La lucha de Marypaz, el imperio de zapaterías de un ex policía, para sobrevivir a esta Navidad
Nació en una antigua carbonería y llegó a facturar más de 140 millones. Tras el concurso de acreedores, ha logrado salvarse.
8 diciembre, 2019 21:01Noticias relacionadas
Imaginemos a ocho millones de mujeres de toda edad y condición que marchan al unísono, hermanadas por la marca de sus botas, sandalias o tacones de aguja. La visión de este colosal ejército de clientas sirve para hacerse una idea demográfica de la magnitud de los ocho millones de pares de zapatos anuales que convirtieron a la empresa familiar sevillana Marypaz -ahora en concurso de acreedores y con previsible final feliz- en la mayor vendedora de calzado minorista de España. En su año de máxima expansión, en 2013, tenía más de 400 tiendas, empleaba a 1.500 personas y facturaba 140 millones de euros..
Hoy puede darse por contenta con sobrevivir al cierre gracias a la sociedad madrileña Crocea Mors, que mantendrá abiertas 125 tiendas en España con 700 empleados, según su oferta de compra, que ya ha aprobado el juez. Tocó fondo, pero el final feliz ha llegado a las puertas de la Navidad. La empresa ha logrado salvarse tras ser adquiridan el pasado 28 de noviembre.
Esto ha sucedido mientras en el Juzgado de lo Mercantil 2 de Sevilla se dirimía el futuro de Marypaz tras la solicitud de reapertura de concurso de acreedores presentada recientemente por la empresa -controlada por el fondo de inversión con sede en Barcelona Black Toro Capital, que la rescató hace tres años-, EL ESPAÑOL viaja al lugar donde un antiguo policía fundó la cadena reina del zapato bonito y barato. La tienda número uno del listado de casi 200 establecimientos que a día de hoy opera Marypaz en España, Portugal, Marruecos, Túnez y Malta se encuentra en el 45 de la avenida Marqués de Pickman, en el barrio de Ciudad Jardín de Sevilla, distrito de Nervión.
Aquí, en esta calle de gran ambiente popular que entonces estaba en la periferia, nació en 1972 el primer local de la marca que lucen los millones de zapatos que han vendido desde entonces. La Marypaz de carne y hueso que dio nombre a las etiquetas comerciales y a los neones azules de las fachadas había nacido cinco años antes y era entonces la única hija de Ángel Aguaded Toscano y Encarnación Santos de la Torre. En esa época la familia tenía cinco hijos: Ángel, Juan José, María de la Paz (Maripaz o Marypaz) y José María. Luego vendría la sexta, María de los Ángeles.
El emporio comercial germinó en la carbonería del padre de Encarnación y suegro de Ángel, llamado Juan. Cuentan a EL ESPAÑOL testigos de esos días que cuando el policía, hombre alto y fuerte, gran aficionado a la caza, se casó con la hija del carbonero, éste se mudó con su carbón a otro local cercano y les dejó el de la esquina del número 45 para que la pareja montara un nuevo negocio. Ángel, que ya había dejado la Policía “nacional”, y Encarnación abrieron en el sitio de la antigua carbonería un amplio bar al que llamaron Avenida y se instalaron a vivir en la planta de arriba de la casa. Corrían mediados de los años 60 y la calle, que poco antes era de tierra y servía, dice un vecino, de “basurero” para los de las casas colindantes de Ciudad Jardín (la zona residencial construida para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929), bullía con la apertura de pequeños comercios y la expansión urbanística de la capital andaluza.
El bar de tapas marchaba muy bien: el jefe Ángel Aguaded tenía seis empleados y él mismo “se ponía el mandil para cocinar o servir en la barra” cuando hacía falta. Pero un día se le abrieron los ojos al descubrir otro sector donde podía ganar más dinero: colindante con su bar estaba y está la zapatería de mujer y hombre Venus, cuyo dueño, Manuel Núñez Caro, era su amigo y compañero de cacerías.
Ángel observó las ventas al por menor de Antonio y decidió seguir sus pasos y hacerle la leal competencia en la misma acera. Redujo entonces el tamaño de su bar Avenida, reconvirtiéndolo en cafetería-churrería (hoy el bar sigue abierto, regentado por otra familia), y usó la mayor parte del local sobrante, en la esquina, para abrir su zapatería de mujer. Le puso el nombre más querido y cercano: Marypaz, como su única hija. Con acento agudo. Rotundo, doméstico y fácil de recordar. “Nunca hablabábamos de eso: ni él me dio explicaciones [de por qué montó una zapatería junto a la suya] ni yo se las pedí. Seguimos siendo amigos; salíamos juntos con nuestras mujeres y yo le alquilaba uno de sus chalés en la playa en La Antilla”, cuenta a EL ESPAÑOL Manuel Núñez para subrayar que su gran relación personal se mantuvo, antes y después, por encima de su competición comercial.
En esa época de crecimiento económico en España, entre finales de los 60 y principios de los 70, la familia numerosa de Ángel y Encarnación prosperó y se mudó de la vivienda del bar a un bloque nuevo y sencillo a pocos metros, en el 27 de la calle Don Gonzalo de Mena, donde compraron en la primera planta dos pisos que unieron, para tener espacio para la prole. Un vecino recuerda que cada día veía pasar a Marypaz de la mano de su hermano Juan, sólo un poco mayor que ella. Los dos niños cruzaban la avenida del Marqués de Pickman a la acera del bar familiar y bajaban hasta su colegio, hoy desaparecido, ubicado en el emplazamiento de la actual farmacia. Era una niña “alta, muy guapa, con el pelo largo, ondulado”.
Estrenaron la zapatería Marypaz en 1972 y pocos meses después la familia sufrió una repentina desgracia. En marzo de 1973, la niña Marypaz, de seis años, sufrió unas “calenturas galopantes”, una fiebre altísima y súbita. Su padre, desesperado, les dijo a los médicos que si hacía falta la podía llevar inmediatamente a Madrid en busca del mejor hospital que hubiera en España. Pagaría lo que fuese. Pero, según rememora un allegado, le respondieron que no había solución. Murió a las pocas horas. “Subió al cielo la niña María de la Paz Aguaded Santos. Falleció el día 12 de marzo de 1973, a los seis años de edad. Gloria”, decía la nota necrológica que la familia publicó el día siguiente en el diario Abc de Sevilla, ilustrada con el dibujo de la cara de un ángel con rasgos femeninos. El aviso añadía: “Sus padres, don Ángel y doña Encarnación; hermanos, abuelos, tíos, primos y demás parientes y afectos, ruegan a sus amistades asistan a la conducción de su cadáver desde su domicilio a la iglesia parroquial de La Milagrosa (Nervión), para la misa que tendrá lugar hoy martes, día 13, a las once y media de la mañana, y seguidamente su traslado al cementerio de San Fernando, de esta capital, por cuyos actos de caridad cristiana les quedarán agradecidos”.
La vida siguió. Mientras Encarnación se ocupaba de los hijos, y se ponía a veces detrás de la caja de la zapatería, donde trabajaban dos empleados, Ángel continuaba la expansión en Sevilla del nuevo negocio. Tres años y medio después de perder a Marypaz, tuvieron a otra niña, María de los Ángeles, o María a secas, nacida en noviembre de 1976 y futura encargada de diseño de la empresa cuyo nombre perpetúa la memoria de la hermana que no conoció. Una tras otra fueron inaugurando más tiendas Marypaz, como las de la calle Sierpes y la calle Tetuán, en el corazón comercial de Sevilla, que también siguen abiertas, o la de Santa Cecilia, en el barrio de Triana, cerrada hace unos años.
Todos los hijos se unieron al negocio familiar de las zapaterías de señora a medida que dejaron de ser niños, pero de ellos fue el segundo, Juan, quien asumió el relevo. Su padre lo llevaba con él a la provincia de Alicante, epicentro de los fabricantes de zapatos en España, para que aprendiera el oficio, cuando viajaba a hacer encargos.
En 1987, Ángel Aguaded ingresa en la Clínica del Sagrado Corazón para una, en principio, sencilla operación: quitarse “un lunar de la espalda”. Pero una complicación posoperatoria acaba allí mismo con su vida el sábado 6 de junio de 1987, cuando tiene 60 años. Excepcionalmente, sus tiendas Marypaz cierran en señal de duelo. La misa de su funeral se celebra a la una de la tarde del domingo 7 de junio. Ese día lo entierran en el cementerio de San Fernando, en la misma tumba donde yacen los restos de su hija Marypaz.
A continuación, su joven sucesor ordena reabrir las tiendas como todas las semanas. “La vida sigue”, dice a los empleados.
Juan Aguaded Santos, como presidente de la empresa Indushoes SLU, sociedad propietaria de Marypaz, y su hermano Carlos, como consejero delegado, lideran en los lustros siguientes el crecimiento exponencial de la cadena de zapaterías, que desde Sevilla se extiende por Andalucía y el resto de España, buscando lugares tan neurálgicos como la Puerta del Sol madrileña. Su creciente, aunque discreta, riqueza se traduce en la venta del piso familiar del barrio donde crecieron junto a la tienda primigenia, para mudarse, madre e hijos, a chalés independientes.
Luego, a mediados de 2010, en plena crisis económica en España, dan un nuevo salto para internacionalizar su firma con tiendas en el extranjero. Marypaz se convierte también en líder de la venta minorista de calzado en Portugal al comprar a finales de 2011 las 45 tiendas de una cadena lusa, que se unen a las seis que ya tenía desde el año anterior en el país vecino. Además, abren tienda en París y planean expandirse por Oriente Próximo y Latinoamérica.
Basan la seña de identidad de su negocio en su oferta monomarca de zapatos muy baratos, renovados cada temporada para seguir el ritmo de las nuevas tendencias de la moda. El 70% de los modelos los encargan en países asiáticos. En curioso paralelismo de la globalización, mientras Marypaz avanza en su proyección exterior, en su cuna se van instalando comerciantes chinos que convierten la avenida del Marqués de Pickman en el pequeño Chinatown sevillano, con bazares donde no faltan zapatos Made in China.
De facturar 140 millones al concurso de acreedores
A finales de 2011, Marypaz ya es líder del calzado minorista en España con sus 120 millones de euros de facturación y tiene más de 400 tiendas abiertas, de ellas las 38 de Madrid o las 30 de Barcelona. Todo, a partir del local de la antigua carbonería. Esta familia trabajadora, exponente de la pequeña burguesía de barrio, ve reconocido su éxito por la élite económica andaluza cuando en diciembre de 2012 la consultora Ernst & Young entrega a Juan Aguaded en el Museo de los Carruajes de Sevilla el premio al emprendedor del año de Andalucía y Extremadura. A los pocos días, en enero de 2013, su hija Silvia, modelo ocasional para la marca familiar de zapatos, desfila como Estrella de la Ilusión en la cabalgata de los Reyes Magos, el mayor evento del año en Sevilla.
Ese año mágico de 2013 la empresa sigue subiendo y su facturación toca techo con 140 millones de euros de ventas, como reflejan los análisis sobre su evolución que publica Modaes.es, el medio de referencia de la industria textil española.
En la progresión de Marypaz participan todos los hermanos, cada uno a su modo: Juan y Carlos, en la gestión ejecutiva; José María, en la administración; María, la más joven, en el departamento de diseño (también ella, como su sobrina, posa alguna vez para sus catálogos); el primogénito, Ángel, trabaja en primera línea de cara al público como un empleado más, encargado de la tienda de Triana y, tras el cierre de ésta, de la original de Marqués de Pickman.
Tras el espectacular 2013, aspiran a más. El plan de los Aguaded es doblar sus tiendas y superar las 800 en el año 2017. Sin embargo, en 2014, aunque venden ocho millones de pares de zapatos, la facturación cae un 13% y surgen problemas de liquidez. En marzo de 2016, la empresa, que debe en ese momento unos cien millones de euros a bancos y proveedores, entra en preconcurso de acreedores en Sevilla, pero en septiembre del mismo año el fondo de inversiones catalán Black Toro Capital aporta 30 millones de euros y Marypaz sale del concurso a los tres meses, gracias a esta inyección económica y a la gran quita de la deuda que aceptan los acreedores (un 80%, según precisó en su día Abc citando fuentes de la operación).
El precio que paga la familia fundadora a cambio de evitar la liquidación y el desastre es perder el control de la empresa que fundó su padre y que los hermanos han expandido. El nuevo fondo propietario de Marypaz (la marca pertenece a la sociedad Indushoes SLU y ésta a su vez a la matriz Free Flying System) tiene el 95% y la familia se queda con apenas el 5%. Juan sale de la presidencia y Carlos lo releva como único miembro de la familia en el consejo de administración. La nueva dirección ficha al exejecutivo de Mango Isak Halfon para pilotar la reestructuración. La idea es reducir tiendas hasta quedar en 225 para luego volver a crecer con fuerza. Las ventas aumentan, también online, y se marcan como ambicioso objetivo acabar facturando al cabo de cinco años 300 millones de euros anuales y tener más de 500 tiendas.
El 16% de remonte de las ventas en el último ejercicio 2018-2019, hasta los 100 millones de facturación, auguraba un buen futuro. Pero el plan se volvió a frustar este otoño. Pero el plan se acaba de frustrar: el fondo propietario sostiene que, por falta de liquidez y de crédito bancario (le hacían falta 15 millones de euros para saldar las deudas y ejecutar sus compras habituales), no podía hacer frente al último plazo del calendario de pagos acordado en 2016 con los acreedores, que vencía ahora a finales de este 2019, y ha pedido al juzgado que reabra el concurso de acreedores para entrar en fase de liquidación.
Este septiembre Modaes.es informó de que Black Toro Capital ya había pactado la venta de Marypaz al grupo australiano Macquarie. De ese supuesto acuerdo u otro similar dependía el futuro de los 850 trabajadores y las 192 tiendas con que contaba a finales de año la cadena. Finalmente, como adelantó Abc de Sevilla, la empresa madrileña Crocea Mors, de Álvaro Pellón López-Montenegro, presentó una oferta de compra (la única) y a finales de noviembre el juez la aprobó y se ejecutó la compraventa.
El nuevo comprador reducirá las tiendas de 192 a 125 y la plantilla de 850 a 700, manteniendo su sede en Sevilla. Los fundadores han perdido Marypaz. Pero la marca que fundó su padre, el policía Ángel Aguaded, con el nombre de su hija y hermana, encara viva una nueva campaña de Navidad.