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Pregunta.- Nuria, ¿cuál es la mejor edad de las mujeres para disfrutar del sexo?
Respuesta.- Oigo mucho eso de "con 50 es cuando más se disfruta", pero yo tengo 49 y creo que no es verdad (ríe).
P.- ¡Venga ya!
R.- El disfrute sexual tiene que ver con el momento vital en el que una se encuentra, y eso lo puedes tener con 50, con 55 o con 25. Te lo digo yo...
A estas alturas del partido, Nuria Roca (Moncada, 1972) no necesita presentación: lleva desde los noventa colándose en nuestros hogares con su simpatía, su espontaneidad y su cara hermosa y pizpireta, de sonrisa sempiterna. Lo ha presentado casi todo tanto en la cadena pública -hasta las campanadas con Ramón García- como en la privada, donde ha colaborado y liderado distintos formatos de entretenimiento desde que su carrera despegase cuando Chicho Ibáñez Serrador se fijó en ella allá por el 98 para lanzar su ya entrañable concurso Waku Waku.
Los domingos presenta La Roca -su propio magazine- en La Sexta, y todas las semanas acude a la tertulia de El Hormiguero de Pablo Motos con Cristina Pardo, Tamara Falcó y su inseparable pareja Juan del Val, que también es guionista del espacio, con quien forma uno de los tándems más carismáticos de la cadena y de la vida. Juntos son los preferidos de la audiencia: por sus piques divertidos, por su complicidad, por su tonteo constante y su complicidad cómica.
Se conocieron hace más de veinte años, cuando el escritor la persiguió durante un tiempo con la excusa de hacerle una entrevista, llegando a personarse en un plató para solicitársela personalmente: ella se negó alegando que tenía que coger un vuelo y él le lanzó el guante de que charlaran durante el trayecto en taxi al aeropuerto. Al final, Nuria perdió dos aviones. El resto es historia. A los dos años se casaron y ahora tienen tres hijos y una relación envidiable que ha sido objeto de atención, morbo y especulación por parte de la grada patria cuando hace unos años esbozaron que no eran exactamente convencionales en cuanto a la monogamia.
A Roca la hemos visto crecer: sabemos que de niña pintaba cuadros al óleo, que estudió Arquitectura, que su madre progresista -a la izquierda del PSOE- la llevó a tantas manifestaciones que acabó desapegándose de la política y que durante mucho tiempo la acomplejaron sus "orejas de soplillo", hasta que se las operó -pero aún sueña a veces que se le despegan y se las tapa al salir de la piscina-.
Ahora Nuria presenta La Gran Depresión en el Teatro Rialto, acompañada de la maravillosa Antonia San Juan, que ya agotó taquilla en su primera temporada. La obra trata sobre dos amigas íntimas que se distancian con los años y vuelven a verse cuando el personaje de Nuria intenta suicidarse después de varias rupturas amorosas -dado que ha consagrado su vida a sus numerosos matrimonios-, mientras que su colega es una mujer independiente y fuerte laboralmente... que tampoco es feliz. Sirva esta comedia para hablar de lo importante: el amor, la amistad, el deseo y el loco sentido del mundo. Ya lo dicen los argentinos: si no podés con la vida, probá con la vidilla.
P.- Estás en todas partes. ¿Cuántas vidas tiene Nuria Roca?
R.- (Ríe). Espero que me queden no muchas vidas, sino mucha vida por delante para hacer muchas cosas. Sí que es verdad que estoy en un momento muy intenso profesionalmente en el que no sólo hago muchas cosas, sino muchas cosas distintas: televisión, teatro… eso me gusta mucho, probarme, retarme y seguir aprendiendo después de tantos años.
P.- La Gran Depresión habla de la amistad -y de la enemistad- entre dos mujeres. ¿Qué has aprendido de las mujeres en toda tu vida, qué sabes de nosotras?
R.- Las mujeres, en muchas ocasiones, hemos sido nuestras más fervientes enemigas, y eso nos ha lastrado a la hora de evolucionar. Pero no confundamos… son los hombres los que realmente nos tienen que ayudar a conseguir la igualdad plena, y no se tienen por qué sentir amenazados por nosotras ni muchísimo menos, como creo que se sienten ahora a veces. Hay cosas que nos hacen flaco favor a las mujeres…
P.- ¿Como cuáles?
R.- Por ejemplo, el tema de las cuotas. Sé que hay medidas necesarias y tal, pero esas cuotas… ¡hay que ganárselas! No por ser mujer mereces estar en un sitio. Yo creo mucho en la individualidad, ¿sabes? Y me fastidia mucho la condescendencia de los hombres, ese paternalismo… ese "pobrecitas"… es un insulto a la inteligencia de la mujer. Trabajamos y luchamos mucho, y está bien que desde las administraciones se nos ampare, y yo reclamo una mayor igualdad, pero ahora bien: las mujeres nos lo tenemos que currar como el resto de hombres profesionalmente y nos tenemos que merecer llegar a esos lugares, crecer, evolucionar…
"No creo en las cuotas, son un insulto a la inteligencia de la mujer"
P.- ¿Cuáles han sido tus grandes referentes femeninos, qué mujeres te han inspirado o impulsado?
R.- Evidentemente todos conocemos a mujeres que han logrado grandes gestas: de hecho, cualquier mujer que antes del siglo XX haya sobresalido, ya se merece para mí un respeto absoluto. No hace falta a veces irse muy lejos, basta con mirar a las mujeres de nuestro alrededor que ya son muy inspiradoras.
Mi madre mismo es una mujer que con 28 años estaba separada y con niños pequeños, y luego estudió una carrera y unas oposiciones en un momento en el que la mujer era más invisible y estaba predestinada a ocupar un lugar en la familia muy determinado. Son logros que no trascienden pero para los que estamos alrededor son muy importantes. También tengo mucho orgullo de mi suegra, la madre de Juan, a la que llaman 'la abuela de los mil presos'.
P.- ¿Y eso?
R.- Sí, se llama Ángeles Pérez. Es una mujer que sin saber leer ni escribir ha conseguido crear una asociación con pisos de acogida para presos que no tienen salida. Gestos enormes. Hay muchas mujeres que con esfuerzo sirven de ejemplo para que muchas niñas puedan inspirarse.
P.- En tu obra teatral, tu personaje intenta suicidarse después de varios fracasos amorosos. Se pregunta, como todos, qué es la felicidad. ¡Si existe siquiera! ¿Cómo se construye?
R.- No sé cómo se construye porque no creo que sea un estado constante, son momentos, son instantes que te aportan alegría, paz, tranquilidad… yo creo que alguien es feliz cuando está satisfecho con uno mismo, pero también es verdad que eso no es suficiente, porque necesitamos muchas cosas.
P.- Y cada vez más.
R.- Totalmente. Es fundamental que los nuestros estén bien, que todo alrededor esté más o menos en orden y en armonía, pero hoy en día no es nada fácil ser feliz porque necesitamos demasiadas cosas.
P.- ¿Cuáles podríamos ahorrarnos?
R.- Muchas, pero sería muy populista decirte "yo con tener salud y que los míos estén sanos, lo tengo todo". Eso es una gran mentira, claro que necesitas eso, pero sólo para empezar. Sin eso no tienes nada, pero necesitas más…
P.- No vamos a hacernos las hippies ahora.
R.- (Ríe). Claro. Somos producto del momento en que vivimos. Hace siglos tendrían otras necesidades que ahora nos parecerían rocambolescas o absolutamente prescindibles.
P.- Esta semana celebramos el 8-M. ¿Has encontrado tú obstáculos en tu carrera por ser mujer?
R.- Yo no he notado ni vivido ningún episodio machista, pero sí es cierto que me he dado cuenta de que mi opinión no tiene el mismo peso que la de un hombre que ocupe mi lugar o un lugar inferior, eso es una realidad contra la que yo me he rebelado.
P.- ¿Cómo?
R.- Pues dentro de mis posibilidades, dependiendo de la fuerza que tuviese en ese momento, de dónde esté… "Las cosas se hacen así", te dicen. Oye, pues no, en este momento a quien tienes que escuchar es a mí, no a la otra persona. En esta profesión te encuentras a tipos y a alguna que otra mujer que no te valoran lo suficiente, simplemente porque eres mujer o porque tienes un determinado aspecto físico.
A veces he pensado: joder, si hubiera sido más fea, me habrían tomado más en serio o me hubieran tenido más en cuenta. Pero bueno, pasa poco. Es gente que no es lo bastante inteligente para entender ciertas cosas.
"A las mujeres no nos imponen cánones de belleza: somos nosotras las que nos presionamos, yo quiero estar divina"
P.- Tú eres una mujer bellísima, pero has contado que, como todas, has tenido inseguridades y complejos. Imagino que en un mundo como el de la tele la presión será mayor aún.
R.- Es cierto que hay mucha presión en los medios de comunicación con la imagen, pero a día de hoy ese agobio existe en cualquier campo de la sociedad. Tampoco es una imposición. Tú quieres estar bien, estar guapa: es una presión que nos colocamos nosotras mismas, porque a mí nunca nadie me ha dicho ni cómo tengo que ir, ni qué me tengo que poner, ni cómo me tengo que maquillar, soy yo la que quiere estar guapa y divina y estupenda.
A las mujeres no nos imponen unos cánones de belleza, somos nosotras las que queremos estar así, aunque claro que eso también le gusta a la sociedad y eso es lo que se maneja. No me parece mal. Cada una se presiona como quiere y cuanto quiere. Yo soy presumida y soy coqueta, faltaría más.
P.- ¿Qué sabes de los hombres que no supieses con 18 años?
R.- De los hombres, hija, sé ahora menos que antes (ríe). Me fascinan los hombres porque son unos grandes supervivientes, menos los que han actuado de forma errónea… hay muchos hombres que piensan igual que nosotras, que las mujeres, y a ellos se les ha acusado de cosas injustas, aunque hayan ejercido un feminismo maravilloso y natural. Han quedado noqueados injustamente por el feminismo, desubicados. Y eso que han sabido colocarse y estar junto a nosotras. Son más feministas que nosotras en muchas ocasiones.
P.- ¿Qué hay de la seducción?
R.- Para establecer una relación hay que tener empatía, hay que colocarse en el lugar del otro. Uno de los mejores piropos que me lanzaron cuando yo empecé a trabajar era que yo no agredía. Es importante no agredir al que tienes enfrente, ya sea hombre o mujer, y también se puede agredir con la palabra o con la mirada, con los gestos… es importante ser amable. Ese fue un gran consejo que me dieron y que he puesto en práctica y me ha funcionado.
P.- ¿Qué es lo que los hombres no han entendido del placer de las mujeres?
R.- Uy, no, no, me niego a generalizar de esa manera. Los hombres son portadores de placer de muchas mujeres y han aprendido sobre sexo a marchas forzadas, pero cuando nosotras por fin hemos sido valientes y se lo hemos dicho, "mira, nos gusta esto, nos gusta lo otro". Ellos son muy disciplinados y aplicados…
P.- Pero es verdad que en los últimos años se ha hablado más que nunca de masturbación y placer femenino con la irrupción, por ejemplo, del Satisfyer.
R.- Sin duda. Y ellos son conscientes del nuevo escenario en el que se tienen que mover, literalmente (risas).
P.- Formas partes de una de las parejas más admiradas y queridas de la televisión… ¿cómo supiste que estabas enamorada de él y cómo habéis hecho para alimentarlo durante 30 años?
R.- No sabría darte la receta, pero una tiene que estar alerta a lo que te pide el cuerpo, y yo recuerdo que cuando conocí a Juan dije enseguida "ostras, me encanta, me he quedado pensando en él mucho rato". A partir de ahí lo fundamental es conocer bien a las personas. Creo que el sentido del humor en la pareja, el reírte con tu pareja, es más importante que quererla, porque al final quererse es algo muy mundano, queremos a mucha gente, pero, ¿gustarse?, para que alguien te guste es muy difícil… y tu pareja te tiene que gustar y tienes que querer hacer planes con ella y pasártelo bien. Es importante la admiración y el formar un equipo.
P.- ¿Por qué España es tan mojigata y montó tal follón cuando Juan del Val y tú contasteis que teníais una relación abierta?
R.- Yo le echo la culpa a los medios de comunicación, porque descontextualizaron todo y claro, eso genera un montón de clics. No es real ni es veraz: yo lo que dije en su momento es que la pareja tiene que revisarse, revisar sus cimientos e ir adaptándose a la evolución.
Una pareja se tiene que hacer preguntas, cuestionarse y a partir de ahí ver en qué escenario se maneja y cuál es la mejor opción para seguir estando juntos, porque estamos vivos y deseamos, deseamos a nuestra pareja y a otras personas. Y tú quieres gustar a otras personas que no son tu pareja. Yo no he hablado de lo que hago con mi pareja en concreto ni dejo de hacer, eso es una falacia más. Lo que mantengo es que si las relaciones están cerradas es que están muertas, hay que estar abierto y abierto a la reflexión.
"A los hombres se les ha acusado de cosas injustas y muchas veces son más feministas que nosotras"
P.- ¿Crees que la gente en España prefiere ser infiel y engañarse entre sí antes que abrir la pareja?
R.- Sí, totalmente, la gente prefiere engañarse a reflexionar. Esto pasa porque les da miedo, les da miedo hablar en voz alta del tema, les da miedo pensar que a su pareja le puede pasar… y tiemblan. Cuando se dicen cosas diferentes, asusta. Cuando las cosas no entran dentro de lo convencional y lo establecido, se asusta la gente.
P.- Tienes tres hijos a los que adoras, ¿qué es lo primero que te gustaría inculcarles?
R.- Quiero que sean seres independientes, que hagan lo que ellos quieran o lo que puedan, pero que sean felices, que aprenda, que lean y que se desarrollen hacia donde prefieran.