De la ética a la épica: María Corina Machado ya ha hecho historia en Venezuela
Objeto de persecuciones por el régimen de Maduro, María Corina lleva una década siendo el símbolo de la resistencia y de la transición democrática que hoy puede empezar.
María Corina Machado es pasión, lucidez y coraje. Una ingeniera en llamas, con una determinación indestructible. Ella ha sido y es la esperanza democrática de Venezuela, la que no ha dejado nunca de estar en las calles y al pie del cañón frente a la tiranía. Ella es la certeza de que el régimen de miseria y violencia que ha arrasado el país puede terminar.
Una mujer extraordinaria, en el más amplio sentido del término. Un icono de la política y la resistencia desde hace más de una década.
En marzo de 2014 fue expulsada de la Asamblea Nacional de Venezuela por denunciar en la Organización de los Estados Americanos (OEA) las violaciones de derechos humanos en Venezuela. Inhabilitada desde entonces, en 2015 fundó el partido Vente Venezuela, desde donde continuó su activismo político con el objetivo de promover la democracia y los derechos humanos en el país.
En los años siguientes, fue objeto de múltiples amenazas y persecuciones por parte del régimen de Maduro, incluido un intento de asesinato. Apoyó a Juan Guaidó cuando juró como presidente interino de Venezuela en 2019, y continuó participando activamente en protestas y movimientos de oposición contra el gobierno de Maduro.
En 2023 ganó por abrumadora mayoría las primarias de la oposición para ser la candidata presidencial para las elecciones de este domingo. Debido a la prohibición de su candidatura, apoyó a Edmundo González Urrutia como candidato presidencial en lugar de sí misma, y ha trabajado estrechamente con él liderando una campaña enfocada en la transición democrática y la unidad nacional.
Ella es de las que se quedan. Hay que terminar el trabajo. El jueves cerró en Caracas la campaña electoral más impresionante que recuerdo haber seguido nunca. Un apabullante fervor colectivo, el movimiento cívico más poderoso de la historia de Venezuela.
"Aunque en las elecciones se constate la victoria aplastante e histórica de la oposición, Venezuela estará en vilo hasta el traspaso efectivo del poder en enero"
No ha habido un rincón que María Corina no haya visitado. "Yo digo que no sé cómo se ve mi país desde el cielo, pero cometieron un gran error porque gracias a eso me han hecho vivir Venezuela desde adentro. Conozco cada vía, cada hueco en el pavimento", asegura. Y efectivamente lo ha recorrido pueblo a pueblo, centímetro a centímetro, a lo largo de esta década de oscuridad en la que Maduro ha completado el carácter dictatorial del chavismo.
Y un dictador no entrega el poder fácilmente. Especialmente si vertebra una corporación criminal con complicadas conexiones con el narcotráfico, el paramilitarismo y el crimen organizado internacional.
Por eso, aunque en las elecciones presidenciales de hoy (con un colosal despliegue de casi 400.000 efectivos entre funcionarios, Fuerza Armada Nacional Bolivariana y distintos cuerpos de seguridad) se constate la ventaja histórica de la oposición y la victoria aplastante de Edmundo Rodríguez, el país estará en vilo hasta el traspaso efectivo de ese poder, que no tendrá lugar hasta enero. Y los elementos cruciales para esa transición serán, sin duda, las Fuerzas Armadas, por un lado, y, por otro, los líderes internacionales, especialmente los de izquierda como Lula, Alejandro Fernández, Petro, Boric y, querámoslo o no, Zapatero.
El mundo ha sido testigo de la violación de los derechos humanos en Venezuela, del éxodo, las torturas, la aniquilación a la prensa libre… y la monumental crisis humanitaria, el único desenlace que podría tener un régimen populista con claro sesgo totalitario, que necesita una sociedad en la ruina para hacerla dependiente de él. Una destrucción económica con complicidad institucional que ha sido planificada durante años, enmascarada por la gran entrada de dinero de los tiempos de la bonanza petrolera.
"La reconstrucción de Venezuela tras 25 años de chavismo pasa por la creación de instituciones sujetas al cumplimiento de las reglas y la gestión transparente"
Casi 8 millones de personas han salido de Venezuela desde 2014, prácticamente un tercio de la población del que fuera uno de los países más ricos del mundo. ¿Se imaginan que en estos últimos años hubieran dejado España 15 millones de ciudadanos, huyendo del acoso político, la inseguridad, la falta de insumos básicos, la corrupción, el hambre y la impunidad?
Hace mucho que María Corina Machado definió su visión de esa transición imprescindible, que de ningún modo puede convertirse en mera transacción: "El cambio no es estético, sino ético. Es la salida de las mafias, de los que reciben concesiones, de los que hacen grandes negocios con el erario público. Luego hay que crear los mecanismos de justicia, no sólo para los perseguidos y los torturados, sino a los que tuvieron que dejar el país, a los que perdieron sus ahorros de toda la vida. Son tres los pilares para la transición democrática y la reconstrucción: justicia, reconciliación e inclusión".
Yo comparto esa visión, y creo, como María Corina, que el destino de Venezuela es irremediablemente ser libre. Y también que la urgencia es ética, porque este cuarto de siglo de chavismo ha creado intencionalmente una sociedad de cómplices, pues es en lo moral donde está la mayor fuerza de la sociedad venezolana. Creo asimismo que la reconstrucción pasa por la creación de instituciones sujetas al cumplimiento de las reglas, el comportamiento decente y la gestión transparente.
El 23 de enero de 1958, cuando Venezuela salió de su última dictadura, todos los sectores sociales se pusieron de pie. La ciudadanía, los partidos políticos de todos las corrientes, la Iglesia, la Academia, el campesinado.
Todos se pusieron de pie no sólo para salir de un dirigente, sino de una sociedad que había cercenado las libertades y el reconocimiento a todos los sectores. Y eso es lo que está sucediendo ahora, otra vez, con esta Venezuela tan rota, con ese cambio que María Corina está obsesionada en conseguir.
Y es que María Corina no ha necesitado que Beyoncé le ceda su Freedom como a Kamala, porque encarna por sí misma el espíritu de la libertad. El espíritu del 28 de julio, que no es otro que la virtud cívica al servicio de la transición y la reconstrucción. Mejor Franco de Vita, poniendo voz al clamor de un país que mantiene la esperanza.
Mi admirada amiga, mi querida Venezuela: vamos con todo.
*** Beatriz Becerra es escritora y ex vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo (2014-2019).