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"Muy bien, alcalde", le dicen muchos vecinos estos días a Javier Faúndez (1965), primer edil de Trabazos, Zamora (870 habitantes). Acaba de cancelar las cuentas bancarias de su Ayuntamiento en Unicaja, la entidad que cerró su sucursal en el pueblo el pasado 12 de febrero. No nos revela cuánto dinero había exactamente, pero sí cuánto maneja el Ayuntamiento al año: unos 450.000 euros de presupuesto. Todo, claro está, a través de los bancos.
En Trabazos, en la comarca de Aliste, aún queda otra entidad. No es consuelo. Para empezar, sólo da servicio tres días a la semana. Pero sobre todo, no lo es porque los alcaldes saben que la fuga de bancos no es buena noticia para luchar contra la despoblación. Por eso hacen piña: si el banco se va de un pueblo, el dinero del pueblo -y de la comarca- se va del banco.
El mismo fenómeno se está viviendo en Albacete. Varios alcaldes de la Sierra de Alcaraz, de diferentes colores, han anunciado que se llevan su dinero de la entidad que prevé cerrar la oficina, también de Unicaja, de Bienservida (600 habitantes), en la linde de Albacete con Jaén.
Es la nueva oleada de solidaridad rural. La de los alcaldes que, como los vecinos de la inmortal Fuenteovejuna de Lope de Vega, han decidido unir sus fuerzas para frenar el éxodo bancario. EL ESPAÑOL | Porfolio se ha cruzado las dos Castillas para hablar con ellos, algunos de los cuales salen en la imagen que ilustra este reportaje. En concreto: Javier Faúndez, alcalde de Trabazos (Zamora); Ángel Sánchez, de Madridanos; Bernardo Casado, de Viñas y Fermín Largo, de Castronuevo de los Arcos.
Según el Banco de España, casi 4.500 pueblos de nuestro país, de los 8.131 municipios de España, no tienen oficina bancaria. La cifra aumenta cada día más. Vigilar qué ocurre con estos movimientos "es parte de la tarea supervisora del Banco de España", señalan desde la entidad a preguntas de esta revista. No pueden dar más datos. La tarea, aseguran, "debe mantenerse en la más estricta confidencialidad". En principio, no existe normativa al respecto ante un servicio que, recuerdan los alcaldes, es esencial. Por eso se han plantado ante la sangría.
En Trabazos (Zamora)
En Zamora, el movimiento comenzó en diciembre del año pasado. En el seno de la misma Diputación provincial. La tendencia era clara: un día una oficina cerraba en un pueblo, otro día otra reducía sus días de servicio. "Antes se peleaban por nuestro dinero, ¿y ahora?", se preguntaban en los pueblos. "Nos llamaban muchos alcaldes", señala Javier Faúndez, quien además de alcalde de Trabazos, por el PP, es vicepresidente tercero de la entidad provincial. Se sentían con las manos atadas.
"Votamos en la Diputación de Zamora que se cerrarían las cuentas de los ayuntamientos y de las mancomunidades en las entidades que se fueran", relata Faúndez. "Otras medidas de fuerza no teníamos", dice, resignado. "Es como David contra Goliat. Las antiguas cajas tenían un fuerte asentamiento local, pero hoy los grandes bancos no tienen compromiso", desgrana.
Asegura que nadie le ha llamado de la entidad que se ha marchado. Con la misma rotundidad afirma que a él, como alcalde desde hace 20 años de Trabazos, no le ha temblado el pulso con la decisión. Ha sido el primer alcalde en hacerlo.
En Fonfría (Zamora)
A 33 kilómetros de Trabazos se encuentra Fonfría (744 habitantes). El pueblo se ha solidarizado con Trabazos. Está en vías de cancelar su cuenta con la entidad que también se marchó del pueblo. Ellos también tienen oficina de Caja Rural, que abre tres días a la semana.
El pueblo aglutina ocho núcleos de población. Los vecinos ya están acostumbrados a las despedidas y a lo que el alcalde, Sergio López, del PP, llama "el déficit de servicios". En uno de los núcleos de Fonfría, en Bermillo de Alba, lamenta el alcalde, "no hay casi cobertura". Está justo en la frontera de Portugal: "Se les mete la cobertura portuguesa antes que la española", se queja. ¿El colegio del pueblo? "Llegó a tener 350 alumnos. Hoy hay siete y el año que viene serán cinco", desgrana. Por eso, su batalla contra la huida de los bancos representa la lucha contra todo lo que se va: "No queremos que nos abandonen más".
En San Vitero (Zamora)
Hace dos años, por una reestructuración, la oficina que daba servicio en San Vitero (500 habitantes), en la comarca de Aliste, cerró. La cambiaron por un autobús que paraba en el pueblo dos días a la semana. "Era insuficiente", recuerda la alcaldesa, Vanesa Mezquita (1980). Pasado el tiempo, los propios empleados del banco empezaron a avisar de que también peligraba el autobús-banco. El autocar que hacía las veces de oficina dejó de ir en enero de este año. El ayuntamiento se remangó: "Ofrecimos un local en el bajo del Ayuntamiento para cualquier entidad que quisiera venir". No llamó nadie, confiesa la alcaldesa del PSOE.
En San Vitero hay 45 comercios. ¿Con 500 habitantes? "Sí, sí… hay dos carnicerías, dos tiendas una frutería, las carpinterías, la gasolinera… en total, 45", explica la alcaldesa. Ella trabaja como cocinera en una residencia de ancianos: "No controlo de banca y entiendo que son empresas privadas, pero sí sé que aquí la gente es muy ahorradora, la banca aquí antes captaba fondos casa por casa", añade.
Mezquita no tiró la toalla. A pesar del fracaso de la oferta municipal, siguió hablando con los bancos, incluso cuando todo parecía perdido. "La delegada de zona ha hecho todo lo posible por volver", asegura ahora que ha conseguido que la caja, Unicaja, recule.
"Nos han dicho que van a reabrir la oficina, no será una oficial como tal sino una persona autónoma, un agente", señala, satisfecha. Su triunfo, sin embargo, no significa que no esté en el grupo con sus colegas. "La banca; el médico, que aquí viene tres días por semana; el colegio…", enumera, "son los servicios clave".
En sus dominios, los núcleos que pertenecen a San Vitero, hay dos colegios. Con ocho y nueve niños. Un aula en cada uno. "Como clases particulares", dice la alcaldesa, consciente del peligro de perder un solo empadronado, un banco, una conexión de autobús… o una oficina bancaria. "Claro que apoyo al resto de alcaldes porque son servicios vitales para el mundo rural; estamos contentos con la parte que nos toca, pero estamos solidarizados con los demás".
En Robledo (Albacete)
La solidaridad y la lucha por la supervivencia del mundo rural mueven a Cristian Cuerda (1995). Es alcalde de Robledo (360 habitantes), en Albacete, desde 2019 cuando con 23 años se convirtió en el primer edil más joven de la provincia. En aquel momento, por Ciudadanos. Dejó el partido en marzo de 2021 tras la moción de censura de Murcia. Cuerda acaba de anunciar públicamente que cerrará las cuentas de su Ayuntamiento con Unicaja si la entidad cierra su oficina de Bienservida, a 40 kilómetros de Robledo. Están en la misma comarca: la Sierra de Alcaraz.
En Robledo no hay bancos. Ni cajero automático: "Nos pedían entre 10.000 y 12.000 euros por poner uno, de mantenimiento", nos dijeron. La gente del pueblo va a los municipios de al lado para cualquier gestión bancaria.
El Ayuntamiento de Robledo no puede tocar un euro en efectivo, así lo establece la ley. "Tenemos dinero, tenemos fondos, aquí suele haber un remanente de 800.000 euros. ¿Los recibos de la contribución? 200.000 euros al año. Todo con el banco, pero sin el banco", dice el alcalde.
Cuerda es ingeniero informático. Trabaja en Albacete. En su Twitter, fijada, una cita de Nelson Mandela: "No era la falta de capacidad lo que limitaba a mi pueblo, sino la falta de oportunidades". Es su batalla y lucha por cada proyecto. Atrae a Erasmus rurales, ha montado un coworking y elaboró varios proyectos para los fondos europeos Next Generation. En la revuelta contra los bancos, media docena de pueblos ya se han apuntado a recoger firmas y a cancelar cuentas si hace falta. "Nuestro objetivo es que esto vaya a más, darle la vuelta a la tortilla", concluye.
En Bienservida (Albacete)
Por supuesto que en Bienservida (600 habitantes) agradecen la solidaridad de Robledo y el resto de pueblos. José Luis Cano, su alcalde, del PP, nos explica el problema que genera el cierre de un banco. En su pueblo y en cualquier otro pueblo similar: "Aquí tenemos prácticamente un 70% de gente mayor y mucha no tiene vehículo". Claro que el Ayuntamiento también cerrará la cuenta si Unicaja se va. "Si cierra en el pueblo, ¿para qué quiero yo una cuenta en ese banco?", se pregunta José Luis Cano.
Como Trabazos, en Zamora, en el pueblo hay otra oficina más. Como en Trabazos, no abre todos los días. Y además, "hay mucha gente que no quiere cambiar las cuentas", añade el alcalde.
¿Se suele pagar con tarjeta en el pueblo? "Sí, en los restaurantes, pero aquí lo que más va es el dinero contante y sonante". Por eso, Cano ha pedido que la oficina de Unicaja siga abierta al menos dos días por semana. No parece haber tenido éxito: la previsión es que la oficina cierre el próximo 18 de marzo, como en otra media docena de pueblos de la provincia. Todos están en pie de guerra.
El alcalde, en un escrito enviado al banco, condena la decisión de cierre porque "contribuye al ya evidente despoblamiento de los municipios pequeños". El popular denuncia una "estrategia de asfixia permanente" para los pueblos. En la carta publicada también a modo de bando por el Ayuntamiento en sus redes sociales, además, "invita a todos los vecinos a cerrar sus cuentas en dicha entidad".
En la Diputación de Albacete, nos cuenta el alcalde de Bienservida, está prevista una reunión para estudiar la cuestión. "A ver si solucionan el problema, porque aquí a todo el mundo se le llena la boca con la España vacía, pero luego...". Lo de hacer algo, denuncian en los pueblos, es otra historia. Por eso han empezado a hacerlo ellos, los alcaldes rebeldes. El pueblo los apoya: "Alcalde, esto habría que haberlo hecho antes", le dicen por la calle al de Trabazos con el que abríamos este reportaje. El comentario suena a orgullo patrio rural: se consiga o no, al menos se ha intentado.