La increíble historia del fallido golpe de Estado en A Coruña que pudo cambiar el futuro de España
La historia del plan de atentado terrorista de la ultraderecha para matar al rey Juan Carlos, a Felipe González y a los principales estamentos del Ejército
7 mayo, 2023 05:00El domingo 22 de febrero de 1981, una esfera roja advertía que la portada de una revista de ultraderecha, “El Alcázar”, encerraba una información subliminal, tal y como el medio había hecho en otras ocasiones. El mensaje informaba, de manera críptica, de que, en 24 horas, se pondrían en marcha las fuerzas necesarias para ejecutar el golpe de estado del 23F, un intento fallido que fue desactivado horas después de comenzar. Dieciséis años más tarde, el 16 de octubre de 1997, Felipe González daba un mitin en A Coruña junto a Francisco Vázquez y Abel Caballero, en el que decía: “Los coruñeses sabrán en el futuro que pasó en 1985, cuando celebramos aquí el Día de las Fuerzas Armadas”. Aquella frase dio inicio a frenéticas investigaciones periodísticas que llegarían hasta el 1 de febrero de 1985, cuando “El Alcázar”, de nuevo, había publicado un reportaje, aparentemente inocuo, sobre las excelencias turísticas de Galicia en el que se anunciaba otro golpe, como había informado González, en el que se pretendía hacer saltar por los aires a la familia real, al gobierno y a toda la cúpula militar del país. Esta es la increíble y desconocida historia del fallido golpe de Estado en A Coruña que pudo cambiar para siempre el futuro de España.
Se sabía con bastante antelación que el desfile de las Fuerzas Armadas del 2 de junio de 1985, se realizaría en A Coruña y que la tribuna de autoridades estaría emplazada en el Cantón Grande. Aprovechando esta información, los golpistas planearon al milímetro su atentado, con el cual pretendían cavar un túnel, partiendo de un local cercano, que pasara bajo la tribuna, donde se pondrían 100 kilos de explosivo para hacerlos detonar durante el desfile.
De igual manera que el golpe del 23F se había inspirado en el secuestro del congreso de Nicaragua de 1978, los golpistas de A Coruña tomaron dos atentados como ejemplo: el de Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, en el que una bomba plantada bajo la calle Claudio Coello de Madrid hizo saltar por los aires su coche, y el de Anwar Sadat, presidente de Egipto que, en octubre de 1981, fue asesinado por varios soldados participantes en un desfile militar, que lanzaron granadas hacia el palco presidencial al tiempo que disparaban sus armas automáticas.
En las navidades de 1984, un conocido armador coruñés, un ultra con estrechas relaciones con las autoridades policiales y militares de la ciudad, comenzó un pintoresco viaje por todo el territorio español: visitó en la prisión de Caranza, en Ferrol, al ex teniente general Jaime Milans del Bosch, que cumplía treinta años por sacar los tanques a las calles de Valencia el 23F; en el castillo de San Fernando, en Figueres, se encontró con el ex teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, condenado por encabezar el asalto al Congreso; en la prisión militar de Alcalá de Henares se vio con el ex comandante Ricardo Pardo Zancada, que cumplía una pena de doce años por sumarse a Tejero al frente de la Policía Militar y también visitó al ex teniente coronel José Crespo, recluido por complicidad con el complot golpista del 23F.
Pero un plan de se semejante envergadura no podía llevarse a cabo con la única participación de golpistas presos, sino que se necesitaba también la colaboración de militares en activo, por lo que este ultra también se puso en contacto con conspiradores que habían sido trasladados, tras otra intentona golpista, la de 1982, lo más lejos posible de la capital, pero que ya habían regresado a Madrid.
Con el plan ya trazado, tan solo se necesitaba ponerlo en marcha. Para ello se precisaba un sótano, explosivos, financiación y un comando de especialistas.
A finales de 1984 los conspiradores reconocieron la zona por la que transcurriría el desfile y localizaron un local dotado de sótano a unos 30 metros de distancia de la ubicación de la tribuna desde el que horadar el túnel en el que plantarían los 100 kilos de bomba.
Los explosivos para confeccionar aquel artefacto no podían ser robados de los arsenales militares, la solución más sencilla, debido a que los golpistas pretendían hacer pasar el atentado por una acción de ETA, así que consiguieron la ayuda de un constructor que les haría llegar este material y del cual denunciaría su robo como tapadera.
El comando ejecutor también estaba decidido, al igual que la financiación, así que, el 1 de febrero de 1985, la portada de “El Alcázar” publicaba el reportaje en el que, aparentemente y en clave, se anunciaba el golpe que se daría en A Coruña meses más tarde.
Estaba todo preparado. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Nada se sabe oficialmente. Algunas fuentes hablan de discrepancias entre los cabecillas de la conspiración, otras de que el CESID, el Centro Superior de Información de la Defensa, el actual CNI, Centro Nacional de Inteligencia, los descubrió. Otras afirman que uno de los organizadores los denunció y otras que todo fue una cortina de humo para tapar quién sabe qué.
Hay quien considera que el Gobierno no quiso adoptar ninguna medida contra los implicados ya que eran pocos y estaban bajo control, por lo que no representaban riesgo alguno y no era necesario convertirlos en mártires. Ya estaban en prisión los condenados por dos fallidos golpes de estado, no se necesitaba un tercero.
Lo cierto es que aquel atentado nunca se consumó y nadie fue detenido ni juzgado. En la Semana Santa de aquel año, la intentona fue abortada y el CESID sabía lo que se planeaba, ya que, desde el 27 de mayo de 1985, la ciudad de A Coruña se convirtió en lo más parecido a una plaza en estado de sitio, con una insólita presencia policial en todas partes y controles de seguridad en todas las esquinas.
De haberse llevado a cabo aquel golpe, los resultados no habrían podido ser más desoladores para el país a la vez que efectivos para sus ejecutores. En aquel palco de autoridades se encontraban el rey Juan Carlos I, la reina, las infantas Elena y Cristina, el presidente del gobierno, Felipe González, el de Galicia, Gerardo González Albor, el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, el ministro de defensa, Narcís Serra, y los jefes de la cúpula militar española. Tan solo faltaba el príncipe Felipe, que cursaba sus estudios en Canadá y no asistió a aquel desfile.
El golpe de estado frustrado de A Coruña fue el último, que sepamos, de la democracia, un ataque en el que confluyeron algunos de los que ya lo habían intentado anteriormente y los últimos reductos de la ultraderecha, convertidos en marginales, tras evolucionar hacia el terrorismo.
Tras permanecer oculto durante más de quince años, el 16 de octubre de 1997, durante un mitin en A Coruña, con Francisco Vázquez y Abel Caballero, que se presentaba como candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia, el ex presidente del Gobierno, Felipe González, sacaba a la luz esta historia: “Los coruñeses sabrán en el futuro qué pasó en 1985, cuando celebramos aquí el Día de las Fuerzas Armadas. Lo contaré cuando no haga daño a mi país, porque yo no haré política de tierra quemada”.
Quizá ya vaya siendo hora de saber lo que casi ocurrió aquel 2 de junio de 1985, un día en que un golpe de estado en A Coruña pudo cambiar la historia de la democracia en España.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- laopinioncoruna.es
- elidealgallego.com
- elpais.com
- outono.net
- elplural.com
- elcorreogallego.es
- elmundo.es
- clarin.com
- lavanguardia.com
- elperiodico.com
- publico.es
- fundacionfelipegonzalez.org