Las ausencias y el deterioro físico del rey Mohamed VI de Marruecos (59 años), más delgado y pálido en sus apariciones, ha desatado de nuevo el interés de la opinión pública sobre la sucesión al trono. Un tema recurrente desde que se conoció públicamente su enfermedad crónica en 2018. El monarca alauita viene dando pasos atrás en favor de su hijo, el príncipe heredero Moulay Hassan, desde antes de la pandemia del Covid-19. Sobre la decisión, no hay duda entre quienes rodean al soberano y dirigen el país: su hijo se convertirá en Hassan III.
“Se trabaja en reformar un decreto para que se quede como Emérito a la sombra de su hijo. Seguirá apoyándolo al mismo tiempo que mantendrá el control del poder militar y de la seguridad”, informa a EL ESPAÑOL una fuente cercana a la Casa Real. Los asuntos que más preocupan son la estabilidad del país y la sucesión de la dinastía. Y a pesar de que el monarca continúa con su trabajo junto a su séquito, a medida que transcurra el tiempo tendrá más problemas para cumplir la agenda real a consecuencia de su enfermedad crónica. “Le gustaría abdicar en su hijo y mantenerse en un segundo plano”, precisa la misma fuente.
La hazaña de dirigir toda la operación de transición y preparar al heredero la lleva el amigo íntimo y consejero del rey, Yassin Mansouri. Este escudero real dirige la Dirección General de Estudios y de Documentación (DGED), el servicio de inteligencia exterior marroquí dependiente de las FAR, desde 2005. Su presupuesto es de mil millones de euros.
Para fortalecer su imagen de poder y rectitud, la propaganda oficial intenta influir sobre el imaginario colectivo evocando un parecido entre el perfil de Moulay Hassan y el de su abuelo Hassan II, un monarca mucho más estricto, severo e inflexible que su hijo Mohamed VI. La prensa oficial va hilando pequeños detalles para confeccionar ese paralelismo. Un ejemplo de ello es la vestimenta militar. Los medios han equiparado el uniforme que Moulay Hassan utilizó en una ceremonia en 2015 con otro de Hassan II, entonces príncipe heredero, durante unas de sus primeras apariciones en el ejército, en la década de 1930.
Con derechos y poderes absolutos reconocidos constitucionalmente, con el apoyo del aparato militar y con la fortuna real, Mohamed VI adoptó tres medidas clave para fortalecer la sucesión de su vástago en el plano jurídico y en el de la seguridad: confiar la protección a los militares, aprobar una ley orgánica relativa al funcionamiento del Consejo de Regencia y asegurar un patrimonio.
Consciente del peso de los militares, cerró el círculo para minimizar el riesgo de ataque a la Monarquía. En enero de 2020, cambió su sistema de seguridad. Despidió a la Gendarmería Real y a los servicios de Seguridad Nacional de la gestión de los asuntos de seguridad del palacio. Con el ejército de su lado, el futuro rey estaría a salvo de un golpe militar, como sucedió durante el reinado de su abuelo. Además, también nombró al teniente general Mohamed Barid nuevo inspector general de las FAR, el segundo rango en el ejército marroquí tras el propio rey, que ostenta el de comandante supremo y el jefe del Estado Mayor.
“El objetivo es restaurar la autoridad del poder monárquico, que dependa menos del funcionamiento regular de las instituciones que de la presencia física del rey”, explica el periodista y académico Omar Brouksy en el digital ‘Orient XXI’.
Mohamed VI no deja nada al azar. Por eso ha tenido presente la faceta financiera en vistas a una abdicación. Es el hombre más acaudalado de Marruecos y uno de los que acumula más riqueza en África. De hecho, siempre ha despuntado más por su vertiente financiera que política. En el futuro de Marruecos y la sucesión juega un papel importante la economía. El rey encargó en 2017 un informe sobre el modelo de desarrollo nacional a través de una comisión especial para asegurar la transición hacia un nuevo prototipo de progreso y crecimiento.
Un total de 35 personas de la élite con sentido del compromiso, experiencia, una carrera notable y un deber patriótico examinaron exhaustivamente los logros del país, las reformas, las expectativas de los ciudadanos, el contexto internacional y la evolución futura. Su misión es triple: “Reajuste, anticipación y planificación para que nuestro país pueda abordar el futuro con serenidad y seguridad”, afirmó Mohamed VI en su discurso del 20 de agosto de 2019.
Consejo de Regencia
Se plantearon otras opciones cuando Moulay Hassan era todavía menor de edad. Por un lado, la posibilidad de que el hermano del rey, Moulay Rachid, ocupara el trono hasta que el heredero legítimo estuviera preparado y, principalmente, la opción de que reinará Moulay Hassan con un Consejo de Regencia, como informó EL ESPAÑOL. En 2016 se creó una ley orgánica relativa al Consejo de Regencia que permite que el poder monárquico bloquee su patrimonio. Es la primera vez en la historia de Marruecos que el jefe del Ejecutivo se asocia al destino del Estado, uno de los proyectos más esperados después de la reforma constitucional de 2011.
En caso de fallecimiento o de incapacidad para reinar, la misión de este Consejo era acompañar al rey menor hasta la mayoría de edad. Compuesto por 16 miembros y dirigido por la corte constitucional, lo forman los presidentes de las dos cámaras, el secretario general del Consejo Superior de los Ulemas (autoridad religiosa), el Consejo Superior del Poder Judicial y el jefe del Gobierno.
Además, Mohamed VI eligió diez miembros para conformar este órgano. Los escogidos pertenecen a su círculo de asesores más cercano, además de personalidades conocidas por su integridad, que son leales a la Corona. Este grupo acompaña y forma a Moulay Hassan para acceder al trono.
Ante cualquier desconfianza o incertidumbre, los monárquicos remiten a la Constitución. El régimen de sucesión dinástica aparece en la primera y se recoge en las siguientes con ciertas modificaciones. El artículo 43 de la última Carta Magna de 2011 establece que “la corona de Marruecos y sus derechos constituciones son hereditarios y se transmiten de padre a hijo a los descendientes varones en línea directa y por orden (…) al menos que el rey designe en vida un sucesor entre sus hijos, que no sea su hijo mayor”.
Únicamente sería posible que Moulay Rachid se convirtiera en el próximo rey si “no hubiera descendencia masculina en línea directa” porque entonces “se transmite al más cercano colateral masculino y en las mismas condiciones”. En Rabat lo tienen todo bajo control porque hasta han consentido el regreso del tercer heredero al trono, el príncipe Moulay Hicham, primo del rey. Es el hijo mayor de Moulay Abdallah, hermano de Hassan II. Conocido como el “primo rojo”, desveló en ‘Diario de un príncipe proscrito’ las intimidades de la vida en el palacio y estuvo dos décadas exiliado en Estados Unidos.
Moulay Hassan vs Moulay Rachid
Con 20 años recién cumplidos, Moulay Hassan se ha preparado desde su nacimiento para reinar. Acompaña desde pequeño a su padre en las actividades oficiales y, desde hace tiempo, lo remplaza en sus funciones. Precisamente, el 30 de mayo, presidió el Círculo de Oficiales en Rabat con motivo del 67 aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas Reales (FAR).
Una vida de sacrificios. El último, renunciar a estudiar fuera de Rabat para acompañar a Mohamed VI en la enfermedad y sustituirlo cuando es necesario en las actividades reales. Como dicta la tradición, Moulay Hassan se benefició de una educación religiosa, con actividades deportivas y artísticas y atendiendo al protocolo de Palacio, incluido el dominio de la etiqueta y las normas de uso adoptadas por la Corte Real.
Esto incluye cómo vestirse o comportarse en la mesa en presencia de una delegación extranjera, leer un discurso en público, representar al rey en un acto oficial, gestionar una cartera de acciones o incluso la introducción a los debates políticos y diplomáticos en un círculo cerrado. Así lo publicó en ‘Middle East Eye’ Aziz Chahir, investigador en Rabat y autor de ‘Quién gobierna Marruecos: un estudio sociológico sobre el liderazgo político’ (L'Harmattan, 2015).
Por su parte, la guerra en el seno de la Familia Real alauita, entre el heredero y su tío Moulay Rachid, emergió de entornos diplomáticos en Europa. Además de señalar la influencia de Lalla Salma, ex esposa de Mohamed VI, sobre el heredero, apuntaron a una mala relación entre los dos sucesores al trono.
Sin embargo, hay otras fuentes que aclaran que el poderoso director general de la Policía, Abdellatif Hammouchi, quiso colocar a Moulay Rachid en el trono. Su equivalente en la época de Hassan II, Driss Basri, también se inclinaba por Moulay Rachid antes que por Mohamed VI para suceder a su padre en 1999.
Retiro a los palacios del norte
Los problemas de salud de Mohamed VI no son una novedad. El soberano se ha sometido a dos operaciones a corazón abierto en el espacio de dos años. La primera vez en enero de 2018, en París, y la segunda en junio de 2020, en Rabat, por los mismos síntomas cardíacos.
Por lo tanto, su retiro está condicionado a tener mejor calidad de vida. Su reinado como Emérito será en el norte de Marruecos, con un clima beneficioso para su salud. Los preferidos son los palacios de Tetuán y de Nador, regiones donde suele pasar las vacaciones y practicar deportes náuticos. “Están adquiriendo y comprando viviendas cercanas al palacio real de Tetuán”, desvelan a EL ESPAÑOL desde el país vecino.
En los últimos tiempos el rey ha presidido los discursos y los actos religiosos de Ramadán, las operaciones benéficas, la reunión sobre el estrés hídrico, la inauguración de obras y proyectos, y el Consejo de Ministros. Sin embargo, las miradas están puestas ahora en la Fiesta del Trono el próximo 30 de julio. Será un termómetro de los 24 años de entronización de Mohamed VI.