La financiación de los partidos políticos: un baldón de la democracia española
La regeneración democrática de España pasa por una nueva Ley de Partidos que garantice la transparencia, la legalidad y la "limpieza de la competición".
Este lunes, el empresario Víctor de Aldama declaró ante el Tribunal Supremo que "el 1 o 1,5%" de las comisiones presuntamente cobradas por José Luis Ábalos y Koldo García a empresas adjudicatarias de contratos del Ministerio de Transportes "iba para el partido", en referencia al PSOE.
Más allá de la credibilidad del declarante, llueve sobre mojado. La opacidad del sistema de financiación de partidos políticos en España supone un ultraje constante a la calidad de la democracia y un muro infranqueable para la necesaria regeneración de un sistema cuyo prestigio está por los suelos.
En España, los partidos con representación parlamentaria parten de una posición de ventaja competitiva. Esta se basa en su acceso a las subvenciones públicas.
Por otra parte, los partidos sistémicos con responsabilidades de gobierno, nacional o autonómico, cuentan también con el manejo de medios de comunicación públicos y con las ventajas derivadas de la colocación de publicidad institucional en los privados.
En la práctica, las cuotas de afiliados y las pequeñas donaciones suponen un escasísimo aporte a las cuentas de un partido. Por ello, para irrumpir en el panorama político con una propuesta novedosa, se hace casi imprescindible recurrir a fórmulas creativas de financiación.
El último ejemplo fue el de SALF, la agrupación de votantes del influencer Luis 'Alvise' Pérez, en las últimas elecciones europeas. La Fiscalía Anticorrupción vio indicios de financiación ilegal en varias entregas de dinero en efectivo del empresario Álvaro Romillo a Alvise, una de ellas de 100.000 euros.
Por poner esto en contexto, el partido cuyo Consejo Nacional presido, Izquierda Española, se presentó a las mismas elecciones con un presupuesto basado en cuotas, préstamos y aportaciones de afiliados que no llegaba ni al 10% del valor de esa única donación. Sin subvenciones públicas y sin recurrir a la financiación creativa, resulta imposible competir electoralmente, por mucho que un partido cuente con ideas populares y representantes solventes.
Otra posibilidad, tan opaca como problemática, es recurrir a la financiación extranjera. La democracia española está plagada de ejemplos.
"Una vez en el gobierno, Felipe González dijo, con su carisma habitual, que el PSOE no había recibido ni un duro, ni una peseta, ni de Flick ni de Flock"
Pocos hoy recuerdan que el propio PSOE se vio implicado, ya en los años de la Transición, en una trama de corrupción orquestada en Alemania por el empresario Friedrich Flick, próximo al SPD. Su Fundación habría destinado donaciones por más de un millón de marcos alemanes a financiar al PSOE. Esto permitió al partido competir con los partidos sistémicos derivados del Movimiento Nacional (UCD, Alianza Popular y sus respectivos sucesores).
En una Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados, Eberhard von Brauchitsch, representante de Flick, respondió a preguntas de Santiago Carrillo que el objetivo de estas donaciones era "cerrar el paso al comunismo".
Una vez en el gobierno, Felipe González diría, con su carisma habitual, que el PSOE no había recibido "ni un duro, ni una peseta, ni de Flick ni de Flock". Desde entonces hasta el "1 o 1,5%" de Aldama, el PSOE ha explorado vías de financiación alternativas que están en la mente de todos.
Estamos ante uno de los fenómenos más trasversales de la política española. El asalto a los cielos de Podemos se produjo, según una sentencia del Tribunal Supremo del 1 de octubre de 2024, tras la "recepción de fondos procedentes de Venezuela por parte de la fundación (…) 'precursora' del partido (…) y por algunas personas muy relevantes dentro de dicho partido, (…) así como la financiación por parte de Irán reconocida por el propio sr. Iglesias".
Por su parte, Vox abandonó este mismo año el grupo de Conservadores y Reformistas de Parlamento Europeo, hoy liderado por Giorgia Meloni, para pasar al nuevo grupo Patriotas por Europa, fundado por el primer ministro húngaro Viktor Orbán, principal aliado del régimen de Putin en la UE.
Según la documentación presentada por Vox ante el Tribunal de Cuentas, el partido recibió un préstamo de 9,2 millones de euros por parte del banco húngaro Magyar Bankholding, que se destinaron a gastos electorales del año 2023.
Por último, y siguiendo la vía rusa, tanto el Parlamento Europeo como el New York Times han indagado en las conexiones entre el Kremlin y el independentismo catalán.
Junts, heredero político de la familia Pujol, lo era también de la CiU del 3%, y durante el procés buscó además la complicidad de regímenes hostiles a España.
Resulta evidente que la regeneración democrática de España pasa por una nueva Ley de Partidos que garantice la transparencia, la legalidad y la "limpieza de la competición".
De lo contrario, seguirá sine die el bochornoso espectáculo.
*** Carlos Conde Solares es presidente del Consejo Nacional de Izquierda Española.