¿Por qué deben las farmacéuticas invertir en los países pobres?
El sector privado debe aprender de los errores cometidos durante la pandemia y reforzar su producción y distribución en regiones como África. Si no por el bien del mundo, sí por el de su cuenta de resultados.
A medida que nos acercamos al segundo aniversario de la pandemia de Covid-19 crece el debate sobre cómo la respuesta global a esta (o su ausencia) ha evidenciado las desigualdades en el mundo. Pero, sobre todo, aquellas que tienen que ver con el acceso a la atención médica.
Sí, contamos con todo un abanico de vacunas efectivas, a menudo basadas en investigaciones financiadas por los Gobiernos, que han sido desarrolladas y distribuidas a una velocidad asombrosa. Pero hemos fracasado estrepitosamente en garantizar su suministro en el hemisferio sur.
Urge acelerar el acceso a las vacunas en aquellos países donde las tasas de inmunización son dramáticamente bajas. Pero también debemos responder a algunas preguntas apremiantes. ¿Hacia dónde debemos dirigirnos ahora? ¿Cuál debe ser el papel del sector privado para resolver las desigualdades estructurales?
Tenemos ante nosotros una oportunidad histórica para actuar. Y requerirá mucho de cada uno de nosotros.
En diciembre de 2021, alrededor del 66% de la población de los países del G-7 estaba vacunado con las dos dosis. En África, la cifra era del 8%. La responsabilidad fundamental recae en los Gobiernos de los países más ricos, que han enfocado la lucha por el suministro guiados por el interés nacional.
"Tal vez la pregunta más importante para el sector privado a estas alturas sea cómo prepararnos para la próxima pandemia"
El sector privado también tiene parte de la culpa. El Financial Times criticó a Pfizer, principal productor mundial de vacunas contra la Covid-19, por haber usado su "influencia y control sobre el acceso a su vacuna" para "priorizar las ganancias a corto plazo sobre el acceso global a vacunas y tratamientos esenciales".
Por supuesto, Pfizer no estará de acuerdo. Pero el hecho de que una empresa con tanto poder en el mercado rechace atender la urgente demanda de vacunas debería servir de alerta.
En general, la industria se ha puesto a la defensiva. Particularmente, tras la petición de Sudáfrica e India para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) impulse la liberalización de las patentes relacionadas con la Covid.
Pero tal vez la pregunta más importante para el sector privado a estas alturas sea cómo prepararnos para la próxima pandemia. Cómo aprovechamos esta oportunidad para abordar con seriedad el problema de la desigualdad en el acceso a la salud. Un tema que preocupa a muchas organizaciones filantrópicas, como la Open Society Foundations.
Las farmacéuticas deben responder a la exigencia de la Unión Africana, entre otros actores internacionales, de desarrollar la capacidad de investigación, desarrollo y fabricación de bienes sanitarios en el hemisferio sur. El objetivo debería ser asegurar el acceso y el suministro a dichos bienes en esas regiones.
Hacerlo posible requiere mucho más que esa retórica política que dice que la única manera de estar a salvo de la amenaza pandémica es que todos estemos protegidos.
"Una red local puede ocuparse con agilidad de epidemias desatendidas y responder mejor en caso de una futura pandemia"
Por el momento, no parece que las empresas y los mercados tengan demasiados estímulos para abordar el desafío. Más allá de la necesidad de desarrollar las capacidades y el conocimiento locales, lo cierto es que los inversores de Londres o Nueva York deberían tener incentivos para hacerlo. Pero ¿por qué invertir en la apertura de nuevos mercados que, probablemente, tendrán un margen de beneficio bajo?
Esa es una de las razones por las que la Open Society, igual que otros inversores filantrópicos y comprometidos, ha decidido apoyar a las empresas dispuestas a asumir los riesgos que implica un mejor reparto de la producción.
Vale la pena destacar el trabajo que hemos realizado con la Fundación Bill & Melinda Gates con la compra, sin ánimo de lucro, de Mologic, empresa pionera en Reino Unido en la fabricación de pruebas de diagnóstico de bajo coste.
El objetivo de nuestra empresa Global Health Access, también sin ánimo de lucro, es ampliar la asociación con el Instituto Pasteur Dakar de Senegal a otras geografías, que abarcan el Sudeste Asiático e Hispanoamérica.
Se están desarrollando pruebas de bajo coste no sólo para detectar la Covid-19, sino también una amplia gama de enfermedades tropicales devastadoras que las empresas comerciales de diagnóstico ignoran. Una red de fabricación y distribución local puede ocuparse de epidemias desatendidas y responder mejor en caso de una futura pandemia.
Con todo, el cometido principal de estas inversiones es más ambicioso. Consiste en demostrar que estos enfoques pueden ser rentables. En nuestro caso, los beneficios se reinvertirán en el negocio. Creemos que los inversores filantrópicos y comprometidos, así como los financieros, deben tomar la iniciativa en este sentido. Así podrían despertar el interés de más empresas privadas e inversores.
"Los ejecutivos de las grandes farmacéuticas deben demostrar en 2022 su voluntad de desbloquear el suministro de vacunas contra la Covid-19"
Las economías africanas siguen creciendo a un ritmo espectacular. Pero tienen un amplio mercado sanitario sin atender en el que muchas compañías querrían tener presencia. Incrementar los medios de producción en estos países es vital para consolidar la confianza en estas economías.
La Unión Africana lidera los esfuerzos para que los líderes políticos africanos se interesen en la fabricación de medicamentos en el continente. Lo ideal sería que los fabricantes de la región colaboraran con los nuevos actores, generando beneficios tanto para los locales como para los accionistas internacionales.
Los ejecutivos de las grandes farmacéuticas deben demostrar en 2022 su voluntad de desbloquear el suministro de vacunas contra la Covid-19 y ofrecer un modelo comercial distinto a largo plazo.
Igual que los dirigentes de las empresas de combustibles fósiles empiezan a abordar las consecuencias del cambio climático por la presión de sus accionistas, sus homólogos farmacéuticos tendrán que explicar algún día por qué no tomaron las medidas necesarias para promover la equidad sanitaria en beneficio de la estabilidad económica mundial.
Deben hacerlo. Si no por el bien del mundo, al menos por el de su cuenta de resultados.
*** Mark Malloch-Brown es presidente de la Open Society Foundations y exsecretario general adjunto de la ONU. Este artículo fue publicado originalmente en World Economic Forum.