Una lección aprendida en el siglo XXI es que si en tu trabajo dicen "somos una gran familia", hay que salir corriendo de ese lugar lo más rápido posible y sin mirar atrás.
Pero hay una cosa peor. Que te digan que tu familia es una "unidad de convivencia" o un "equipo". Sal corriendo también. Conviértete en un desertor.
Con el eslogan "¿Agotada de que te toquen siempre a ti las tareas del hogar? Descarga la app MeToca, crea tu equipo de trabajo y... ¡a compartir!", el Ministerio de Igualdad ha lanzado una aplicación para cronometrar las tareas del hogar.
MeToca. Tela con el nombre, con la que está cayendo.
¿Se te ha pasado por alto lo de "equipo de trabajo"? Vuelve a leer. Ángela Rodríguez Pam ha explicado que el concepto de familia está excluido de la aplicación porque las unidades de convivencia son muy diversas. Pero he aquí que en el anuncio de la campaña sale una familia de los más heteronormativo.
Pam, por favor, qué oportunidad perdida de visibilizar todo lo que hay que visibilizar.
Alcanzar la plena Igualdad también pasa por pensar y repartir de forma igualitaria y corresponsable las tareas del hogar.
— Ione Belarra (@ionebelarra) September 7, 2023
Por eso @IgualdadGob presenta la app #MeToca, una gran iniciativa que viene a revolucionar el reparto de los cuidados #DóndeHasEstado pic.twitter.com/nbqzxol9lQ
Vamos, que puedes usar la aplicación para repartir las tareas con tus cinco amigas del piso, que hay una que no quita nunca los pelos de la ducha. Por el módico precio de 211.750 euros, que es lo que nos ha costado la aplicación a ti y a mí.
Básicamente, uno entra en la aplicación y va apuntando las tareas que realiza, los minutos que le han llevado y el esfuerzo que le han supuesto. El paraíso de un contable en la vida privada.
Es curioso que, además de la edad, el único dato obligatorio que pide la aplicación es el género (que no el sexo): mujer, hombre, no binario. En una aplicación de reparto de tareas domésticas no parece relevante conocer cuánto tiempo trabaja cada uno fuera de la casa, cuántos hijos hay o si hay una persona contratada para hacer la limpieza.
Otro dato. La palabra "niños" o "menores" tampoco aparece en ningún momento. Las mascotas, sí.
Hay categorías para todo, eso sí. Incluso una que se llama "atención emocional". ¿Le has cantado el "sana, sana, culito de rana" al niño cuando se ha pelado la rodilla al caer de la bici? Apúntalo.
No termino yo de visualizar que esta aplicación sea una herramienta útil para familias. Y mucho menos para familias obreras. Si te pasas catorce horas al día en el andamio no sé cuánto tiempo te queda para anotar que no vas al día con la aspiradora.
Me pega para parejas que están deconstruyéndose en cursos de nuevas masculinidades, "equipos" poliamorosos o incluso para compañeros de piso o de oficina que dejan las tazas sucias apiladas en un rincón.
Imagino reuniones semanales (a las que por supuesto no llamarán reuniones, sino "terapias inclusivas", por ejemplo) en las que cada miembro de la unidad de convivencia sostiene la varita de la palabra y comparte sus estadísticas domésticas:
–He sido el que más platos ha fregado esta semana.
–Ya, pero minimizas el esfuerzo que me supone prestarte atención emocional.
La intención es clara. En algún momento saldrá un estudio con los datos recogidos por esta aplicación que demostrará que las mujeres dedican mucho más tiempo que los hombres al hogar. Algo que ya sabemos, y que nadie niega que tiene que cambiar. La conciliación es imposible. En parte, por el capitalismo salvaje, que no quiere ciudadanos, sino trabajadores. Y en parte, porque el hombre nunca se incorporó al ámbito doméstico en la misma proporción que la mujer lo hizo al mercado laboral.
También estoy de acuerdo con Irene Montero cuando dice que los cuidados son los que permiten que todos estemos donde estamos, lo que sostienen la vida cotidiana. Ese reconocimiento a la dependencia humana en tiempos de individualismo es muy necesario.
Lo que pasa es que no sé si la lucha entre sexos cabe en un excel repartido por categorías. Pero la familia y los cuidados, seguro que no.
Hay cosas que no entran en la aplicación. ¿Qué datos introduces cuando se te muere un padre y la nevera te la rellenan los amigos durante meses?
¿Cómo contabilizas la contratación de una empleada del hogar porque tienes un hijo con discapacidad que requiere tu atención plena?
¿Qué esfuerzo te supone hacer todas las tareas mientras tu mujer amamanta y se recupera de una cesárea o de una depresión posparto?
Decía Ángela Rodríguez Pam que la idea es hacer balance entre todos los miembros del equipo para saber cuánto le debemos a otras personas. Para ver cómo equilibramos el tiempo. Aquí lo importante es cuadrar las cuentas y acabar convirtiendo la convivencia en una lucha de saldos, nueva proposición progresista de la lucha de clases.
Esto no lo hace ni una auditoría de las Big Four. Dales una actualización más y te obligan a que nombres en tu casa un compliance officer y un director de recursos humanos. Por supuesto, habrá también un inspector de inclusión que controlará que esté todo en orden.
Lo ideal sería que, cuando no estés, te salte una alerta cardiopática, como la de la protección civil, que te acuse de ser una herramienta opresora del heteropatriarcado.
Alguien tendría que explicarle al Ministerio de Igualdad que en la pareja y en la familia no se trata de dividirlo todo al 50%, sino de intentar una entrega al 100%, que casi nunca cabe en una plantilla. Que la familia es el mayor núcleo de resistencia frente al individualismo y la insolidaridad. Y que introducir las lógicas de la productividad industrial en el hogar es cargárselo. Para que nos puntúen en función del tiempo trabajado y para exigir las horas extra, ya tenemos a las empresas.
Han dicho las Thelma y Louise del Ministerio de Igualdad que repartirse las tareas de manera más igualitaria es lo que permite tener más tiempo para lo personal. Que sí. Pero no. En una familia, las tareas y los cuidados agotan, desesperan y provocan discusiones. Pero no se realizan para que todo funcione como una máquina eficaz, sino para que siga habiendo familia. No son un objetivo que se pueda medir con KPI.
En una familia, los cuidados son gratuitos y tienen más un porqué que un para qué. Un concepto quizá demasiado grande para algo tan pequeño como una aplicación.