Una carta para ti, que no quieres pagar por la información
Cuando se trata de la calidad del periodismo, y por tanto de la democracia, sólo cabe arrimar el hombro para tener una sociedad más libre, crítica e informada.
Este artículo va dirigido a ti, lector, que por distintos motivos consideras que no es razonable pagar por leer información en un medio digital. Entiendo tu razonamiento: desde que nació internet has podido leer gratuitamente varios periódicos para formarte una opinión completa de los hechos que te afectan en tu día a día. Pero permíteme darte el contexto y los datos necesarios para demostrarte que ese modelo provoca un círculo vicioso que degrada la calidad de la información y el buen periodismo que necesitamos.
Como probablemente sabrás, en los medios digitales —por lo general— se consumen mucho más los artículos virales que la información de investigación. Lo banal frente a la crónica política y el vídeo gracioso antes que el reportaje elaborado. Con el paso de los años hemos seguido alimentado el giro de esa rueda porque era la única forma de ser rentables dado el modelo de negocio que teníamos: el de la publicidad y las audiencias masivas.
Un esquema perverso en el que la viralidad insustancial —pero rentable— ha ganado terreno a la información relevante y, también, al cuidado de la estética y la experiencia de lectura. Un dialelo con infinitas consecuencias negativas que, de hecho, es el que provoca que tú no encuentres suficientes motivos para pagar por la prensa digital.
Cuando encuentres un artículo relevante busca cuál es el primer medio que lo publicó. Entonces podrás comprobar que lo desveló uno de esos periódicos que esconde parte de su contenido detrás de un muro de pago
Es legítimo que pienses que vas a seguir encontrando la información que necesitas en páginas gratuitas y en las redes sociales, pero te voy a pedir que hagas un ejercicio. Cuando encuentres un artículo relevante, de impacto, original o exclusivo, busca cuál es el primer medio que lo publicó. Entonces podrás comprobar, con una probabilidad muy alta, que lo desveló uno de esos periódicos que esconde parte de su contenido detrás de un muro de pago. Piensa que sin ellos nunca hubieras conocido esa información.
Necesitamos romper la tendencia que nos conduce a un periodismo cada vez más ligero y desarrollar unos medios fuertes, independientes y críticos con el poder. Pero para hacerlo te necesitamos a ti, lector. Específicamente a ti, que eres exigente con la calidad de la información y que sabes diferenciar un buen artículo de un post tremendista diseñado para ser viral. Porque si seguimos dependiendo exclusivamente de la gran masa de usuarios anónimos y de los volúmenes publicitarios tendremos una prensa cada vez peor.
El buen periodismo no volverá sin el compromiso de los buenos lectores. Con el papel conseguimos un equilibrio saludable entre los ingresos generados por las ventas de ejemplares y los anuncios. En digital, decidimos depender únicamente de los anunciantes y ofrecer el contenido gratuito para el lector. Fue un error, y es por eso por lo que EL ESPAÑOL nació con un modelo mixto de publicidad y suscripciones. Por lo que estamos evolucionando nuestro modelo de pago y por lo que muchos de nuestros colegas se han sumado al carro durante los últimos meses.
El sesgo ideológico
Soy consciente de que este relato puede ser insuficiente para cambiar tu postura. Quizá porque consideras que los medios no están a la altura de la sociedad por ser sectarios o doctrinarios. Porque están al servicio de los poderes empresariales o porque se casan con un partido político.
Por un lado, debes saber que en cualquier redacción se reciben —en mayor o menor medida— presiones políticas y empresariales para influir en la información publicada. Pero nunca he visto a ningún profesional dispuesto a ceder a ellas en lo sustancial, por mucha afinidad ideológica que exista entre el periódico y la parte implicada.
Lo que sí existe, en cambio, es la inquietud de que ese tira y afloja de intereses se estire tanto como para romperse y acabe penalizando económicamente al diario. Precisamente por eso creemos en el modelo de pago: porque cuantos más suscriptores tengamos los medios, menos nos afectarán las presiones políticas y empresariales en el futuro.
Por otra parte, hay quienes sostienen que en nuestro país no existen los medios independientes porque todos responden a intereses políticos de un partido u otro. Aunque no merece casi la pena centrarse en este argumento, invitaré a quien piense de este modo a preguntarse de dónde cree que viene toda esa información que consume en las redes sociales y que suele ir precedido de un “esto no lo verás en los medios”. Y recordarles que, si no la encuentran en los periódicos, casi con toda seguridad es falsa.
Netflix de las noticias
Otro de los argumentos que esgrimen algunos lectores para no pagar por la información es la falta de una plataforma que aglutine los artículos premium de varios medios. Para encontrar distintos enfoques editoriales sobre un mismo tema se ven obligados a suscribirse a más de un diario, cuando sería más lógico tenerlos todos en un mismo lugar a un precio más competitivo. Estoy de acuerdo, aunque no será inmediato.
Discrepo de muchos de mis colegas al pensar que el futuro del consumo de noticias de pago será, en buena parte, individualizado y bajo demanda. Tarde o temprano nacerá una plataforma —ojalá varias— donde puedas suscribirte a los artículos premium de varios medios de comunicación. Incluso es probable que tengas la opción de pagar un precio fijo por el consumo de un solo artículo, de una serie temática o de una selección de autores.
En cualquier redacción se reciben presiones políticas y empresariales para influir en la información publicada, pero nunca he visto a ningún profesional dispuesto a ceder a ellas en lo sustancial
Creo que aquellos que sostienen que cada medio ya es un ‘Netflix’ o un ‘Spotify’ de noticias se equivocan. Los periódicos son productores de contenido con una gran capacidad de distribución. Pero pensar que pueden monopolizar esa segunda parte, evitando la entrada de plataformas dirigidas a segmentos específicos —como aquellos que demandan pluralidad de líneas editoriales, incluso contradictorias entre ellas—, me suena anacrónico. Una posición gremialista y conservadora, defensora del statu quo, que pretende evitar un cambio en los hábitos de consumo que se ha demostrado imparable en tantos otros sectores.
La irrupción inmediata de una plataforma de noticias premium cogería a los medios con el pie cambiado, y de ahí la resistencia del sector. Los modelos de suscripción todavía no están consolidados y las empresas periodísticas funcionan como un ‘todo’. Empezar a comercializar artículos individualizados o compartir la oferta de pago con un agregador sería renunciar a la rentabilidad. Sobre todo porque la relación entre medios y lectores pasaría a ser entre plataformas y lectores, con todo lo que ello conlleva.
Pero la solución de los diarios no debería ser la de cerrar filas y desatender una demanda evidente de la audiencia, anteponiendo el modelo de negocio a sus lectores. Lo razonable, por ser beneficioso para el usuario final, es adaptar su estrategia para ser más modulares, flexibles y poder convivir con las plataformas de agregación premium sin renunciar a ser rentables.
Es normal que, como lector, este asunto de la rentabilidad te resulte un problema ajeno. Pero no debemos olvidar que sin medios económicamente sostenibles no hay plataforma que agregue artículos premium, porque sencillamente no existirían. Todo hay que decirlo.
Lectores comprometidos
Si has llegado hasta aquí es que no eres un lector cualquiera. De esos que abandonan los artículos en el primer párrafo y no profundizan en los argumentos porque no les interesa confrontarlos con los suyos por temor a que les dejen de sonar convincentes.
Si has leído hasta aquí, no pretendo que cambies tu postura pero sí que reflexiones. Que pienses si quieres formar parte de esa transformación que muchos impulsamos con energía desde las redacciones. Que confíes en que los únicos motivos por los que promovemos este cambio es por dar un mejor servicio a la sociedad y por seguir sobreviviendo; no hay intereses ocultos.
Cuanto más profundo sea el cambio, más informaciones de impacto podremos publicar. Piensa en las cintas en las que Corinna desveló que Juan Carlos I la usaba como testaferro, en la estructura financiera en Suiza para ocultar dinero, en los test rápidos de poca fiabilidad, en los privilegios de los independentistas en la cárcel de Lledoners, o en nuestras constantes críticas a los excesos de la izquierda, de la derecha y del populismo.
Para que estas informaciones sigan siendo cada vez más frecuentes y, por lo tanto, tengamos un mejor periodismo, necesitamos lectores comprometidos. Necesitamos suscriptores.
Si compartes los principios y valores de EL ESPAÑOL, te animo a que te suscribas para que podamos hacerlo posible. Si no, te animo a que busques un proyecto periodístico con el que te sientas identificado y te suscribas a él. Porque en este cambio tan necesario y relevante para la prensa de nuestro país no cabe la competencia.
Cuando se trata de la calidad del periodismo, y por tanto de la democracia, sólo cabe arrimar el hombro para tener una sociedad más libre, crítica e informada.
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