Hubo un tiempo en que Franz Beckenbauer decía de sí mismo que “no era consciente de la responsabilidad que implicaba ser el cabeza de familia en una familia de cinco personas”. “No me podía ocupar de los problemas de la familia”, diría de sí mismo, pensando en su juventud, el propio Beckenbauer en un reciente documental emitido por la televisión pública alemana ARD. Lo suyo era el fútbol, no ocuparse de las cosas de casa.
Colgadas las botas, sin embargo, Beckenbauer sí supo ocuparse de cuanto entrañaba ser rico e influyente. Prueba de ello es que desde el pasado mes de febrero de 2023 ya tuviera escrito y firmado ante notario su testamento, según ha informado la revista del corazón Bunte. En el testamento señala a su tercera y última esposa, Heidi, de 57 años, como principal responsable de la gestión de su herencia.
A ella le va a tocar, al parecer muy a su pesar, ser la “emperadora” del imperio de su marido. De hecho, cuando ambos se casaron de forma sorpresiva en el verano de 2006 en una privada ceremonia celebrada en la pequeña Obendorf (Austria), de Heidi se sabía que era una mujer “reservada, tranquila” y poco más. Así la describían en el diario muniqués Süddeutsche Zeitung, que recogía por qué confiaba tanto Beckenbauer en ella. “Me encanta su equilibrio y su calma”, diría de su última mujer el mejor futbolista que ha tenido Alemania.
Heidi dio dos hijos a Beckenbauer, Joel y Francesca, hoy junto a su madre los beneficiarios de la más que abundante herencia que les deja el icónico futbolista. Para Heidi, hija de un productor agrícola de Lüneburg (norte alemán), hacer carrera en el Bayern de Múnich le cambiaría la vida para mejor, y siempre. Ella era empleada del club más laureado el fútbol alemán cuando conoció a Beckenbauer. Cuando se casaron, ella no había cumplido aún los 40 años.
Heidi ha sido, para Franz Beckenbauer, la última mujer de una considerable lista de compañeras sentimentales. Su boda de 2006 tuvo lugar apenas dos años después del último divorcio de Beckenbauer. En su vida, Beckenbauer se casó tres veces. Tuvo unto cinco hijos con dos mujeres distintas. También se le conocieron novias públicas. Pero, en la última etapa de su vida, sólo tuvo ojos para Heidi. Lo demuestra que haya dejado en sus manos su legado, priorizando incluso a Heidi ante hijos de anteriores mujeres.
Sus origenes
El que fuera el mayor talento que haya tenido el fútbol de Alemania –el único campeón del mundial como jugador en 1974 y como entrenador en 1992– venía de una familia modesta de Múnich. Su padre era cartero y su madre ama de casa. Nada ni nadie hacía pensar que se fuera a convertir en una leyenda del fútbol ni un hombre muy rico y poderoso en una disciplina deportiva que se lo dio todo y más.
El valor de su patrimonio se calcula a día de hoy hasta en 160 millones de euros. Otras estimaciones, como las que hacía a finales de esta semana el diario Bild eran sensiblemente inferiores (80 millones de euros), aunque, en cualquier caso, nadie negará que el jugador al que llamaban 'Kaiser' – “emperador” – levantó un auténtico imperio.
Se podía decir que, por la elegancia de su juego, Beckenbauer tenía un guante en el pie. Pero en las manos, por lo visto, casi tenía superpoderes. De lo contrario, estos días no se habría estado recordando eso de que “todo lo que tocaba Beckenbauer se convertía en oro”.
El caso es que Beckenbauer también fue un hombre de negocios de éxito. Se le responsabiliza, además, de haber vendido con éxito la candidatura de Alemania para el Mundial de fútbol de 2006, el primero y más reciente que ha acogido la República Federal de Alemania tras la Reunificación germana de 1990.
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Cuando informaba estos días la sección deportiva del diario austriaco Österreich de que “Beckenbauer deja tras de sí un patrimonio de 160 millones de euros”, lo convertiría en uno de los 500 alemanes más ricos de su país. Eso sí, su herencia vaya a ser mucho menor que el patrimonio que podrían dejar hoy por hoy Sussane Klatten y Stefan Qandt.
Estos dos hermanos empresarios son los máximos accionistas del fabricante de coches bávaro BMW. Ellos, según según la revista económica germana Manager Magazin, son los alemanes más ricos de Alemania en virtud de unos activos valorados en 40.500 millones de euros.
Casas en Austria, inmuebles...
Una fracción mínima de ese montante parecen los hasta 160 millones de euros que estaría dejando Beckenbauer a sus herederos. Según el Österreich, la leyenda del fútbol legará a su familia una lujosa propiedad en Salzburgo, ciudad austriaca situada a un paso de la frontera con su Baviera natal y en la que falleció rodeado de su familia el pasado domingo. Allí se instaló a principios de este siglo. Sólo los terrenos de la mansión Beckenbauer de Salzburgo están valorados en casi tres millones de euros.
También en la población austriaca de Kitzbühel deja Beckenbauer una gran casa aún más cara. El diario Bild la ha valorado en unos 7,75 millones de euros. La propiedad tiene acceso directo a la estación de esquí de esa ciudad. Otros inmuebles y, entre otras cosas, “una gran flota de vehículos”, pertenecen al “imperio” que forjó el apodado “emperador” del fútbol”. Entre esos coches destaca un Mercedes vintage, modelo 450 SEL, el coche favorito del 'Kaiser'.
Parte de los activos de los Beckenbauer los ha gestionado mientras vivía la leyenda del fútbol su hijo mayor, Thomas Beckenbauer. Thomas, ya sexagenario, nació cuando el joven Franz Beckenbauer era una estrella en ciernes, con apenas 18 años. Fue producto de la relación que el joven futbolista al que aún no llamaban 'Kaiser' sobre el césped tuvo con su primera novia, Ingrid Grönke. Con Ingrid no se casó. Fue su primer amor de adolescente.
A su hijo Thomas, Franz Beckenbauer lo acabaría adoptando junto a la que sí fue su primera mujer, Brigitte, con la que contrajo matrimonio en 1972 y con la que tuvo otros dos niños, Stefan and Michael.
Millones de euros para Thomas
Stefan falleció en 2015 tras serle diagnosticado un par de años antes un tumor cerebral. En esa muerte, para muchos, está el inicio del declive físico de Beckenbauer, un deterioro que en los últimos años se hizo más que notorio. En su última aparición pública, de la que acaba de cumplirse un año, ya se veía a un Franz Beckenbauer que había perdido peso y con una mirada que traicionaba sus problemas de visión, cuando no los derivados de las enfermedades cardiacas y neurodegenerativas que por lo visto sufría.
Al parecer Franz Beckenbauer confiaba en su hijo Thomas como lo hizo en Georg Schwarzenbeck, futbolista al que apodaron en su momento el “El limpiador del emperador” por ocuparse del trabajo sucio que no hacía sobre el césped la recién fallecida leyenda teutona del fútbol. Según el Österreich, Thomas logró salvar los muebles de la fortuna de su padre durante la crisis financiera global de 2008, en la que, pese a todo, los Beckenbauer perdieron varios millones de euros.
Thomas vive con su familia en Suiza, desde donde ha gestionado e invertido parte de los millones de su padre a través de la empresa de gestión de patrimonial y asesoría de inversiones Swiss Asset Management, con sede en la pequeña ciudad helvética de Schaffhausen. “Él [su hijo Thomas, ndlr.] no me asesora porque cuando uno no tiene ni idea a uno no le pueden asesorar. Pero ha invertido dinero mío, espero que bien”, decía con algo de sorna sobre las labores de su hijo Franz Beckenbauer en unas declaraciones recogidas por InTouch, revista alemana de celebrities editada en Hamburgo.
El mayor de sus hijos, sin embargo, ha hecho carrera lejos de las cámaras y de la atención pública que siempre generó su padre. Hoy a Thomas, al igual que a Michael, lo describen como “financieramente independiente”. Ambos son ajenos a la herencia que deja Franz Beckenbauer.
Una fundación humanitaria
Franz Beckenbauer tuvo una enorme tendencia a trascender las páginas futbolísticas de la prensa, y no sólo por sus negocios. Su historia familiar ha sido una constante fuente de noticias, incluidas relaciones extramatrimoniales y escándalos. Hasta que Heidi entró en su vida, Beckenbauer cambiaba de mujer cada once años.
Cuando estaba casado con Brigitte, se supo de su relación con Diana Sandmann, a la que conoció en 1977 y con la que tuvo un noviazgo de doce años. De Brigitte, fallecida en 2021, se separó Beckenbauer en 1990. Pero no lo hizo para contraer matrimonio con Sandmann. Se acabaría casando por segunda vez con Sybille al poco de certificar su divorcio con la madre de sus dos hijos Stefan y Michael y madre adoptiva de Thomas.
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Sybille no dio prole al “emperador” del fútbol alemán, cosa que sí acabaría haciendo su tercera esposa, Heidi, a la que conoció cuando ésta trabajaba como secretaria del Bayern de Múnich, el equipo que vio agigantarse la leyenda de Beckenbauer.
Heidi es la que aparece estos días no sólo como “el amor de su vida”, sino también como “la responsable de la obra de su vida”, según los términos que empleaba el diario Bild, el más leído de Alemania, para referirse a su tercera mujer y responsable de la Fundación Franz Beckenbauer. Esta fundación está destinada a dar a apoyo a “personas con discapacidades y a personas enfermas o en dificultades económicas".
Concretamente, dicha organización se dedica, entre otras cosas, a la adquisición de vehículos específicos para que personas con problemas psicomotrices puedan desplazarse, financia operaciones, ayudas médicas, sillas de ruedas especiales y terapias además de asumir gastos energéticos e incluso reformas de viviendas para personas pobres.
La Fundación Franz Beckenbauer nació gracias al dinero -entonces un millón de marcos alemanes- recogidos en el partido que sirvió de despedida del “emperador” 1982, en el que se midió el Hamburgo con la selección de Alemania. La fundación que lleva su nombre, sin duda, es el trabajo más humanitario del legado de Beckenbauer. Es parte de un imperio que ahora está en manos de Heidi y del que también se van a beneficiar los dos hijos que tuvieron juntos. A saber, Joel y Francesca, de 24 años y 20 años, respectivamente.
Ellos también son receptores de gran parte del patrimonio acumulado por su padre, según el Bild. Este periódico también informa de que Heidi también habría recibido, por su parte, otra de las propiedades inmobiliarias de su marino valorada en un millón de euros situada en Obertauern, una de las estaciones de esquí más visitadas de Austria.
Ella, que acompañó al Kaiser hasta su último aliento, fue la encargada de pedir discreción y respeto tras la muerte de su marido. “Con profunda tristeza les informamos de que mi marido y nuestro padre Franz Beckenbauer se durmió en paz ayer domingo, rodeado de su familia. Les pedimos que guarden luto en silencio y se abstengan de hacer preguntas”, rezaba el comunicado emitido este lunes por la familia del legendario hombre del fútbol.