unidos en 100.000 millones de dólares desde los máximos de septiembre y el resultado es que el bono de Estados Unidos se ha fortalecido sin necesidad de recompras de la Reserva Federal, mientras que China se ha visto obligada a devaluar el yuan cuando la fuga de capitales del país se intensifica (más de 40.000 millones en el primer semestre, según el IIF, registrando en junio la cifra más alta en diez meses).
El mayor error que ha cometido China es intentar ser una moneda de reserva global mientras mantiene unos equivocados controles de capitales que ni evitan la fuga de fondos ni permiten a China fortalecer su balanza financiera. El yuan solo se usa en un 4% de las transacciones globales, según el BIS.
Y el banco central capituló. La devaluación del yuan por encima de 7 yuanes por dólar es la prueba de que China está perdiendo la mal llamada guerra comercial y que su sistema monetario no da más de sí. China ha pasado de necesitar dos unidades de deuda para crear una de PIB en 2008 a necesitar 6,75 unidades de endeudamiento para generar el mismo crecimiento (fuente: Bloomberg).
La ratio de reservas de moneda extranjera con respecto a masa monetaria es menos del 12%, cuando la crisis asiática de 1997 se generó al caer dicha ratio por debajo del 25%. Algunos dicen que la moneda china está muy respaldada por oro, pero la realidad es que las reservas totales de oro del país no llegan a un 0,25% de la masa monetaria.
El problema de fondo es que China ha jugado a tener una política monetaria mucho más agresiva que la de Estados Unidos sin tener el dinamismo, la balanza financiera y la libertad de capitales norteamericana. Un error del que la eurozona debe aprender, y rápido. Y ahora, una batería de países se encuentra ante la evidencia de que China va a tener que continuar devaluando su moneda.
El control de capitales ha debilitado la balanza financiera china y ha hecho casi imposible el deseo político de convertir al yuan en una moneda de reserva mundial que “destrone al dólar”. No se puede destronar a un rey cuando cometes sus mismos errores, pero multiplicados.
… Y ese es el talón de Aquiles de China, de ahí el creciente ahorro en oro, bitcoin o cualquier otra reserva de valor que esté al alcance de un ciudadano al que se le impide acceder a sus propios ahorros en divisa.
La decisión de la Administración de Estados Unidos de considerar a China un manipulador de moneda es muy relevante, y es un error decir que todos los países hacen lo mismo, porque existe una enorme diferencia entre países que aumentan su masa monetaria y bajan tipos y uno que, a ello, añade control de capitales y fijación política del tipo de cambio. No es lo mismo.
Es muy fácil demostrar que el país no es un manipulador de moneda. Se eliminan los controles de capitales y se deja flotar libremente la moneda.
El problema es que China necesita, por un lado, una moneda fuerte que garantice el poder adquisitivo de salarios y ahorros y, por otro, al no tomar medidas para reducir los enormes desequilibrios de sobrecapacidad y endeudamiento de la economía, intenta exportar más vía competitividad artificial.
Devaluar no es una herramienta para exportar, es una herramienta para disfrazar desequilibrios estructurales y siempre perjudica mucho más de lo que beneficia.
Ojo, porque en Estados Unidos aumentan las voces que piden intervenir políticamente el dólar, que sería el mayor error de la historia y el principio de aniquilar su economía y su estatus como moneda de reserva.
Si el mundo se mete en una guerra de divisas, en la que toman poder los defensores del asalto a los salarios y los ahorros que supone la devaluación, nadie gana.
Una guerra de divisas es una guerra contra los ciudadanos, sus salarios y sus ahorros, para beneficiar los sectores ineficientes y endeudados.
La guerra de divisas devastaría el poder adquisitivo de los sueldos y supone un frenazo a las decisiones de inversión y consumo. Cuando los gobiernos nos dicen que su objetivo es asaltar el bolsillo de todos, la reacción no es de mayor inversión y consumo, sino de frenazo.
Por eso es tan importante que China reconozca que, si quiere ser una potencia global, debe eliminar los erróneos controles de capitales y manipulación de tipo de cambio. Si entra en una guerra de divisas, saldrá desproporcionadamente perjudicada su economía y sus ciudadanos, pero nos llevará a todos a una crisis muy severa.
Una moneda no es reserva global por casualidad. La guerra de divisas no es a ver quién gana, sino quién pierde más. Y si Europa, China y otros se lanzan a un asalto al ciudadano vía devaluación el mensaje al mundo solo es uno: compre dólares, oro o lo que pueda y refúgiese.
La guerra de divisas fortalece a la moneda de reserva y devasta a los ilusos que piensan que devaluar mejora el crecimiento. Es pegarse un tiro en el pie para que se fastidie el general.