Sofía Rivas en la Feira de Agolada.

Sofía Rivas en la Feira de Agolada. Cedida

Moda

Sofía Rivas, joyera artesanal gallega: "En el taller no todo brilla todo el tiempo"

Sofía Rivas es diseñadora de moda y joyera artesanal y en este ámbito obtuvo el primer premio Xuventude Crea 2020. Ahora, en su propio taller, crea joyas desde cero con mimo y pasión

Temas relacionados: Fernando Freire cumple su sueño: el sastre gallego abre su propio taller a los 58 años

Publicada

Empezó en este mundo por casualidad y no se irá de él parece que ni en broma. Sofía Rivas es gerente de su propia marca y taller de joyería artesanal en Ribeira, Sofo, que cuenta con carta de Artesanía de Galicia. 

Quizás muchos pensarán que el taller de una joyera es todo plata, oro y materiales que relucen. No se preocupen, ya se lo desmitifica Sofía Rivas: "O taller non é como entrar nunha xoiería onde todo brilla e está fermoso, aquí eu estou traballando directamente co material con lume, os metais oxídanse, manchaste…", explica la artesana, "a min gústame así e que a xente vexa que é así, que aquí non todo brilla todo o tempo". Lo que más le llama la atención a la gente que visita su taller es, por cierto, ver que la plata es negra o blanca en varios procesos antes de ser convertida en joya.  

Su taller es 100% artesanal y familiar, ya que, aunque separadas, comparte bajo con su madre, quien hace confección a medida. Aquí empieza la magia. Comienza con la fundición, a partir de ahí saca una chapa o un lingote y va construyendo y dando forma a la pieza de diversas maneras: soldando, con martillos, laminadoras, limas, lijas o alicates, entre otras. Todas sus herramientas son, por cierto, de segunda mano: "Hai que darlle nova vida aos materiais de traballo, igual que fago co ouro e a prata, que me encanta que me traian para fundir e darlle unha nova vida a esas pezas".  

Porque sí, puedes llevar viejas joyas al taller de Sofía y ella, todo lo que pueda, estará dispuesta a hacerlo. Sofía puede personalizarte joyas, recuperar algunas que están estropeadas e incluso si le llevas un diente de oro, también podrá fundirlo para hacerte una joya. "Á xente chámalle a atención cando che traen os dentes de defuntos, que pasa moito, máis do que a xente se imaxina", cuenta la artesana, que añade: "Sempre dá algo de grima, sobre todo se alguén che ve facelo, pero iso fúndese e despois ninguén sabe que son dentes". 

Personalizar joyas es quizás lo más complicado: "Todo o que é para personalizar é un reto porque, aínda que che dean datos e datos, pode que non sexas capaz de plasmar a idea como a outra persoa o esperaba". No suele ser el caso, ya que prima la perfecta comunicación con el cliente. Lo que no puede hacer, lo comparte con total sinceridad con sus clientes.  

"Ás veces queren algo que tes en colección pero queren darlles unha volta", explica, ante lo que añade que "sempre se pode adaptar dependendo do traballo e posibilidades do material, pero despois hai cousas que non podo facer, que entran dentro do industrial".

"Se me piden algo para eles procuro ter a información suficiente de se lle gusta o meu estilo", cuenta. Un estilo, el suyo, marcado por las múltiples texturas, dibujos, líneas simples pero elegantes. Simples a la vista, claro, porque el trabajo para hacerlas no lo es. Si le piden algo fuera de su estilo, también se adapta, aunque sea un reto mayor. 

Pero para reto, el que le tocó vivir con unos diamantes. Una conocida le pedía que, con diecisiete diamantes y oro también de unos dientes, le hiciese un anillo. Sofía, en un principio, no quería arriesgarse, ya que no contaba con conocimientos para trabajar con diamantes. Al final, se animó. "Traballei a porta pechada, con todo o máis limpo e recollido posible porque os diamantes saltan case con tocalos", explica, y no podía permitirse perderlos.

Era enero, por lo que llevaba ropa abrigada y, tras muchas horas concentrada, con la lupa y cansada, le saltó un diamante.  "Non foi o único pero xusto levaba tantas horas sentada, que tiven que ir ao baño", relata, "pero non podía ir porque se levaba o diamante enriba e se me caía…". Se tuvo que quitar toda la ropa y estuvo buscándolo durante horas. Hasta que apareció en la fibra de un jersey. 

Sus comienzos 

Sofía quiso inicialmente dedicarse a la moda. Estuvo en clases de corte y confección y, luego, decidió presentarse a las pruebas de acceso de moda en la Escola de Arte e Superior de Deseño Mestre Mateo. Por si las moscas, decidió prepararse también las pruebas para acceder a algún ciclo superior dentro de la escuela que luego le facilitara entrar a la carrera de moda.

El más relacionado y el que luego podría complementar su carrera profesional en la moda era el ciclo de joyería. Finalmente, allí acabó. "Non sabía onde me estaba metendo e unha vez dentro, entrei no taller e vin o que se facía e namorei completamente do oficio", explica Sofía, "aí naceume o amor pola xoiería". De hecho, luego hizo de igual modo la carrera de Diseño de Moda, que finalmente no le gustó tanto como pensaba. Por ello, Sofía dice que entró en el mundo de la joyería de forma "fortuita".  

Coincidió, que no siempre pasa, que además de gustarle, la ribeirense era verdaderamente buena en el oficio y no se cansaba de ejercerlo. Las prácticas del ciclo las hizo con Susi Gesto, donde conoció la ourivería tradicional, que le interesó infinitamente. Luego, la joven entró en la carrera  de moda y el tiempo para la joyería se vio más limitado.

"Botaba moito de menos o taller e, ás veces, Susi preguntaba por un grupo que tiñamos se alguén lle axudaba a facer boliñas, que a ela non lle gustaba tanto, e eu botábao tanto de menos que ía sempre", explica Sofía entre risas. De  hecho, su última colección es de bolitas, ya que fueron estas las que la acercaron de nuevo al  taller cuando más morriña tenía del oficio.