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Felipe González es, desde febrero de 2022, ciudadano de la República Dominicana, país que frecuenta cada vez más en los últimos tiempos, encantado por el trato que le dispensan el gobierno caribeño, socialdemócrata, y, muy especialmente, un par de amigos enriquecidos que le tratan a cuerpo de rey en sus dominios.
Uno de ellos es el español Jesús Jhonás Barderas, que desde que llegó al país, en 1986, se ha desvivido por ser el anfitrión de cualquier alto cargo socialista español de visita. En su mansión de lujo de Casa de Campo, en La Romana, han pernoctado varios de ellos, pero ninguno ha tenido el privilegio del que goza su íntimo Felipe González. En el dintel de la puerta de una de sus habitaciones más espaciosas figura una plaquita que reza "Felipe". Está reservada permanente y exclusivamente para el expolítico.
Barderas es el único de los viejos amigos que le van quedando a González del círculo en el que destacaban Enrique Sarasola Lerchundi y el constructor Luis García Cereceda. Barderas le conoció en vísperas de convertirse en presidente del gobierno. A este oriundo de Arenas de San Pedro (Ávila) lo describen sus amistades de entonces como "muy habilidoso, locuaz y divertido".
Después de haberse licenciado en Empresariales, Barderas no tenía mayor oficio ni beneficio que haber sido nombrado secretario general del Hogar de Ávila en Madrid, un club social donde mitigar la añoranza del terruño con reuniones y actividades folclóricas. De traje y corbata a diario, de tonos marrones, normalmente, sus conocidos recuerdan las bromas por su costumbre, casi un tic, de presentarse siempre, raudo y con ínfulas, como "Jesús Barderas Martín, secretario general del Hogar de Ávila".
Desde la segunda semana de cada mes, agotada la paga que le pasaba su padre, senador por UCD, "andaba a la sopa", a expensas de que sus amistades más desahogadas le invitasen a comer y cenar. Uno de ellos era su paisano Julián Muñoz, quien fue alcalde de Marbella y pareja sentimental de la tonadillera Isabel Pantoja, encarcelados ambos por los casos Malaya y Blanqueo.
Dos de aquellos amigos rememoran el arte con que Barderas accedió a los máximos dirigentes del partido socialista gracias a una amiga, de anatomía y belleza despampanantes. Labró una bonita amistad y complicidad con Felipe González y también con su inseparable Enrique Sarasola, empresario, apostador nato, que siempre se jactó de haber apadrinado y patrocinado a González como su "mejor apuesta".
De golpe y porrazo, al acceder el PSOE al gobierno, sin más experiencia que la del Hogar de Ávila sin sueldo, Barderas fue nombrado director del gabinete técnico de la presidencia del Banco Exterior de España, de propiedad estatal. Cuando, dos años después, el presidente de la entidad, Francisco Fernández Ordóñez, fue nombrado por González ministro de Exteriores, "encargó que 'cesaran' sin contemplaciones a Jesús Barderas", comenta Alberto Flores Valencia, amplio conocedor de los trapos más sucios del PSOE de los años ochenta y noventa del pasado siglo, condenado por el caso Filesa, la trama para la financiación ilegal del partido. "Lo que se decía entonces es que Fernández Ordóñez quería frenar las operaciones que Barderas había comenzado a desplegar gracias a su cargo en el Banco Exterior", añade.
En 1986, Sarasola, rey del pelotazo del felipismo, se asocia con Barderas para adquirir una paradisiaca playa
Justo a continuación recala en Santo Domingo (capital de República Dominicana), como colaborador de Enrique Sarasola, con el cometido de rastrear negocios y estar cerca del candidato presidencial del socialdemócrata Partido Revolucionario Dominicano. En 1986, Sarasola, el rey del pelotazo del felipismo, se asocia con Barderas para adquirir una paradisiaca playa al norte del país, en la bahía de Rincón, cerca de Cabo Cabrón y Samaná. Aquel fue el origen de los rumores sobre fortunas ocultas de Felipe González, de los que no ha logrado desmarcarse desde entonces. Es un tema recurrente, proporcional a sus numerosas visitas al país caribeño y a los escándalos periódicos en que aparecen sus anfitriones.
La fortuna de Felipe
Sarasola presumió de aquella compra de playa Rincón. Hasta el punto de declarar: "Aquí me voy a llevar a vivir a Felipe González cuando deje la Presidencia del Gobierno". Suficiente para alentar los rumores desatados desde que José Luis de Vilallonga y Cabeza de Vaca contó a la cadena SER una conversación con Sarasola en su apartamento de París. Le dijo que se estaría "forrando" con tantas comisiones. "No, yo no tanto, porque había que construirle una pequeña fortuna al presidente", le contesta el turbio empresario, según la trascripción de Diario 16 (10/11/1994). Luego trató de rebajar la polémica, atribuyendo aquella confidencia a las altas horas de madrugada, la farra y el exceso de alcohol.
Una vez fallecido Sarasola, cuya amistad con González no se resintió ni por estar involucrado en numerosos casos de corrupción y tráfico de influencias, ni por haberle metido en casa a personajes como el narcotraficante Pablo Escobar o el traficante de armas Adnan Khashoggi, Jesús Barderas heredó todas aquellas polémicas. Máxime al haber sido señalado como "testaferro" del rey del pelotazo en alguna de las querellas por alzamiento de bienes y fraude que le llevaron a compartir banquillo de los acusados en los años 90.
La amistad de Sarasola con González no se resintió por haberle metido en casa a Pablo Escobar o Adnan Khashoggi
Ahora, cada vez que González visita la República Dominicana, limita sus estancias en la capital a lo imprescindible para cumplir con compromisos sociales y políticos, normalmente organizados por sus amigos. También dedica tiempo a visitar a su sobrina, María José Rincón, empleada en el consulado de España en los tiempos en que el hoy dominicano a los 80 años era presidente del Gobierno (aunque ni él pidió el favor ni ella usó su parentesco en la contratación).
Hija de Maruja González Márquez, María José es una brillante doctora en Filología Hispánica, lexicógrafa y miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. Concretamente, ocupa desde 2011 el sillón Z, un guiño del destino para esta sevillana que no ha perdido su acento pese a sus treinta años de residencia en el país.
El expresidente del Gobierno prefiere desplazarse inmediatamente a La Romana, a la villa de Jesús Barderas en la que siempre tiene una habitación dispuesta, así como al complejo turístico Cap Cana, propiedad de la familia de su segundo gran amigo en la isla, Abraham Hazoury, y envuelta desde sus orígenes en mil polémicas, como haber provocado la quiebra de muchos y tratar de estafar a su socio Donald Trump.
El expresidente se aloja en la villa de Jesús Barderas en La Romana o en Cap Cana, de la familia de Abraham Hazoury
De origen libanés, Hazoury fue nacionalizado español de manera privilegiada en 2009, junto a todos sus hermanos, por el gobierno de Rodríguez Zapatero, otro conocido de Jesús Barderas, justo cuando peligraba su visado de los Estados Unidos por un impago de 30 millones de dólares a una agencia gubernamental, agravado por el hecho de que el agente de los Hazoury hubiera sobornado a funcionarios públicos.
Barderas ha sido vicepresidente de Cap Cana, además de desarrollar varios hoteles ahí. A uno de ellos, el Fishing Lodge, presuntamente se desviaron 18 millones de euros de la Junta de Andalucía, según la acusación de uno de los imputados en el Caso ERE, Eduardo Pascual Arxé, expresidente de Vitalia, que añadió ante la juez Mercedes Alaya que "el Sr. Barderas es la persona que en representación del PSOE lleva todo el tema de las inversiones internacionales en Sudamérica".
En otro sonoro caso, Land, que se juzga ahora mismo, José Manuel Villarejo habló también de "mi buen amigo Jesusito Barderas", por supuestamente solicitar sus servicios en nombre del ciudadano dominicano a los ochenta años: "El señor Felipe González, a través de su testaferro, amigo, socio o como quieran llamarle en República Dominicana, Jesús Barderas, al que yo conocía y conozco, me pidió que ayudara", declaró el excomisario Villarejo recientemente.
Villarejo declaró que González solicitó sus servicios a través de su "testaferro, amigo, socio" en la isla, Barderas
Hazoury y Barderas se convirtieron en socios, precisamente, por un gran problema que tuvo la playa de Bahía Rincón, el origen del idilio de los amigos de Felipe González con la República Dominicana. Era muy difícil desarrollarla y llevar turistas de Europa sin un aeropuerto cercano. Aquello desembocó en una concesión polémica de los aeropuertos estatales dominicanos con la que se alzaron ambos socios, lo que cambió sus vidas. La vendieron posteriormente por entre 700 y 1.000 millones de dólares. A partir de entonces comparten intereses en Bahía Rincón (proyecto empantanado por querellas judiciales) y Cap Cana, en la República Dominicana, pero también en otros países, como Panamá.
Sin embargo, ninguna de esas polémicas afectan a sus relaciones con Felipe González, por más que todas se convierten automáticamente en titulares en los que figura siempre la coletilla de "amigo de Felipe González". Por ejemplo, ya que hablábamos de Panamá, en las noticias que siguieron a la filtración de los Papeles de Panamá, al saberse que Barderas era el titular de medio centenar de firmas offshore en el despacho Mossack Fonseca. Su amigo Abraham Hazoury, con similar querencia por las compañías opacas, compartía alguna.
Otros conocidos caribeños
Felipe González ha seguido acudiendo a las propiedades de sus amigos como si nada. En ambos escenarios nunca faltan reuniones aparentemente informales en las que Barderas y Hazoury aprovechan la presencia de Felipe González, que sigue teniendo el mismo carisma de "encantador de serpientes" y lo hace valer como el mejor relaciones públicas o asesor estratégico, de lo cual puede dar fe su amigo el empresario mexicano Carlos Slim. También hacen valer su papel de íntimos y anfitriones de Felipe para estrechar sus lazos con representantes del mundo de la política y la economía, no sólo locales, con los que convenga afianzar lazos, limar asperezas o explorar nuevas inversiones.
Después de alguno de esos encuentros se han producido coincidencias como la que siguió a la presencia de quien era presidente de Panamá Martín Torrijos, hijo del histórico general que tan amigo fue de Felipe. Poco después, los amigos de González iniciaban en el istmo panameño un ambicioso proyecto de refinerías de petróleo que acabó en medio de polémicas medioambientales y de compra de terrenos al suegro de un viceministro de Industria, sin solución de continuidad cuando Torrijos finalizó su mandato.
Otro viejo conocido de Felipe con quien coincide en sus visitas es el venezolano Gustavo Cisneros
Otro viejo conocido de Felipe con quien coincide en sus visitas a Cap Cana y Casa de Campo es el venezolano Gustavo Cisneros, considerado el Sarasola de CAP (el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez), archiconocido en la España felipista por la escandalosa venta de Galerías Preciados, tras la expropiación de Rumasa. Estos encuentros desembocaron en que Felipe González hace unos años se hiciera cargo de la defensa del opositor venezolano Leopoldo López, cuya madre ha estado ligada laboralmente a Cisneros.
Curiosamente, aquello no le ha causado ningún conflicto moral a González con el hecho de ser asiduo de Cap Cana, a la que el novelista y periodista Jaime Bayly llama "la Disneylandia de los ladrones chavistas", por haber propiciado sus propietarios la instalación de numerosos jerarcas que hoy día son reclamados por la justicia de medio mundo, incluida la de EE.UU., que no ha dudado en enviar agentes del FBI para registrar algunas de sus mansiones.
Por ejemplo, los recientemente extraditados desde España a EE.UU. Claudia Patricia Díaz, extesorera y exenfermera de Hugo Chávez, y su marido, el capitán Adrián Velásquez, edecán del líder chavista, poseen ahí varias propiedades que se han demostrado que son sobornos en especie. Hasta Nicolás Maduro posee allí una mansión, La Caracola, adquirida por 18 millones de dólares en efectivo por connotados testaferros que hoy día están en busca y captura en EE.UU. por narcotráfico y blanqueo de capitales.
Llaman a Cap Cana "la Disneylandia de los ladrones chavistas", por las mansiones que son sobornos en especie
Felipe González ya ha visitado Cap Cana como ciudadano dominicano, en los mismos días en que recibió la ciudadanía de manos del presidente de la República, Luis Abinader, y más recientemente, con una discreción absoluta. Siempre le esperan en el país con los brazos abiertos, sobre todo sus dos amigos, Jesús Barderas y Abraham Hazoury, que, curiosamente, han hecho de sus vidas empresariales en República Dominicana toda una oda a los pelotazos que caracterizaron la España de los gobiernos de su idolatrado Felipe González, con carné caribeño a los ochenta años.
No sólo le tienen como máximo referente en sus negocios. Para ellos es todo un gurú y han convertido sus domicilios en santuarios repletos de fotografías con su amigo. Rellenan sus ausencias dejando claro a cualquiera, incluso recién conocidos, que mantienen con el expresidente una amistad entrañable, enriquecedora, a la par que muy interesante.
La versión de Barderas
Jesús Barderas ha precisado que es "falso" que Francisco Fernández Ordóñez, tras ser nombrado ministro de Exteriores, ordenara su cese en el Banco Exterior de España.
"La realidad", explica, "es que me ofreció una posición relevante en ese Ministerio, que decliné porque jamás me ha interesado ejercer funciones públicas en la Administración. Con Fernández Ordóñez mantuve una estrecha relación personal y de amistad hasta su fallecimiento".
Barderas también rechaza haber tenido negocios o sociedades con Felipe González, así como la condición de "testaferro" del expresidente del Gobierno.
"Es absolutamente falso que una supuesta compra de suelo en Bahía Rincón tenga relación alguna con la adjudicación de la concesión aeroportuaria que se produjo en República Dominicana a través de una licitación pública, transparente y abierta, y que se llevó a cabo más de 12 años después de dicha adquisición", afirma.
Niega igualmente haber tenido relaciones de negocios con el expresidente panameño Martín Torrijos y rechaza "cualquier tipo de participación" en el asunto de los ERE.
"Es falso que tuviera participación alguna en el desvío de 18 millones de euros a la Republica Dominicana ni a ningún otro lugar", afirma. "No he tenido relación de ningún tipo con el holding Vitalia ni conozco a sus administradores", señala.
"Tampoco he participado en trama alguna de financiación del Partido Socialista Obrero Español ni he desviado, negociado o percibido, ni directa ni indirectamente, cantidad alguna procedente de los ERE".
De hecho, Barderas nunca ha sido denunciado ni investigado en ese procedimiento y ni siquiera se le ha llamado como testigo "por ser totalmente ajeno" al caso.
El empresario manifesta que "jamás he tenido ningún tipo de relación de amistad, ni de ninguna índole, con Villarejo", de cuyas actividades "jamás he tenido conocimiento".
Del mismo modo, indica que "es falso que tenga 50 sociedades 'opacas' en Panamá".
"No soy residente fiscal en España desde hace más de 37 años", afirma. "He constituido sociedades en Panamá y en otras jurisdicciones, pero todas ellas son sociedades que desde su constitución han tenido siempre por finalidad el desarrollo de proyectos legítimos y reales de inversión financiera, inmobiliaria y turística. Son compañías en las que, de forma transparente y pública, figuro como presidente o director, accionista o beneficiario final".