El custodio de los restos mortales de al menos uno de los Tres Reyes Magos de Oriente se llama Darío Azizian y es un párroco de un templo cristiano situado en la provincia iraní de Azerbaiyán Occidental, no muy lejos de la frontera turca. Son varios los lugares que se disputan el lugar de enterramiento de los restos de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero quizá el menos conocido sea el terreno sobre el que se erigió esta iglesia de nueva construcción consagrada a Santa María donde el sacerdote vive junto a su esposa Eilosh y su familia. El pastor pertenece a una iglesia oriental llamada Asiria del Este que sí permite los matrimonios de los clérigos.
Según las fuentes asirias sobre las que se sustenta esta historia, "el edificio original se levantó sobre un Templo del Fuego de Zoroastro", un dato verdaderamente significativo, considerando que el grueso de los estudiosos de la Biblia coinciden en que Melchor, Gaspar y Baltasar no eran reyes, pero sí sacerdotes zoroastrianos o mazdeístas llegados desde algún lugar del Imperio Persa. Que el fundador de su religión procediera de Urmia da consistencia a ese relato.
"En realidad, no están enterrados los tres, sino sólo uno de ellos", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio el reverendo Azizian desde Irán, sin concretar cuál de los tres. Antiguamente, existía una lápida en el recinto que narraba la historia de los Magos o magai y cómo viajaron a Palestina para adorar al Mesías siguiendo el rastro de una estrella. A juzgar por lo que dice Azizian, los Magos convirtieron el templo zoroastriano en una iglesia a su retorno de Jerusalén tras burlar a Herodes y pasaron el resto de sus vidas difundiendo la fe cristiana. "Es por ello que se cree que los Reyes Magos fueron enterrados en los terrenos de ese templo", afirma. La lápida que refería este episodio fue retirada durante la Primera Guerra Mundial por las fuerzas rusas y posteriormente trasladada a un museo en Kiev.
No hay ninguna cámara o tumba o una especie de relicario donde esos restos se custodien. "No podemos saber dónde está enterrado el rey porque el templo original fue destruido y reemplazado por un nuevo edificio", aclara el padre Azizian.
Esta misma historia que nos cuenta el párroco precisa que la iglesia Naneh Maryam o de Santa María es una de las más antiguas de Irán y fue construida en el año 32 después de Cristo. Los arquéologos creen que la iglesia data en realidad de la época sasánida (del siglo III de nuestra era). Una princesa china, que contribuyó a su reconstrucción en el año 642, tiene su nombre grabado en una piedra en la pared de la iglesia y el famoso viajero italiano Marco Polo también describió el lugar durante su visita a la ciudad, de camino a Tabriz y Samarcanda.
En los albores de la Primera Guerra Mundial, los rusos la convirtieron en una iglesia ortodoxa rusa. El edificio, tal y como es visible hoy, fue restaurado en la década de 1960, al tiempo que se construía una iglesia moderna bastante desangelada junto a la antigua. Llama la atención ver a la muchachas en el interior de su recinto charlando o paseando sin el velo, lo que hace algunos años llegó a crear problemas porque los jóvenes musulmanes se acercaban hasta el muro a espiar a las chicas cristianas con el cabello descubierto.
Lo cierto es que ni siquiera en el propio Irán terminan de ponerse de acuerdo los cristianos acerca del lugar donde yacen los Tres Reyes Magos enterrados. El Evangelio de la infancia armenio, apócrifo también, refiere que los magos eran hermanos, pero uno reinaba en Persia, el otro en India y el tercero, en Arabia, mientras que Marco Polo no duda en situar el origen de los tres en Saba, nombre con el que el veneciano designaba a la actual Saveh, un importante centro religioso situado a un centenar de kilómetros al suroeste de Teherán.
"Persia es una grandísima provincia que antiguamente fue muy noble y de gran importancia, pero en la actualidad los tártaros la han destruido y devastado en su mayor parte y es más pequeña que antes. En Persia está la ciudad que se llama Sava, de donde partieron los tres Magos cuando fueron a adorar a Jesucristo", escribió el viajero en el capítulo XXXI del Libro de las maravillas.
La crónica prosigue: "En esta ciudad se dice que están sepultados los tres Magos en tres sepulturas muy grandes y hermosas, encima de cada sepultura hay una casa cuadrada, redonda por la cima, muy bien trabajada, y están unas al lado de otras. Los cuerpos todavía están enteros, y tienen cabellos y barba como cuando estaban vivos. Uno tenía por nombre Baltasar, el segundo Gaspar, el tercero Melchor. Mícer Marco fue a esta ciudad y preguntó a varias personas sobre la vida de estos Magos, pero ninguno supo decirle nada, salvo que se decía que allí había tres reyes, amigos los tres, que fueron sepultados antiguamente. Pero por otras gentes de la provincia supo lo que os he de contar. Y no hay que despreciarlo como cosa falsa".
Hay quien venera sus restos en la llamada Iglesia Negra o Kara Kelisa, otro templo cristiano de origen armenio situado no muy lejos de Urmia, también en la provincia del Azerbaiyán occidental de Irán (no confundir con el país del mismo nombre). Y ellos no son los únicos. En el libro Enigmas de la Biblia, Beretta y Broli cuentan que la reina Elena, madre de Constantino, halló sus restos durante una expedición a Palestina, en el siglo VI, y se los llevó consigo a Constantinopla y a Milán, donde le fueron entregados como regalo al obispo Eustorgio. De esta última ciudad fueron tomados por el emperador Federico Barbarroja en 1164, "quien organizó un espectacular traslado hasta Colonia, en cuya catedral se encuentran todavía".
Lo cierto es que mencionar Urmia como patria de los Reyes Magos tiene pleno sentido, dado que se cree que el propio Zaratustra o Zoroastro nació en esa ciudad, lo que, probablemente, la convirtió en un centro de irradiacion del mazdeísmo o zoroastrismo. El asunto no es baladí porque el relato de los Reyes Magos pudo estar inspirado por alguna historia zoroastriana sacada de su contexto. Lo curioso es que, aunque los cristianos iraníes reclamen para sí el origen y el lugar de enterramiento de sus majestades, la tradición de los fieles de la Iglesia Asiria del Este a la que pertenece el templo de Santa María apenas presta atención a la escena de la Adoración. Ni siquiera celebran, como los iberoamericanos, el Dia de Reyes. En Oriente Medio se ha impuesto San Nicolás, que sí está presente en las celebraciones navideñas de Urmia.
Tampoco los zoroastrianos comunes de Oriente Medio saben mucho de los magos aunque fueran tres de los suyos. "¿Los Reyes Magos? Eran tres sabios que viajaron desde Grecia a Palestina para honrar a Jesús tras su humilde nacimiento en un pesebre", susurra Samuel a la puerta del hotel de Yereván donde trabaja.
Aunque vive en la capital de Armenia, Samuel nació en Irán de un padre kurdo y una madre cristiana. Lo interesante de él es que él mismo es uno de esos pocos fieles mazdeístas que todavía quedan en el mundo y, a pesar de ello, lo desconoce casi todo acerca de la historia legendaria que conecta a los protagonistas de la Adoración con la casta sacerdotal de su propia religión. Y lo poco que sabe se lo debe a la lectura de Mateo, de ahí que erróneamente le atribuya a los magai o magos un origen griego: ha confundido la lengua en la que fue escrito ese evangelio con el origen de lo que los anglosajones llaman 'Reyes Sabios'.
"Pero si en realidad se dice que eran seguidores persas de Zaratustra como tú", le objetamos. Samuel guarda silencio junto a la máquina de vending de café de la estación de autobuses de Yereván y, mientras introduce una moneda para sacar un mocaccino, espeta: "Es que nosotros, los zoroastrianos, no prestamos mucha atención a esa historia de los magos". Lleva razón. Los mazdeístas nunca han reclamado un gran conocimiento sobre Melchor, Gaspar y Baltasar pese a que hay indicios sólidos de que la historia está extraída de la tradición de Zaratustra, cuyos himnos son muy anteriores al cristianismo. Se conjetura que podría ser una licencia retórica introducida en el evangelio para honrar al Niño Dios con la presencia y adoración de los sacerdotes zoroastrianos, muy respetados por los hebreos.
A la postre, no hay ningún lugar en el mundo donde se celebre como en España e Iberoamérica el día de la Adoración. También los alemanes, los polacos u otras comunidades de católicos le dedican cada 6 de enero atención a los monarcas, pero su protagonismo en la cultura popular no es comparable a la Península u otros países como México. De modo que, cada año, los medios hispanohablantes desempolvan de oficio por estas mismas fechas el clásico artículo historiográfico sobre el supuesto origen de los Tres Reyes donde se enumeran, se reiteran y se engordan todos los clichés acumulados a lo largo de la historia.
La primera de las certezas más o menos incuestionables es que no eran necesariamente tres, y menos todavía reyes (se asume que son licencias poéticas de los autores de los evangelios canónicos y apócrifos y de escritores posteriores). En cierto modo, tampoco eran magos en el sentido de la acepción actual del término, sino sacerdotes. Y, por supuesto, viajaron a Palestina desde Oriente Medio y, más concretamente, desde algún lugar del Imperio Persa que algunos sitúan en Babilonia y otros en el moderno Irán.
Lo curioso es que para la mayoría de los cristianos orientales (muy especialmente los de las iglesias autocéfalas no conectadas al Vaticano), el eco de esta historia tan celebrada por los niños españoles apenas reverbera en el acervo popular. Ni los siriaco-ortodoxos ni los asirios (dos de esas iglesias orientales independientes) prestan atención a la Adoración cuando conmemoran, como los católicos o los caldeos (cristianos orientales de obediencia vaticana), cada 6 de enero, su particular versión del Día de la Epifanía. Simplemente, lo de los reyes les deja casi indiferentes.
Pese a todas las elucubraciones que compiten por explicar su origen, las preguntas continúan intactas. ¿Quiénes se supone que eran? ¿De dónde vinieron? Proseguimos por Mesopotamia para rastrear la presencia de los monarcas que no son tales y pulsamos la atmósfera de Tur Abdin (Turquía), uno de los jalones que los magai supuestamente atravesaron en su periplo desde Persia a Palestina. Literalmente, Tur Abdin significa Montes de los Siervos de Dios en turoyo o suriani, la variante montañesa actual del asirio o arameo hablada por los cristianos de ese fascinante rincón de la Anatolia.
Hay pocos lugares más bellos en el mundo que la ciudad de Mardin o los monasterios que salpican las tierras montuosas que lo circundan, un magnífico acantilado abismado al desierto de la Yazira y a las llanuras pedregosas del norte de Mesopotamia. Uno de los conjunto monásticos más hermosos es el de Deir-ul-Zafarán, cuyo nombre se debe al color azafranado de las piedras con el que fue erigido.
El cenobio fue construido por los siriaco-ortodoxos en torno a una comunidad de eremitas que hace muchos siglos competían extravagantemente en rigor ascético pasando sus días en lo alto de una columna como Simeón el estilita o aupados en un árbol como los dendritas, cuando no semisepultados en el suelo. Originalmente, había en el lugar un templo zoroastriano. Entre los muros de Deir-ul-zafaran todavía reside una comunidad de monjes y un obispo jacobita, no muy lejos de las tierras donde se oculta y opera la milicia kurda del PKK. La violencia se ha enseñoreado de la vieja ruta de los Reyes Magos, y no solo en las etapas finales palestinas.
"Lo que sucede es que no hay espacio en nuestra Iglesia para la tradición que usted menciona", dice a este diario Younon Gares, secretario del episcopado jacobita de Tur Abdín. En su momento de máximo esplendor, los siro-ortodoxos (nada que ver con los rusos o los griegos) llegaron a tener cerca de veinte sedes metropolitanas. Hoy se estima que tienen en torno a 400.000 fieles, la mayoría repartidos entre Oriente Medio y la diáspora de Occidente. La sede del patriarca ortodoxo siriano de Antioquía (su máxima autoridad eclesiástica) estaba en Mardin antes de la Primera Guerra Mundial, y luego pasó al monasterio de Deir ul-Zafaran. A partir de 1932 se trasladó a Homs, y finalmente, desde 1959, a Damasco. Gares nos habla justamente desde Deir ul-Zafaran.
"Nosotros celebramos cada 6 de enero la Fiesta del Bautismo del Señor, pero los Reyes que menciona no tienen ningún papel dentro de nuestra tradición", prosigue el secretario. En efecto, el equivalente siriaco del Día de la Epifanía católico (denominación alternativa del Día de los Reyes Magos) conmemora el momento en el que Jesús desciende al río Jordán para ser bautizado por Juan.
Ellos lo llaman Denho y es igualmente una festividad de la Epifanía, solo que la revelación que ellos rememoran es la que se produce en el Jordán y no la del pesebre palestino. "En el pasado, la gente de Tur Abdín solía celebrar el día haciendo una ablución ritual en un río o en un estanque, pero con el declive del cristianismo en la región, la tradición ha cambiado y ahora algunas personas realizan las abluciones en sus casas. Tal vez sea más beneficioso para usted hablar con los asirios y los caldeos si anda tras los pasos de los Reyes", aconseja.
Realmente, todo ese puzle de denominaciones resulta a menudo enrevesado y casi ininteligible para los no versados en Oriente Medio. Cuando Younon menciona a los asirios se refiere a los fieles de otra de esas iglesias orientales autocéfalas, la antaño conocida como Iglesia de los Persas, nestoriana o, en rigor, Asiria del Este, que es la dueña del templo de Urmia donde sirve el padre Azizian. La caldea es también una iglesia mesopotámica muy arraigada en Irak y Siria, solo que, a diferencia de las dos precedentes, depende del Vaticano y comparte por tanto a pies juntillas la teología de Roma y sus visiones cristológicas. ¿Prestan los asirios iraquíes atención a sus majestades de Oriente?
"¿Los Reyes Magos? Es la primera vez que escucho hablar de esa celebración", nos dice Susan Patto, una asiria de Bagdad muy comprometida con el movimiento nacionalista que defiende los derechos políticos de los cristianos iraquíes. "Lo que nosotros conmemoramos el 6 de enero es el Día del Bautismo. Ese mismo día los armenios celebran la Navidad. Eso no significa que no esté familiarizada con la historia, pero ¿es que alguien tiene pruebas de que fueran de Irak o de Mesopotamia? Todo lo que se sabe es que eran magis de Oriente. No hay ninguna tradición aquí asociada a esos magos, pero eso es algo que leí en la Biblia, la clase de relato que aprendí cuando era joven. La mayoría de los asirios que tienen niños aprovechan ese día para bautizar a sus bebés".
Esta asiria de Bagdad corrobora que, a pesar de su supuesto origen mesopotámico o persa, tampoco los fieles de la Iglesia del Este o Asiria se derriten por los Reyes Magos. Estas han sido, además, unas Navidades muy especiales en Irak. Tan especiales, que las iglesias iraquíes cancelaron las celebraciones. "Ha habido esencialmente tres razones para suspender los actos de Navidad y Nochevieja", explica Susan a EL ESPAÑOL | Porfolio.
"En primer lugar, se han cancelado por la situación en Israel y Gaza. En segundo lugar, en memoria por las 133 víctimas fallecidas en un salón de bodas de Hamdaniya. Las autoridades políticas dicen que el fuego fue accidental pero eso está siendo puesto en duda porque el propietario del negocio está emparentado con Rayan Al Caldani, que es el líder del partido (Cristiano) de Babilonia. Finalmente, se suspendió la Navidad porque los líderes eclesiásticos entienden que el Gobierno iraquí no está haciendo suficiente por defender los derechos de sus fieles".
Así pues, no hay tampoco en la capital de Irak mucho rastro de sus Majestades de Oriente aunque los ecos de la historia reverberen entre los cristianos de Bagdad o del Kurdistán. Es reseñable, sin embargo, que el Gobierno kurdo de Erbil suele publicitar a veces como la cuna de los Reyes Magos la ciudad de Amidiya, situada a apenas 10 kilómetros de la frontera turca. Esta tradición local en litigio con la de Urmia o Saveh sugiere que esa ciudad antes cristiana y hoy de mayoría kurda fue la cuna de los magos y el lugar desde el que emprendieron su viaje a Palestina. No hay nada que respalde este idea, más allá del hecho conocido de que ese bello rincón del Kurdistán de donde han sido desplazados los asirios fue un punto de irradiación del zoroastrianismo, exactamente igual que la provincia persa de Azerbaiyán Occidental.
"Le he dado unas cuantas vueltas a este tema y no entiendo absolutamente nada, salvo que parece ser que hay cierta persona o personas que quieren incluir de algún modo a los kurdos en cierto episodio de la historia antigua, aunque eso carezca por completo de sentido", dice Esam Youjana, un asirio de Dahok. Es conocida la rivalidad y las tensiones políticas entre los cristianos de Mesopotamia y la dictadura kurda de los Barzani.
Los asirios sienten que sus tierras han sido usurpadas por la mayoría kurda y musulmana hasta convertirlos en húespedes en su propia tierra, lo que genera recelo en la convivencia diaria. "Desde luego, yo jamás escuché hablar de la presencia de los Reyes Magos en Amidiya e, incluso si eso tuviera algún fundamento, puede estar seguro de que no estaba dentro del Kurdistán, dado que no había ninguna entidad política con ese nombre en la Antigüedad", apostilla, en relación a ciertas páginas promocionales de Internet que insertan a los Reyes Magos dentro de un entorno kurdo. De algún modo, todos los reclaman para sí aunque sin nada que sustente semejantes pretensiones.
Al final del día, todo lo que se sabe esencialmente es que Mateo se refiere a ellos en el Evangelio como "unos magos que venían de Oriente". Tal y como afirman Roberto Beretta y Elisabetta Broli, "las distintas tradiciones populares los han ido contando en distintas cantidades: dos, cuatro e incluso sesenta, o mejor doce, como los meses del año y como las noches mágicas que separan la Navidad y la Epifanía".
Parece ser que el tres se impuso porque, de acuerdo al evangelista Mateo, fueron tres los presentes que portaban al niño Dios: oro, incienso y mirra. Sin problemas aceptaron ese número algunos padres de la iglesia como Orígenes o Máximo de Turín y en escritos apócrifos ulteriores, se termina por precisar sus nombres: los conocidos Melchor, Gaspar y Baltasar, en sus acepciones españolas.
Tampoco el Evangelio decía nada acerca de su realeza. La tradición, en este caso, parece sustentarse sobre un par de pasajes bíblicos que, según Beretta y Broli, terminaron por aplicarse como profecía a esta hermosa historia de los Magos. El primero es un salmo donde se sostenía: "Los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo […]. Ante él se postrarán todos los reyes". El segundo es un pasaje del profeta Isaías: "Un sinfín de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Sabá vienen, llevando oro e incienso".
No sólo los persas o los kurdos han estado dispuestos a disputárselos como una especie de parientes muy lejanos. Se dijo, por ejemplo, que venían de Arabia. Se sostuvo, igualmente, que eran caldeos, dado que entre estos últimos existía asimismo la clase de los magusei o magos. Incluso los modernos caldeos siguen defendiendo hoy esta teoría acerca de su origen. En la ciudad siria de Kamisli (Siria), hallamos una iglesia moderna cuyos arquitectos han decorado el frontispicio con la clásica escena de la Adoración. "Vinieron de nuestra tierra", nos asegura el párroco. Sea como fuere, los Reyes han perdido en Oriente la partida que les disputaba Santa Claus. Definitivamente, Melchor, Gaspar y Baltasar se han pasado del farsi al castellano.