Vestida con un traje de chaqueta en seda negra brocada firmado por Dries Van Noten y zapatos de tacón de aguja de Carolina Herrera. Así lució la reina Letizia este miércoles en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) para inaugurar junto al rey Felipe VI, la Torre Puig T2, el nuevo edificio de la compañía global de belleza premium, Puig. Es un espacio de 20 plantas, más de 21.000 metros cuadrados de oficinas, donde se alojarán más de 500 empleados durante su jornada laboral, distribuidos entre el nuevo centro de innovación, los laboratorios de formulación de perfumes, cuidado de piel y maquillaje, el departamento consumer y los product test.
No es casualidad que Letizia haya elegido esas dos marcas de moda para esta visita a la ampliación de la sede de Puig. La empresa española, con sede en Barcelona, hace ya muchos años que tiene ambas etiquetas entre las licencias del mundo fashion de las que dispone en su amplio porfolio.
Los Reyes, acompañados por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, por el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hareu, y por el presidente de la compañía, Marc Puig, conocieron de primera mano cómo evoluciona esta empresa que facturó en 2022 más de 3.600 millones de euros y que tiene todo, prácticamente atado, para salir a bolsa antes del verano.
Recorrido de los Reyes por las instalaciones de la segunda torre de la compañía Puig:
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) February 14, 2024
🔹Fab Lab y Testing de producto
🔹Laboratorio
🔹Centro de I+D
🔹Air Parfum
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Aun así, ni Felipe ni Letizia necesitaban este acto para saber cosas sobre este negocio familiar que lleva en pie más de 100 años. Fue en 1914 cuando su fundador, Antonio Puig, lo comenzó en la Barcelona y ahora su descendiente, Marc Puig, es quien lo preside y es amigo personal de ambos.
Además de la unión institucional que sienten hacia esta gran empresa, los Reyes y este empresario mantienen un estrecho lazo, una "buena y sincera amistad desde hace muchos años". "Cuando la hermana de la Reina, Telma, vivía en Barcelona, Letizia viaja mucho allí y entre el círculo de amigos que tenían estaba Marc", cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio una persona muy cercana a la familia Borbón Ortiz. "Las citas eran en el hotel Alma, donde se alojaba siempre Letizia y donde compartía, en un ambiente discreto entre jardines y salones, sus reuniones informales con sus amigos de la Ciudad Condal", añade.
Los Puig y el armario de la Reina
Fue justo en esa época, en la que su hermana era la subdirectora de las Relaciones Internacionales del Ayuntamiento de la capital catalana, cuando la esposa de Felipe VI comenzó a conocer más de cerca a Marc Puig y otro gran empresario del mundo del textil, el dueño de Mango, Isak Andic. Entonces el armario de la Reina en la Zarzuela comenzó a dejar de ser una exclusividad del modisto madrileño Felipe Varela, para pasar a ser casi monopolio de las marcas que la empresa Puig tiene en su poder: Carolina Herrera, Nina Ricci, Dries Van Noten… Siendo la primera etiqueta, la más usada en la actualidad por Letizia.
Pero no fue Telma la que le presentó al empresario catalán a la Reina ni mucho menos. Felipe VI y Marc Puig se conocen desde niños y a ambos les une una misma pasión: el mar y la navegación. Sus respectivos padres, Juan Carlos y Mariano, eran uña y carne en el tema de las competiciones de navegación. De hecho, su tío, Enrique Puig, fue el patrocinador oficial de la Copa del Rey de Vela durante muchos años.
"Lo que pasa es que Telma llegaba nueva a la ciudad, huyendo de la presión mediática de Madrid, y la Reina pidió a sus amigos que la arroparan. La cosa funcionó muy bien. Pero hace muchos años que el Rey y Marc se conocen y mantienen una buena amistad", explica a esta revista la misma fuente.
Esto ha llevado a que el actual CEO de Puig sea también patrono de las Fundaciones Princesa de Girona y Princesa de Asturias. A la inauguración de la nueva sede de la compañía en L'Hospitalet de Llobregat, diseñada por Rafael Moneo, tampoco faltaron en 2014 los entonces Príncipes de Asturias. Así que es posible que si Felipe y Letizia no conocían ya al detalle todos los rincones de la nueva torre de la sede de la empresa -que inauguraron de forma oficial el pasado miércoles-, es posible que vuelvan para hacer una visita privada y disfrutar con su amigo de sus nuevos triunfos y proyectos.
Tercera generación de la familia
Marc Puig forma parte de la tercera generación de la familia propietaria del grupo, y aunque la intención de salir a bolsa es real, hace ya un tiempo que marcó la línea roja para el capital externo. La idea es que siga en manos de la familia, pero también de la siguiente generación: podrás formar parte de los órganos de gobierno, pero no del equipo directivo.
La historia de la familia Puig es una línea de lujo y poder que comienza con un pequeño negocio de importación en los albores de la Primera Guerra Mundial. Fundada por Antonio Puig Castelló, bisabuelo del actual presidente, es hoy en día un imperio de fragancias y moda que aglutina, además de Carolina Herrera y Nina Ricci, a Dries Van Noten, Jean Paul Gaultier, Paco Rabanne, Penhaligon’s y L’Artisan Parfumeur.
También cuenta con licencias como Prada, Christian Louboutin y Comme des Garçons y fragancias Lifestyle. Con 26 filiales y oficinas regionales y ventas en más de 150 países, la compañía sacó al mercado el primer pintalabios español e hizo de su Agua de Lavanda su emblema. Es uno de los grupos de perfumería más fuertes del mundo.
Hace dos años anunció la adquisición de una participación mayoritaria Charlotte Tilbury, la icónica marca de lujo británica de maquillaje y cuidado de la piel. La operación, por unos 900 millones de euros, es, hasta la actualidad, la mayor adquisición de su historia.
Todo comenzó con un gran éxito, el del primer pintalabios made in Spain en 1922. En los años 30, muchas mujeres españolas tenían en sus tocadores un Milady. Este fue el punto de partida de toda la historia de éxitos de los Puig.
Siempre enmarcada como una empresa familiar, el gigante se distingue por su silencio en los medios de comunicación. Son poco dados a hablar y aparecer, a pesar de que casi el 100% de los hogares españoles tiene un producto suyo en casa. Agua de Lavanda (Romero, lavanda, espliego y limón son sus cuatro ingredientes) de Puig, lanzado al mercado en 1940, es uno de sus productos más emblemáticos.
Hoy en día la sofisticación del mercado le ha llevado a crear productos como One Million, la fragancia de Paco Rabanne que se ha convertido en superventas en todo el mundo. El mismo año de la creación de su producto estrella tuvo lugar el primer relevo generacional en la compañía. Los hijos del fundador se incorporaron a la empresa y Antonio Puig acabó delegando en ellos todas las decisiones.
La segunda generación
Antonio y Mariano se hicieron cargo de la Perfumería, José María, de la Diversificación y Enrique, de las Relaciones Institucionales. "Esa fue la buena época de la compañía en relación con el mundo de la vela, Mallorca, Barcelona… Los años 80 con Enrique Puig al frente de las Relaciones Públicas fueron un continuo de fiestas y patrocinios de campeonatos de vela. El lazo entre el exjefe del Estado (se refiere al Rey Emérito) y Enrique se estrecha hasta hacerse íntimos amigos. Hay muchas cosas que tienen en común además del mar, la caza, el buen comer, los puros... Es en ese momento en el que los Puig viven su época dorada con la Corona", cuenta a este semanal una fuente cercana a la empresa catalana. "Puig fue el armador del velero Azur de Puig, que contó con la infanta Cristina como tripulante durante varios años", añade.
Con la segunda generación ya plenamente incorporada llegó uno de los elementos que más caracterizan al grupo catalán: la internacionalización. En 1959 se creó la primera sucursal fuera de España, en Estados Unidos, y en 1968 se puso en marcha una filial en París. La constitución de esta subsidiaria sirvió para la adquisición de Paco Rabanne, uno de los diseñadores de origen español más aclamados de la historia.
Tres décadas después, en los años 90, Puig realizó otra de las adquisiciones con las que, ahora, trata de construir su imperio de la moda. Como sucedió con Paco Rabanne, el punto de partida fue un acuerdo para crear y comercializar todas las fragancias de Carolina Herrera, un pacto que derivó en 1995 en la compra de la firma de moda de la diseñadora venezolana.
Hoy en día, Puig gestiona directamente la línea más alta de Carolina Herrera, mientras ha licenciado al grupo gallego Textil Lonia -propiedad de los hermanos Domínguez- la fabricación y distribución de la línea CH Carolina Herrera, su parte más asequible. "Así que cuando la Reina viste de Carolina Herrera, sí está luciendo moda española, aunque muchos lo ignoren y la critiquen por eso", añade la misma persona.
Más marcas y negocios
Además de adquisiciones en el mundo de la moda, la empresa ha apostado por la creación de marcas vinculadas a los famosos. Antonio Banderas es una de ellas, con quien puso en marcha en 1997 la enseña Antonio Banderas Seductive Fragances. La cantante Shakira es otra de las celebridades que figuran en la cartera de Puig, que posee también la licencia de marcas como Adolfo Domínguez y Massimo Dutti (Inditex) gracias a la adquisición de la compañía Myrurgia.
"La fórmula para que la familia no salte por los aires, como suele ocurrir en todas las empresas familiares que van heredando el negocio generación tras generación, ha sido diversificar. Como decía Julio César 'divide y venceras'. No toda su riqueza procede de los perfumes y la moda. La familia de empresarios catalana tiene una vasta y diversificada cartera de negocios, que va desde mecheros y lápices de colores hasta material deportivo, pasando por inversiones inmobiliarias y en bolsa. Cada rama de la familia gestiona sus inversiones desde diferentes sociedades de cartera: los Puig Guasch controlan el holding Cosilium; Manuel Puig Rocha gestiona sus negocios a través de Mavoer y los Puig Alsina con Valldan y Neuquen. Las marcas más conocidas que poseen son los mecheros Clipper y los lápices de colores Alpino, que fabrican y distribuyen desde la compañía Flamasats", revela la misma fuente cercana a los Puig.
Y aunque es cierto que los Reyes hubieran acudido igualmente al acto como el del miércoles, ya que la Corona apoya así a los negocios españoles, lo cierto es que Felipe y Letizia se sentían en la Torre T2 Puig como en su propia casa. Y, mucho mejor, en la fiesta de celebración privada que tuvo lugar después, donde pudieron disfrutar de una agradable velada con muchos de los amigos que tienen y mantienen en la Ciudad Condal.