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España tiene 47 estaciones conectadas a los 3.762,4 kilómetros de vías ferroviarias de alta velocidad. Pero hay alternativas al tren-bala. Si usted prefiere ir más despacio, sin prisa, le proponemos otra manera de viajar por el país. Es placentera, bonita y barata. Consiste en olvidarse del coche, del precio de la gasolina y del AVE, y subirse a uno de los otros trenes, esos lentos (comparativamente) que recorren la geografía peninsular.
Desde la inauguración en 1848 de la primera línea ibérica, los 28,3 kilómetros del trayecto entre Barcelona y Mataró, la red convencional española (aparte de la alta velocidad) ha crecido hasta tener hoy 17.932 kilómetros, con 1.229 túneles (que miden 497 kilómetros, como de Sevilla a Madrid) y 6.371 puentes (que suman 135,15 kilómetros, como un puente único que fuera de la costa valenciana a la isla de Ibiza). Este esqueleto vertebrador penetra por toda la fisonomía patria.
Por las ventanillas de los convoyes modestos, los trenes regionales y de media distancia, se deslizan paisajes de fábula como en una película en sesión continua. Y, a menudo, es tan hermoso lo que se ve, tan limpio, que entran ganas de que no acabe tan pronto, y parece que el tren lento va incluso demasiado rápido.
Lo ha comprobado uno de los expertos internacionales del turismo en tren, el escritor de viajes Tom Chesshyre, que fue durante 21 años redactor de la sección de viajes del periódico The Times de Londres. El autor acaba de publicar (de momento, en inglés) el libro La vuelta a España en trenes lentos: Una aventura de 5.000 kilómetros en 52 trayectos, que es como podríamos traducir el título original Slow Trains around Spain: A 3,000-Mile Adventure on 52 Rides (editorial Summersdale).
Como el narrador precisa que hizo 3.137 millas, que equivalen a 5.048 kilómetros, bien podemos redondear la cifra. Sería equiparable a ir de Madrid al cabo Norte de Noruega, en el Círculo Polar Ártico. O mil kilómetros más allá de Moscú, casi hasta los Urales.
Chesshyre puntualiza que en esos 52 trayectos españoles empleó 95 horas y 20 minutos efectivos de viaje, igual a cuatro días seguidos en tren. El recorrido lo hizo antes de la pandemia para escribir el noveno libro de viajes de su bibliografía, en la que figuran otros títulos ferroviarios como Slow Trains to Venice: A 4,000-Mile Adventure across Europe (Trenes lentos a Venecia: Una aventura de 4.000 millas a través de Europa, que vendrían a ser casi 6.500 kilómetros), o, recordando la canción de los Beatles, Ticket to Ride: Across the World on 49 Unusual Train Journeys (Billete para viajar: a través del mundo en 49 trayectos inusuales).
El escritor ferroviario inglés Tom Chesshyre ha publicado un libro sobre su vuelta a España en 52 trayectos lentos
Tomando la guía del viajero inglés como fuente de inspiración y buen juicio, proponemos a continuación una selección de cinco desplazamientos cortos en tren lento en España. En todos ellos el billete cuesta veinte euros como mucho y el viaje dura menos de tres horas. Son algunos de los recorridos más bonitos que se pueden hacer en el país. Estos trenes regionales y de media distancia atraviesan lugares de belleza insospechada que con frecuencia sólo se pueden apreciar precisamente desde el ferrocarril, no desde el asfalto de las autovías ni desde los tendidos de alta velocidad.
Son cinco viajes (de ida, de ida y vuelta, directos o con paradas intermedias) pensados para disfrutarlos en otras tantas escapadas de fin de semana o puente en lo que queda del año 2022. Nos acercan a una España distinta, poco conocida y semioculta, a espaldas de las rutas turísticas más transitadas. Se han cerrado estaciones y conexiones por falta de pasajeros. Pero un resurgir de la demanda del tren lento como medio de viaje tranquilo y paisajístico podría ser un incentivo para que Renfe mantenga estas líneas. Su déficit económico se contrapesa con su superávit estético.
1. Almería-Granada
Tren: MD (Media Distancia)-13957. / Distancia: 161 kilómetros. / Tiempo: 2 horas y 32 minutos. / Precio: 20,80 euros. / Paradas intermedias: Gádor, Gérgal, Fiñana, Guadix, Benalúa de Guadix, Iznalloz.
Hay tres trenes cada día de Almería a Granada, y viceversa. El último, al que subimos, sale a las 17.47 de la tarde de la estación intermodal de Almería, la capital más oriental de Andalucía, en el extremo sureste de la península Ibérica, y también, como se quejan aquí desde siempre, de las peor comunicadas. Algo que cambiará, eso esperan, cuando también aquí llegue el AVE tras hacerlo a Granada en 2019. Las obras siguen avanzando.
Este tren de media distancia, cómodo y con pocos pasajeros, ofrece en sus dos horas y media de viaje hasta Granada uno de los mejores espectáculos paisajísticos ferroviarios del mundo, y no exageramos: ¿en qué parte puede el viajero salir desde la orilla del Mediterráneo, cruzar un desierto montañoso (el de Tabernas), ascender por barrancas salvajes, flanquear las montañas de Sierra Nevada (cuando hace mucho frío, la nieve cubre también la vía, no sólo las cumbres en el horizonte) y desfilar por un altiplano prehistórico horadado por cañones, en el tiempo que dura una película, como si hubiéramos pasado por tres o cuatro países distintos?
El tren, en su primer tramo, pasa junto a las montañas peladas pero llenas de matices fotogénicos, adonde no por casualidad vinieron a rodar tantas películas de Hollywood, desde las del Oeste de Clint Eastwood y Sergio Leone hasta la tercera de Indiana Jones, donde Steven Spielberg decoró la estación de Guadix para que pareciera una de Turquía. Pero dan ganas de hacer una película que protagonice este mismo tren, grabado desde la cabina del maquinista y desde el aire por un dron, para enseñar su evolución majestuosa a través de la vertiente norte de Sierra Nevada y la sur de la sierra de los Filabres: más de 3.000 metros a la izquierda (el techo de la península) y más de dos mil a la derecha, coronados por la estación de observación espacial de Calar Alto.
Steven Spielberg decoró la estación de Guadix para que pareciera una de Turquía en 'Indiana Jones'
Al llegar a los alrededores de Guadix y Purullena, las cárcavas transportan al espectador-pasajero a otro mundo, el de la arquitectura troglodita de las casas-cueva, con sus chimeneas blancas que asoman del suelo arcilloso, con el decorado de fondo de los desfiladeros y los cañones de tierras rojizas que cambian de tono y volumen según la inclinación del sol. Decimos que es lento en comparación con el AVE, pero en realidad este tren, con paradas incluidas, no lo es tanto, y apenas tarda algo más de media hora por encima de lo que habría empleado un coche.
2. Ronda-Algeciras
Tren: MD-13062. / Distancia: 101 kilómetros. / Tiempo: 1 hora y 40 minutos. / Precio: 11,50 euros. / Paradas intermedias: Benaoján-Montejaque, Jimera de Líbar, Cortes de la Frontera, Gaucín, Jimena de la Frontera, San Roque-La Línea.
Hay tres trenes al día en este sentido. Merece la pena coger el Media Distancia porque el Intercity que hace el mismo recorrido tarda ocho minutos menos, pero cuesta más del doble, 24,10 euros en lugar de 11,50 euros. En la estación de Ronda, a 1,1 kilómetros andando del famoso Tajo, subimos al MD-13062 que sale de aquí a las 11.08 de la mañana. Viene desde la estación de Antequera-Santa Ana, y va con destino a Algeciras, la ciudad con el mayor puerto comercial de España (el 19% de las mercancías pasan por aquí) y también el puerto de embarque para ir de Europa a África a través de Ceuta o Tánger, al otro lado del Estrecho. Por eso este tren tiene una impronta cosmopolita, acrecentada por el hecho de ser también, desde la estación de San Roque-La Línea, la puerta de Gibraltar.
La vía de tren, entre las provincias de Málaga y Cádiz, va encajonada en el estrecho valle del río Guadiaro, flanqueada por las moles rocosas de las sierras de Cádiz y de Ronda. Su itinerario es de lo más exclusivo: discurre entre el parque natural de Grazalema y el parque nacional de la Sierra de las Nieves, para luego adentrarse en los bosques del Parque Natural de Los Alcornocales a medida que se acerca a la bahía algecireña, en el Mediterráneo. El viajero podría apearse en cualquiera de las paradas intermedias y seguir en tren otro día, porque cada lugar promete una aventura. De la estación de Benaoján-Montejaque (que a muchos les sonará por el campamento de la Legión) se podría ir, por ejemplo, a ver las pinturas rupestres de la cueva de La Pileta.
El paseo en tren cubre en menos de dos horas y por menos de doce euros el mítico trayecto entre Gibraltar y la sierra que los contrabandistas antiguos, los fugitivos o los maquis realizaban en varias jornadas a pie y con sus bestias de carga, escondiéndose de la guardia civil.
La llegada a Algeciras despierta también el interrogante sobre cuándo la Unión Europea, España, Marruecos y otros países africanos retomarán el viejo proyecto para unir Europa y África mediante un túnel bajo el suelo marino del Estrecho de Gibraltar, un proyecto costoso debido a la profundidad del mar en esta zona, pero que tendría un impacto planetario al convertirse en el primer enlace fijo entre los dos continentes, ahora dependientes de los barcos y los aviones. Una comisión de ingenieros hispano-marroquí estudió el suelo y se hicieron sondeos en el siglo XX. Y hasta ahora.
3. Mérida-Almadén
Tren: Regional Expreso-18777. / Distancia: 217 kilómetros. / Tiempo: 2 horas y 26 minutos. / Precio: 15,85 euros. / Paradas intermedias: Guareña, Valdetorres, Don Benito, Villanueva de la Serena, Campanario, Castuera, Almorchón, Cabeza del Buey, Guadalmez-Los Pedroches.
Una de las maravillas de viajar en tren es la toponimia reflejada en los carteles de las estaciones y apeaderos por donde pasa. Los nombres de los pueblos que une son una delicia. Esa geografía íntima, secreta, desconocida de España se revela fugazmente y reivindica su sitio en el mapa.
Ocurre también a bordo del Regional Expreso-18777 que cubre el trayecto entre Badajoz, en la frontera portuguesa, y Puertollano, en Ciudad Real. En esta ocasión, nos subiremos un poco después, en Mérida, la capital extremeña, a las 15.30 de la tarde (una hora después de partir de Badajoz), para llegar a la estación de Almadenejos-Almadén a las 17.56, después de poco menos de dos horas y media de viaje.
Lo singular de esta vía es que, a diferencia de otras muchas del mapa ferroviario español, no es radial, desde Madrid hacia los extremos, ni costera, sino transversal e interior, para comunicar dos puntos poco transitados y bastante despoblados de la España rural, de Extremadura a Castilla-La Mancha. Empezamos en la vega del río Guadiana, en fértiles tierras como las de Guareña, y acabamos en las antiguas minas de Almadén. Desde los campos agrícolas, el tren se adentra después en la dehesa al norte de Sierra Morena, donde limitan las provincias de Badajoz, Córdoba y Ciudad Real.
Lo singular de esta vía de Extremadura a Castilla-La Mancha es que no es radial desde Madrid ni costera, sino interior
El viaje sirve también para repasar la política y la integración territorial española, pues pasamos por dos municipios que hace pocos meses han decidido en referéndum unirse en uno solo, Don Benito y Villanueva de la Serena; y también recalamos en otro, Castuera, que brinda una lección de historia, por el campo de concentración de presos republicanos que hubo allí.
Hay dos trenes al día en este sentido, y el que hemos tomado es el más barato. En Extremadura llevan años denunciando las averías de su red ferroviaria, como síntomas, dicen, de su abandono y atraso. Habrá ocasión de comprobar si la situación ha mejorado. Mientras, las obras del AVE siguen camino de Badajoz.
4. Zaragoza-Huesca (y continuación a Canfranc)
Tren: Regional-15640. / Distancia: 74 kilómetros. / Tiempo: 55 minutos. / Precio: 7,40 euros. / Paradas intermedias: Villanueva de Gállego, Tardienta.
Circulan seis trenes al día de Zaragoza a Huesca, a 7,40 euros el billete. Nosotros podemos elegir el que sale de la estación de Zaragoza-Goya a las 8.51 de la mañana (y que ya ha salido de su origen en Zaragoza-Delicias a las 8.43). Hay cuatro estaciones en la capital aragonesa y por las cuatro pasa este Regional antes de salir de la ciudad camino de los Pirineos, al norte. Estamos, entre Zaragoza y Huesca, en otro de los territorios más afectados por la despoblación en España, algo que, como en el antiguo Oeste, podría cambiar si con el tren llegaran nuevos habitantes a este paisaje que empieza con aire desértico y va cobrando verdor conforme sube en altitud.
Si dispone de más tiempo, el viajero puede continuar desde Huesca hasta el final de la línea en la nueva estación de Canfranc, junto a la espectacular estación antigua. Su edificio se inauguró en 1928 como lujoso nudo ferroviario entre España y Francia. Quedó abandonado entre montañas como un gigantesco buque fantasma desde el cierre de la línea transfronteriza en 1970, tras un accidente ferroviario sin víctimas. Ahora preparan su renacimiento a la espera de que se ponga en marcha el acuerdo hispanofrancés para reabrir la comunicación.
A Canfranc, ojo, sólo llegan cada día dos de los seis trenes que salen desde Zaragoza a Huesca, el de las 8.51 que hemos tomado y el de las 15.49. Si de Huesca vamos a Canfranc, pasaremos por otro poema topográfico formado por los nombres de las paradas intermedias: Ayerbe, Riglos, Santa María y La Peña, Anzánigo, Caldearenas-Aquilué, Sabiñánigo, Jaca, Castiello-Pueblo, Villanúa-Letranz... Hasta alcanzar la cinematográfica estación término de Canfranc a las 12.29 horas, tras 3 horas y 38 minutos de paseo desde Zaragoza. El billete Zaragoza-Canfranc nos costaría 16,90 euros.
5. La Coruña-Vigo
Tren: Regional-12431. / Distancia: 150 kilómetros. / Tiempo: 2 horas y 9 minutos. / Precio: 15,85 euros. / Paradas intermedias: Uxes, Cerceda-Meirama, Ordes, Santiago de Compostela, Padrón, Pontecesures, Catoira, Vilagarcia de Arousa, Pontevedra, Arcade, Redondela-Picota, Redondela.
España es más bonita desde un tren lento, y esa impresión termina de confirmarse en el viaje entre La Coruña y Vigo, donde acaba la línea por la costa sur de Galicia. En su periplo, Tom Chesshyre se subió al tren en La Coruña con destino a Santiago de Compostela, la capital de los peregrinos del camino de Santiago, y luego continuó hacia Orense, rumbo a Castilla y León y Madrid. Nosotros, esta vez, proponemos otra variante, que es dirigirse desde Santiago a Vigo.
Con el Regional 12431 recibiremos una clase esencial de la geografía gallega, alternando los campos y las rías
De esta manera, con el Regional 12431, recibiremos una clase esencial de la geografía gallega en las poco más de dos horas que dura esta gozada de viaje, pues vamos alternando suavemente el paisaje rural típico de Galicia, de aldeas dispersas, campos, viñedos, bosques y hórreos, con el marino de dos de sus rías. El tren recorre el litoral, tan azul y verde, de la ría de Villagarcía de Arosa, o Vilagarcia de Arousa, que además de ser el territorio mítico de las lanchas de los traficantes de droga, es un escenario natural idílico. Luego bordea la ría de Vigo y pasa por debajo del impresionante puente de Rande que une sus dos orillas.
Hay bastantes trenes en esta ruta cada día, pero hemos cogido adrede uno de los más lentos y baratos, el que sale de La Coruña a las 15.50 y llega a las 17.59 a la estación antigua de Vigo, la de Guixar, junto al puerto (han abierto hace unos meses la nueva de Urzáiz, para el AVE). El recorrido, y mejor aún si hace sol, como nos tocó ese día de otoño, es una suave sonata visual de 2 horas y 9 minutos. Se podría encender una cámara de alta definición y grabar el encuadre de la ventana, para repetir luego en casa, sin más montaje, esa experiencia lineal del mundo. Aunque este viaje, como los otros cuatro, será tan inolvidable que bastará con proyectarlo en la pantalla silenciosa del recuerdo. Se llamará Memorias de los trenes lentos.
Al acabar los cinco viajes, nos percatamos de otro punto coincidente de todos ellos: casualmente, hemos elegido cinco trayectos que, por una punta u otra de su itinerario, empiezan o acaban en un extremo de la vía. El tren no sigue más allá: ni de Badajoz, ni de Vigo Guixar hacia Portugal, ni de Algeciras, Almería o Canfranc. Son los límites de la gran red ferroviaria española. El final del viaje. O el principio de uno nuevo.
Madrid-Criptana, el Tren de los Molinos
El sábado 14 de mayo se pone en marcha el Tren de los Molinos, una nueva línea turística temática de Renfe que une Madrid (sale de la estación de Chamartín y pasa por la de Cercanías de Atocha) con el pueblo manchego de Campo de Criptana, en Ciudad Real. Los viajeros conocerán aquí los molinos que inspiraron a Cervantes la memorable escena en que Don Quijote los atacó creyéndolos gigantes. La desigual batalla se desarrolla en el capítulo 8 del primer libro del Quijote.
El Tren de los Molinos circulará únicamente ocho días este año, en viajes con regreso en la misma jornada y siempre en sábado: 14 y 28 mayo, 11 y 18 de junio, 10 y 24 de septiembre y 8 y 22 de octubre. Los billetes de ida y vuelta cuestan 45 euros para adultos y 20 euros para menores de 14 años. La excursión es gratis para los niños hasta cuatro años que no ocupen asiento.
El trayecto irá amenizado por un grupo de actores. En el destino, los pasajeros participarán en una visita guiada a los monumentos de Campo de Criptana y su entorno, como el Pozo de Nieve, junto a la ermita del Cristo de Villajos, patrono de la localidad. El billete incluye también la visita a una bodega, con degustación, y a los molinos.
El alcalde del municipio, Santiago Lázaro, del PSOE, historiador de profesión, califica de pequeño hecho histórico la decisión de Renfe. Hasta ahora solo existía un viaje férreo temático en Castilla-La Mancha: el Tren Medieval Madrid-Sigüenza (Guadalajara).