Carlos Baute siempre ganará, porque tiene la alegría. Los que custodian la alegría están hechos de una pasta traslúcida, diferente, incluso extravagante: andan llenos de buenos presagios, de cartas en escalera de color, de una amabilidad desarmante y de una ligereza risueña que armoniza la jungla. Es el rubio Ken del cabello, es la sonrisa gigantesca y tronchante, es el baile jugón que remite al apareamiento: es lo lúdico que te recuerda que nada es para tanto. ¿No era la vida esto? Algunos amigos leales, unos hijos sanos, un puñado de canciones para que la gente se bese en las fiestas del verano.
¿Qué más? Un amor largo y buena suerte.
Baute lo tiene todo: acaba de sacar Muy loco, una bachata para que la plebe ronronee en las verbenas y ligue como antes, sin lacónicos “holas” por WhatsApp, sino tendiendo la mano y proponiendo un meneo sincero en la pista. Es sólo un adelanto de lo que viene: un gran concierto el 5 de junio en el Teatro Príncipe Pío, rodeado de colegas y sorpresitas. Dice que vive para disfrutar, que no entiende la violencia de los cláxons, de los señores que se bajan del carro y gritan "mira por dónde vas, imbécil". Baute se ríe, como pensando "¡desubicado!", y sigue adelante.
Acaba de cumplir 50 años y lleva 30 en la música. Él lo sabe bien: si no puedes pararlo, hazlo girar.
P.- ¿Qué filosofía de vida teje uno para no acabar gritándose con los conductores de una ciudad espídica como Madrid?
R.- Lo primero para mí siempre ha sido vivir el presente. El pasado es lindo recordarlo, saber de dónde vienes y qué has hecho… pero el pasado causa depresión y el futuro causa ansiedad. ¿Lo voy a lograr, no lo voy a lograr, llegaré tranquilo…? Por eso sólo se trata de vivir el presente.
P.- ¿Ha conocido la ansiedad o la depresión de primera mano?
R.- No, gracias a Dios. Mi parte emocional siempre está muy estable. Tengo inteligencia emocional, que es lo más importante. Independientemente de la capacidad de resolución que tenga uno, cuanta más inteligencia emocional tienes, más lejos puedes llegar y lograr más metas, es lo definitivo. Hay personas brillantes pero desequilibradas y eso les impide avanzar.
P.- En el videoclip salen algunos de sus buenos colegas españoles, como Santiago Segura, o Marta Sánchez, o José Mota, o Paz Padilla, intentando aprender a bailar bachata con usted. ¿Me cuenta cómo se reconoce a un amigo?
R.- A los amigos los puedo contar con los dedos de las manos. Igual sólo unos poquitos más… mis mejores amigos aún son los de la infancia. Justo ayer hablé con uno de ellos, que es un amigo de hace 24 años. Aquí en España tengo lindas amistades, pero los amigos de la infancia son familia para siempre. Sé que puedo contar con ellos para todo y al revés, sobre todo en los momentos malos, ¿no te parece? En los buenos estamos todos.
"Me han estafado económicamente"
P.- ¿Y qué hay de la traición? ¿Confió en alguien que no debía?
R.- Ah, sí, claro. Inclusive en gente estafadora.
P.- ¿Cómo de estafadora?
R.- Me topé con gente mentirosa, estafadora… me han estafado económicamente. No mucho dinero de una sola vez, pero sí durante mucho tiempo. La pena es la pérdida de la confianza. Empecé en la carrera con 13 añitos y yo era muy pequeñito y todo era muy complicado. Mi mamá desconocía este mundo. Conocerlo es tiempo. Yo tuve un manager que me hizo creer que para cantar yo, tenía que pagar (ríe).
P.- ¡Vaya negocio!
R.- Fíjate lo increíble que es la vida que quien me defendió ahí fue mi abogado, que a día de hoy es mi suegro. ¡Te estoy hablando del año 94! Él me sacó de ese tipo de líos. ¿No es circular la vida?
P.- ¿Cómo reacciona uno cuando se entera de que se la han intentado tramar? ¿Cómo se le dice a alguien “bueno, que te he pillado, fuera de mi vida”?
R.- Es importante tener un buen amigo abogado, un buen amigo médico, un buen amigo mecánico… y una buena amiga psiquiatra, como mi amiga Marian Rojas, por ejemplo. Justo ahora me estoy leyendo su nuevo libro, Recupera tu mente. Es muy buena. ¡Ah! Y un amigo financiero tampoco está mal.
P.- ¿Y para qué sirve un amigo como usted? Un amigo artista.
R.- ¡Para la alegría! Para hacer canciones. ¿Cómo sería la vida si no? Mi mundo musical es espectacular, es alegría, es dopamina, es oxigenar, es buen rollo siempre. Estoy bien rodeado, tengo buenos compañeros. O sea, en el mundo nuestro no existen esas malas vibras que yo he visto en el mundo de la actuación… cosas terribles, muchos codazos para conseguir un papel. Aquí cada uno tiene su nicho y su público y cabemos todos.
P.- Ahora nos quiere enseñar a bailar bachata. ¿Qué ganan los hombres que saben bailar bien? ¿Es cierto eso que dicen de que hacen mejor el amor?
R.- (Ríe). ¡No soy yo quién para decirlo porque… yo bailo…! (Se parte de risa). Yo creo que se piensa en eso. O sea, tú ves una brasileña y dices “papi”… ¡esa samba! No sé si una alemana o una suiza se mueva así. Es el ser latino más que nada. Luego puede ser que la alemana sea más caliente que la brasileña, ¿quién sabe, las apariencias…? El baile es muy interesante. Para los hombres también. En Venezuela, en los países caribeños… yo me acuerdo de cuando era pequeño y estaba en la adolescencia y todo eso: la manera de romper el hielo y hablar con una chica era sacándola a bailar. ¡Pero esa era sólo la primera ficha! Ahorita todo es el Whatsapp… “hola”… bah, nada que ver. Si te decían que sí al baile, era buena señal, pero si bailabas con ella más de una canción, es que había química, que íbamos para adelante.
"Tú puedes pensar ‘qué lindo es no sé quién’, pero si te acercas y le hueles y no sientes nada, no hay nada"
P.- Anatomía de la seducción.
R.- ¡Es que la piel es todo…! Tú puedes pensar de lejos “qué lindo es no sé quién”, pero si te acercas y le hueles y no sientes nada, no hay nada. El roce, el contacto directo, el sudor y que huela rico… ahí pasan mil cosas en un momento. En sólo seis minutos tú sabes si vas a tener buen sexo con una persona o no.
P.- ¿Por qué a las mujeres españolas les gustan tanto los hombres latinos? ¿Qué echan de menos de los españoles? ¿Es que bailan peor?
R.- (Ríe). Varias amigas mías me decían “pon un latino en tu vida”. Pero es cierto que tengo buenos amigos españoles que son espectaculares como pareja, que sus parejas son felices y están súper estables.
P.- 50 añitos. Feliz cumpleaños. Hagamos retrospectiva. ¿Qué aprendió del amor desde que era un adolescente hasta ahora?
R.- Aprendí que el amor se transforma. Es el motor de la vida y se transforma. Te hablo de mi vida personal: yo conocí a mi mujer, fuimos novios durante cinco años y luego nos dimos cuenta de que podíamos casarnos y comprometernos, y luego vinieron los niños y se transforma… ya es otro amor. Puede ser para bien o para mal. Hay gente a la que lamentablemente tener niños les separa, pero en mi caso ha sido lo contrario, porque los dos somos muy niñeros.
Por decirte un ejemplo: el otro día estaba en el avión viniendo de Cancún, que fui por Semana Santa y estuve celebrando mis 50 en la Riviera Maya, y tenía detrás a una chica con un bebé de meses. La niña no paraba de llorar. El padre estaba súper de mal rollo… el tipo… te lo juro, qué angustia. Pensé “les quedan dos telediarios”. Él decía: “Si me desautorizas…”. Y yo: “Ay dios, que se callen, que se callen”. Muy feo. Y nada, nos pusimos los cascos todo el mundo porque no somos quién para meternos en eso.
P.- ¿Cómo reconoció que estaba enamorado?
R.- ¡Por la química! Fue química. Y luego, tiempo. Luego hubo proyecto de vida. Eso de “en una semana me he enamorado” es una estupidez. Hay que madurar… porque tienes que durar. Hay ocho o diez meses muy intensos, claro.
P.- ¿Qué tipo de padre es? ¿Qué educación le da a sus hijos, a qué colegios les lleva?
R.- Yo sigo la línea de mis padres: somos religiosos. Creo que es bonito que mis hijos tengan una religión, gracias a dios, a no ser que más adelante ellos decidan ser ateos o practicar otra religión, que también me parecerá bien. Es importante que los niños tengan valores, fe y esperanza. Hay muchos momentos en la vida en los que hacen falta, ¿no? He conocido a gente atea y de repente se ha visto con una desgracia en su vida y se han vuelto religiosos.
Okei, y al contrario: eres religioso y se te muere tu hija y no sabes cómo ha podido pasar algo así. No sé: al final somos seres humanos sociales y tenemos que tener creencias, aferrarnos a cosas, confiar… eso es lindo y eso está en mi casa. Lo primero es respetar a los demás y aceptarse a uno mismo. En el colegio donde están mis niños es muy lindo porque cada semana hay un valor: esta semana a mi niña pequeñita le enseñaron la responsabilidad.
"Trabajo a partir de las 11h porque siempre llevo a mis niños al cole y desayuno con ellos antes, ¿qué menos?"
P.- ¿Qué edad tiene?
R.- Cuatro años.
P.- Pronto lo va a aprender.
R.- (Ríe). No viene mal. Ayer fuimos a una clase todos los padres. Nos invitan una vez a la semana. El valor de la responsabilidad es increíble. Ella aprende a cuidar y a llevar su mochila, a ser responsable de ella. No basta con que te la lleve tu papá porque pesa, no puedes perderla… la educación ha cambiado muchísimo, ha mejorado mucho, es un lujo, porque yo no fui educado así.
P.- Le veo muy implicado. Es hermoso escucharle tan atento teniendo en cuenta que tiene un trabajo tan exigente.
R.- Sí. Yo trato, fíjate, de poner las entrevistas siempre a las 11 de la mañana, porque mi rutina es maravillosa, yo siempre llevo a mis hijos al cole y desayuno con ellos antes. ¿Qué menos? Hay otras veces que no estoy, porque viajo mucho a EEUU… pero cuando estoy en casa siempre digo “señores, el trabajo a partir de las 11h”.
P.- ¿Habla con Dios? ¿Qué le cuenta?
R.- ¡Madre! Lo primero le doy gracias, gracias por tener salud, por los míos y por mí. Y segundo, le hablo de la guerra. Esas guerras terribles… yo se lo digo a mis niños. Mis hijos se enfadan por una tontería, porque les damos un sandwich de queso y quieren uno de chocolate, y les digo siempre “miren, la guerra”. No quiero ser obsesivo, pero me gusta indicarles “miren acá, vamos a dejarnos de tonterías, te lo comes. Tú tienes este menú, pero tienes que saber lo que hay en el mundo”. Tienen cuatro y siete años los más pequeños, y no lo han vivido ni lo ven, pero intento que sean conscientes de todo lo que pasa ahí.
P.- ¿Le habla a ellos de Venezuela, de su país natal? ¿Qué les explica sobre su situación?
R.- Ajá. Yo tengo un libro muy lindo que me regalaron (me lo regaló un amigo español, de hecho), que es de fotografías de Venezuela. Se lo muestro a mis hijos. Están como locos por ir, pero obviamente tendrán que esperar… irán en su momento, cuando sean un poquito más grandes. Yo sueño con ir a Venezuela, pero llevo 14 años sin ir por eso: porque estoy esperando a que las cosas cambien… ojalá que cambien ahora cuando vengan las elecciones. Quiero que conozcan de dónde vienen sus padres, porque su mamá es de allí también, y quiero que conozcan la cultura y la naturaleza del país, que es súper potente.
P.- Recuerdo el programa de televisión que presentaba hace años, ‘Elígeme’, para que los hombres encontraran pareja… pero al final todas las chicas querían quedarse con usted, que ni participaba, y ellos se comían una rosca o se sentían premio de consolación. Era tremendo aquello. ¿Qué ha aprendido de las mujeres en estos 50 años?
R.- (Ríe). Mira, yo admiro muchísimo a la mujer, y ya ves que la enaltezco mucho en mis canciones. Mi madre, mi abuela, mi hermana, mi tía… son todo para mí, y además, ver a Astrid como madre… es… ¡wow! Todo lo que hace una madre es impresionante. La gente lo dice, ¿no? Cuando te haces padres, amas más a tus padres. Esto es así, yo dejaría de dormir y de comer y de trabajar por mis hijos, haría lo que hiciese falta por ellos. Pues ellas lo hacen con más fuerza aún. Son increíbles. Ves que en mi equipo sobre todo hay mujeres: en esta oficina, de hecho, hay 11 mujeres. Me esforcé porque así fuese, por rodearme de ellas. Mi gestora es mujer. Son gente más centrada. Son una maravilla.
P.- Vive y vota en España desde hace ya 20 años. He leído que cada año se le va la mitad de la riqueza en impuestos, ¿esto le duele?
R.- No me duele, no. De enero a junio trabajo para acá, y me gusta. Porque voy a otros países y digo “dios mío, merece la pena construir país, un país como España”. Hay algunos impuestos que deberían bajarse, obviamente, ¿no? Pero en España se vive increíble y ves como la mayoría merecen la pena. Yo he estado en algunos países latinos con mis hijos y he jugado con ellos a “vamos a contar en el coche cuántos minutos pasan sin que tiemble el auto”.
P.- Carreteras imposibles.
R.- ¡En países ricos en petróleo! Aquí está todo en perfecto estado. Muchos españoles se quejan, pero los impuestos los vemos bien colocados en las calles. Las rotondas perfectas, las plazas tienen agua. No es ninguna tontería. En Latinoamérica no tiene agua ni una sola fuente. Me acuerdo que vi en las noticias que en un país de Latinoamérica le cantaban “feliz cumpleaños” a los baches porque cumplían dos y cinco y diez años y doce años sin que nadie los arreglara.
P.- ¿Qué le diría a Pedro Sánchez si se tomase un café con él?
R.- Este… le diría, “oiga, Pedro Sánchez, nos volvió a subir el impuesto de la luz, ¿qué pasó ahí?”, hay otros muchos impuestos que yo bajaría. Y a Ayuso le diría lo mismo que a Sánchez: “Vamos a darle la oportunidad de ser presidenta de este país a una mujer… como Ayuso”. Eso le diría. Me encantaría que Ayuso fuese presidenta del Gobierno de España.