Si en Estados Unidos apodaron a Frank Sinatra como La voz, nosotros tuvimos nuestra versión made in Spain en la figura de Nino Bravo, fallecido el 16 de abril de 1973. Hoy se cumple el 50º aniversario de su despedida final. Tenía 28 años. Estuvo un plis de ingresar en el famoso Club de los 27. En aquel momento el artista valenciano había subido todos los peldaños hasta alcanzar un éxito sin precedentes en tan poco tiempo porque en sus últimos cuatro años de vida se había convertido en uno de los cantantes mejor pagados de España.
“Podríamos decir que estaba entre los tres primeros junto a Raphael y Julio Iglesias, ya que por actuación cobraba entre 100.000 y 150.000 pesetas, que no estaba nada mal para la época. Hacía un promedio de entre 80 a 100 galas en la temporada veraniega que se extendía de mayo a septiembre”, afirma Darío Ledesma, el único biógrafo oficial que recientemente publicó el libro Nino Bravo: voz y corazón (Editorial Milenio). Todo se truncó cuando el coche que nunca debió conducir –lo tenía que haber hecho su cuñado y mano derecha, Manu Martínez, que se quedó en Valencia haciendo varias gestiones– se salió de la carrera en una curva del municipio de Villarrubio (Cuenca), dio tres vueltas de campana. Falleció de camino a un hospital madrileño. Los otros tres ocupantes sobrevivieron.
Su esposa, María Amparo, quedó totalmente devastada. El dolor se palpaba en cada centímetro de su piel. Tenía 23 años y estaba embarazada de su segunda hija, Eva, que nació siete meses después del trágico suceso. Su otra hija, Amparo, tenía poco más de un añito.
Desde entonces, parte de la banda sonora de España ha estado compuesta por algunas de sus canciones: Noelia, Libre, Un beso y una flor y Te quiero, te quiero… Que cinco décadas después todavía se le recuerde con cariño es un hito en una sociedad, la nuestra, que tiende al olvido. Su hija Amparo comenta a EL ESPAÑOL | Porfolio: “Mi padre sigue siendo un fenómeno surgido del pueblo. Siempre les cantaba y le respondían con cariño y admiración. A lo largo de todo este tiempo la gente le ha divinizado hasta convertirle en un mito porque acuden a conciertos homenaje, descargan sus canciones, le escuchan a menudo… Otro punto y aparte son las instituciones. Menos mal que ahora, con motivo del 50º aniversario de su muerte le han hecho hijo adoptivo en Valencia que también ha declarado 2023 como el Año de Nino Bravo. Nunca antes se había hecho nada parecido y creo que se lo merecía como español y valenciano”. Incluso la capital del Turia no quiso albergar su museo oficial, que se hoy reabre sus puertas en Aielo de Malferit tras unas obras de remodelación.
“Valencia está obligada a acoger un museo de Nino porque iba de valenciano por la vida, la Valencia de su alma no se la podía tocar nadie. Esto es muy desagradecido por parte de las instituciones. Siempre hay dos o tres poderosos, como yo digo, que cuando se le atraviesan las cosas….”, admite con sinceridad Karina (76), que coincidió con el artista en Pasaporte a Dublín (1970), el mítico espacio de TVE en el que también participaron Rocío Jurado, Encarnita Polo, Los Mismos, Conchita Márquez Piquer, Junior, Jaime Morey y Dova para representar a España en Eurovisión. Karina fue la elegida y quedó en segunda posición con el tema En un mundo nuevo.
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De la nada al éxito
Luis Manuel Ferri Llopis, su verdadero nombre, nació con una voz prodigiosa el 3 de agosto de 1944. Consciente del don que tenía les comunicó a sus padres que quería ser cantante, decisión que le costó un gran disgusto a su progenitor que deseaba que su niño fuera médico. La situación no llegó a mal puerto porque con 15 años había deleitado a cópela a sus seres queridos con el tema Libero de Domenico Modugno, uno de sus grandes referentes. También lo fueron Tom Jones (82) y Engelbert Humperdinck (86).
Al principio de su carrera los críticos se cebaron con él. Alegaban que no sabía moverse en el escenario, parecía un zarzuelero y vestía de forma anticuada. Incluso su primer compositor, Manuel Alejandro, le dijo que tenía que lucir más juvenil. A este respecto, Amparo confirma que “que era muy sobrio y parecía más mayor de lo que era. Con el tiempo hizo mucho caso de los consejos de la gente que le rodeaba y en su última etapa fue adquiriendo su propio estilo mucho más moderno, con aquel mono negro, el cinturón y se cambió el pelo”. A pesar de los pesares, Nino era un auténtico fenómeno de masas que había conquistado Hispanoamérica.
Atrás quedaban el grupo que creó en 1961, Los Hispánicos, y su pertenencia a Los Superson en 1963. Aunque parezca increíble, a punto estuvo de no proseguir con su carrera musical porque mientras hacía el servicio militar en Cartagena sufrió tal bajón de autoestima que escribió a su íntimo amigo Vicente López (bajista de Los Hispánicos) para decirle que como no iba a alcanzar la misma tesitura que Domenico Modugno era mejor dejarlo. Ipso facto, Vicente llamó a Miguel Siurán, uno de los locutores valencianos más conocidos por su espacio en Radio Popular, que le inscribió en el I Festival de Cantantes Noveles del Ayuntamiento de Vall d’Uxó. El comunicador también se encargó de crear su nombre artístico.
Fichó por Fonogram, Manuel Alejandro le compuso Es el viento y Como todos, los dos primeros temas de Nino Bravo y después contrataron a Armenteros-Herrero, que idearon Un beso y una flor, Libre y América, América. Con este último tema le gustaba despedirse al cantante en cada concierto que hacía al otro lado del Atlántico. Tampoco hay que olvidar la música de Augusto Algueró para su inolvidable Noelia, inspirada en la relación extramatrimonial que mantuvo con Noelia Alfonso, Miss España 1969 y Miss Europa 1970. El letrista fue el egregio Rafael de León.
Estaba considerado como uno de los tres artistas mejor pagados de nuestro país junto a Raphael y Julio Iglesias, lo que le permitió abrir sus miras hacia otros derroteros relacionados con la música. ¡Quién se lo iba a decir cuando su actuación en el teatro Principal de Valencia en 1969 le había arruinado hasta el punto de endeudarse! Montó su propia agencia de representación, tenía en mente abrir un estudio de grabación en Valencia porque todo pasaba por Madrid e incluso “el día antes de morir vio unos locales en el barrio de El Campanar de Valencia porque tenía la intención de crear una discoteca llamada Julio Verne, muy diferente a lo que había en la época, con varios ambientes y decorada con la temática de las novelas del ese escritor. Su mente iba a mil revoluciones por segundo”, apostilla Darío Ledesma.
"Habría sido el Sinatra latino"
Generó muchos millones de pesetas, pero lejos de guardarlos en el banco, los reinvertía en el negocio. Era tremendamente perfeccionista y quería ayudar a otros artistas, ya que él no tuvo esa oportunidad. “No es que fuera rico -matiza Darío- porque invertía todo lo que ganaba, quería seguir generando opciones para continuar en el mundo de la música”. Todo se truncó aquel 16 de abril. En esos comienzos de los 70 había conseguido varios números 1 con Te quiero, te quiero, Noelia o Un beso y una flor. De no haberse detenido el tiempo, su biógrafo oficial tiene claro que habría roto barreras y más fronteras: “Con certeza te digo que quería grabar un disco del folclore valenciano y el himno de Valencia, deseaba componer más temas -solo escribió uno, Vivir- porque en las entrevistas declaraba que había escrito canciones, también hubiera grabado en otros idiomas y seguro que habría hecho un dueto con Tom Jones, que era su espejo. Habría sido el Frank Sinatra a lo latino”.
"Hubiera grabado en otros idiomas y seguro que habría hecho un dueto con Tom Jones, que era su espejo. Habría sido el Frank Sinatra a lo latino"
En Pasaporte a Dublín, Karina aprendió mucho de él porque “tenía una voz natural, que el destino se la puso ahí, cantaba sin esfuerzo, le salía con naturalidad, tenía una manera de expresar y frasear muy bonita. Yo me escondía tras la cortina del Estudio 1 de TVE para escucharle. Quería aprender. Era un maestro”.
El éxito ha continuado. De hecho, “es el único español que después de 20 años fallecido ha vendido más de un millón de copias sólo en España. Ocurrió con el disco de duetos llamado 50 Aniversario en 1995”. La desgracia que cebó a la familia Ferri-Martínez les impidió saborear una vida digna de los dioses de la música de la época, pero sus tres mujeres, María Amparo, Amparo y Eva fueron millonarias en el cariño mostrado por la abuela, los tíos, los amigos, los vecinos y los fans. El 12 de septiembre de 1973 en la Plaza de Toros de Valencia se celebró un concierto homenaje en el que participaron Julio Iglesias, Mari Trini, Mocedades, Manolo Escobar, Dova, Jaime Morey, Bruno Lomas y Humo, el dúo que iba a promocionar Nino y que justamente viajaban en aquel coche que quedó destrozado.
Los 22.000 espectadores aplaudieron a rabiar. Lo recaudado fue a parar a su familia. Parte de ese dinero lo invirtió su viuda en una tienda de ropa infantil que con el paso del tiempo tuvo que cerrar. Sus hijas continuaron sus estudios como cualquier chica del barrio y se forjaron su propio destino. Amparo trabaja en una empresa como responsable de administración y Eva es también responsable en un comercio.
Empleos normales y comunes que no les ha hecho perder el norte por ser hijas de quien fue uno de los mayores ídolos en la historia de la música española. Por lo que respecta a los royalties, los dividendos corresponden a los compositores y letristas que sí se hicieron millonarios porque los temas de Nino son imperecederos, pero lo que sí posee la familia es el copyright de su nombre y su imagen. Amparo destaca que “esa es otra de las actividades extras, la de preocuparnos por los intereses de papá porque hay mucha gente que quiere aprovecharse y ganar dinero a su costa. Si se quiere usar su nombre y su imagen se ha de hacer de manera honrosa y respetuosa”. Por eso están tan pendientes del Museo Nino Bravo en Aielo de Malferit, que hoy reabre sus puertas tras unas semanas rehabilitándolo. Una de las grandes sorpresas es que se ha reproducido exactamente la habitación de matrimonio con los discos de oro, los talismanes, los libros, otros premios…
Su único y verdadero amor
Para Marie, que se había criado hasta los 19 años en Tánger, volver a Valencia le trajo su gran amor. Se quedó hipnotizada cuando escuchó a Nino cantar Como todos y cuando fue con sus amigas a la discoteca Victor's le preguntó al disyóquey si conocía al artista. Le comentó que venía casi todos los fines de semana. Un día se la presentó y ambos quedaron atrapados por las flechas de Cupido a finales de 1969. En junio de 1970 salió al mercado Te quiero, te quiero, que se convirtió en una bonita anécdota, tal y como explica Darío Ledesma: “Nada más tener el sencillo en sus manos se lo dedicó a aquella joven con un ‘Para Marie, mi único y verdadero amor con propuesta de matrimonio, ¿sí o no?”. Se casaron el 20 de abril de 1971.
En vida, Nino siempre fue un hombre tremendamente discreto. Sólo quería que la prensa hablar de su profesión y dejara de lado su faceta íntima. Sin embargo, el fenómeno fan era exigente y los periodistas siempre querían algo a cambio. Por eso el enlace no pudo ser secreto porque en cuanto se enteró el periodista Guillermo Ortigueira cogió tal cabreo que se lo comentó al director de una de las revistas más populares de la época, Mundo Joven, para que enviara a dos corresponsales. Guillermo no entendía que el cantante hubiera visto en él antes al periodista que al amigo. Tal fue el desmadre, que cuando el cantante regresaba de su despedida de solteros intentó despistar a la prensa, llegando incluso a salir de su piso por los balcones del patio trasero de su edificio. Pero no consiguió desembarazarse de los medios.
A este respecto, su biógrafo apunta que “como estaba en desacuerdo para que una revista tuviera la exclusiva de su boda le dijo a su fotógrafo personal que se enviaran las imágenes al resto de semanarios del corazón”. A partir de ese momento, Nino cedió un poquitín más, pero lo justo. Con el nacimiento de Amparo permitió que la prensa les fotografiara durante 10 minutos. El resto… secreto de sumario.