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Miguel Lago llena todos los fines de semana las butacas del Teatro Alcázar de Madrid: es ya un museo vivo de la ciudad, un emblema cómico en movimiento. Le vemos en la tele (antes con Risto y con Motos, ahora con Sonsoles) y en las tablas contándonos su vida y nuestros milagros... y miserias. Es lo mismo. Es familia nuestra. Es un viejo amigo. Ahora cumple 25 años escrutando el mundo con su humor vitriólico y francotirador, expectorante y anarquista. Un humor-daga que sólo hace reverencia a su público. 

Lago no tiene santos. Dispara en todas las direcciones. Se busca la ruina cada dos por tres (cuando se mete con Óscar Puente o con la infanta Elena o con la ansiedad entre los jóvenes o con la chulería de Ayuso), pero luego siempre se eleva como el ángel de la transgresión en medio de la mediocridad.  

Ahora debuta en la novela con Persiguiendo a Bécquer (Espasa), un thriller fresquísimo donde una misteriosa mano negra no para de intentar atentar contra un exitoso comediante internacional.

En algunas cosas, el protagonista se parece mucho a él (le crió su abuelo, ama su oficio, lleva un tupé impresionante y viste trajes locos de colores), pero en otras acaba representando su antítesis, lo que desprecia o lo que teme (el volverse un cretino egoísta pagado de sí mismo, el envejecer prematuramente, el morir de éxito o el descuidar a la familia). Aunque Bécquer se cree intocable, intentarán matarle en el Teatro Real, dejando caer sobre él el letrero de las luces... qué casualidad, actuar ahí también es el sueño de Lago. Sería el primer cómico en conseguirlo en la España real, no en la ficticia. Está muy seguro de que lo hará y nosotros queremos verlo. 

En Planeta ha triunfado: nada más entregar la primera mitad del manuscrito, les engatusó tanto que le pidieron la trilogía. Hay Bécquer para rato. Lo presentará en Madrid el día 22 a las 19.30h., acompañado de Juan Gómez Jurado

¿Qué pasa aquí, Miguel? ¿A los cómicos os quieren matar?

Matar no, pero cancelar sí. O sea, que casi: hay gente que quisiera que los actores, o presentadores o humoristas que no les gustan dejaran de trabajar. Es un deseo horrible que te aboca a la extinción.

Es la muerte civil.

Sí. Quiere decir “no quiero que trabaje, ni que tenga ingresos, ni que sus hijos coman”. El trabajo dignifica y es una parte esencial de una persona. Desearle a otro que se quede sin trabajo es de una bajeza importante, al nivel de “ojalá enfermes” u “ojalá te mueras”.

El protagonista se esfuerza por ser un hombre bueno, que fue algo que le enseñó su abuelo. ¿En qué consiste eso?

Lo primero es no hacer daño, o no intencionadamente. La empatía, el ponerte en el lugar del otro. Y en tercer lugar, respetar hasta las ideas que no te gustan, con las que no estás de acuerdo. La honradez… yo creo que esos mimbres configuran a un hombre bueno. Eso es lo que yo quiero enseñarle a mis hijos.

Tienes varios.

Sí, de 16, de 13, de 7 y de 6. Pues mi hija de 16 me enseñó que en su colegio ha aparecido un perfil de Instagram anónimo lleno de cotilleos de los de la ESO.

Miguel Lago.

Miguel Lago. Sara Fernández.

¿Está en un colegio laico o religioso?

Laico. Es gente que tuvo un alarde de originalidad. No hacían acusaciones graves, pero sí acusaciones incómodas, y sobre todo, partían del anonimato más absoluto. Yo utilicé eso para explicarle a mis hijos que si nos callamos ante eso somos igual de partícipes y de villanos que el que lo hace, que el que crea el perfil y sube cosas. Le dije a mi hija: “¿Tú no crees que eres mejor que eso? ¿Mejor que alguien que utiliza el anonimato para lanzar un bulo, ofender o insultar? ¿No crees que tenemos que aspirar a una versión mejor de nosotros mismos?”. Y me dijo: “Sí, papá. Yo soy mejor que el que actúa de esa forma”. Y le dije: “Pues no seas cómplice”.

Esa es la superioridad moral de la izquierda, ¿no?

(Ríe). Podría ser, pero no: los de izquierdas se creen mejores que tú porque no comen jamón york, que es más loco. Un hombre bueno no tiene superioridad moral. Un hombre bueno es bueno por sus acciones.

¿Qué hay del “hombre nuevo”, del hombre deconstruido? Sé que eres muy amigo de Bustamante. El otro día hubo mucho cachondeo viral con él porque dijo que él inventó la deconstrucción cuando lloraba en OT1.

Pues mira, con la percha de Bustamante. Creo que es muy positivo mostrar nuestros sentimientos, pero sin caer en el exhibicionismo, claro, porque no es necesario. El feminismo para mí es muy importante, porque su ausencia genera sufrimiento, genera desigualdad y violencia, y un hombre bueno y nuevo tiene que plantarse frente a eso. El feminismo es el gran avance social. Yo veo comportamientos en mis hijos que yo no tenía, hay grandes cambios generacionales y para bien…

"La superioridad moral de izquierdas es que alguien se crea mejor que tú porque no come jamón york: los hombres buenos no tienen superioridad moral"

¿Por ejemplo?

Ya no se les ocurre humillar a un chaval por su físico, eso ya les sale natural, y ya no se les ocurre despreciar a una muchacha en un ámbito deportivo o impedir que se incorporen a un juego. Nosotros hace 30 años es que ni nos planteábamos que ellas pudiesen formar parte del juego. Te hablo de mí siendo un niño de 13 años. También veo que las chicas tienen una conciencia de sí mismas y de su valía mucho mayor a la de entonces, y eso me gusta.

El protagonista de tu libro es un seductor… y un poco machistoide.

Sí, le gusta gustar a las mujeres.

¿Y a ti?

Lo mío es diferente, porque yo llevo enamorado toda la vida. Y además he empezado a ser guapo hace relativamente poco.

Y tampoco eres tan guapo…

(Risas) No, pero la edad juega a mi favor. Soy consciente de que tengo mi público y de que gusto mucho a mujeres a partir de cierta edad.

Miguel Lago y su libro.

Miguel Lago y su libro. Sara Fernández.

¿Qué edad?

A partir de 35-40. Es mi target. Y me gusta gustar, claro, como a cualquiera que se suba a un escenario. De Bécquer digo que era demasiado guapo para ser cómico pero no tan guapo como para ser actor.

En este mundo hay mucha tontería que tú retratas en el libro. Mucho señor repugnante, mucha modelo retrasada mental.

Uy, sí. Yo he visto muchas cosas muy ridículas. He visto a señores… a grandes actores y presentadores… con unas muchachas muy bellas pero que hasta ahí, y lo digo en la doble dirección: “¿A dónde vas?”. ¿A dónde vas con ese barco?”, a ellos. Y a ellas un… “¿pero de verdad te vas a meter en la cama con este señor? Si tú podrías tener al muchacho que quisieses”. A mí eso me alucina mucho. A mí me da vergüenza ver a señores mayores con muchachas jóvenes, te lo digo, será porque tengo una niña de 16. Si cuando mi hija tenga 19 me dice que tiene un novio de 47… me da un disgusto, una úlcera. Al pavo lo agarro por banda para decirle algo. El problema es que estas frases, dichas por mí, suenan todavía más conservadoras…

¿Todavía? ¿Crees que eres un conservador?

No, pero creo que tengo una imagen más conservadora de lo que soy.

¿Y cómo has conseguido que eso suceda?

No he sido yo, ha sido el marco, que se ha movido, pero me da igual, la verdad es que quiero que mi hija cuando tenga 20 esté con un muchacho o una muchacha de 20 o de 22, porque tienen mucho que descubrir juntos de la mano. Es bonito que las parejas sean acordes. Eso mejora el viaje.

Tú te has metido con todo el mundo. Con Óscar Puente y con la infanta Elena.

Sí. Al final lo que más les jode es que sólo son chistes. A todos los que se enfadan conmigo les duele mucho más una broma que una declaración seria.

"El Gobierno de Sánchez no es progresista, porque ha provocado desigualdad y enfrentamiento entre españoles con el tema de Cataluña"

¿A ti te resulta cada vez más difícil ser de izquierdas?

No. Yo fui mucho de izquierdas y hoy por hoy no tengo interés en serlo. No, desde luego, con este modelo.

¿Con este modelo o con este Gobierno?

Con este Gobierno, sí, mejor dicho. No me convence. Creo que las medidas sociales positivas que han aportado han quedado totalmente opacadas por las decisiones que han provocado una terrible desigualdad y el enfrentamiento entre ciudadanos. Me refiero a la amnistía en Cataluña, a la política territorial, al cupo catalán, a todas las cesiones que ha tenido que hacer el presidente para mantenerse en el poder, que han perjudicado enormemente a la sociedad. Sánchez ha enfrentado a los españoles.

Mira, yo crecí en la España de Felipe González. En ese país se cenaba en Nochebuena y tenías al que votaba al PP, al que votaba al PSOE, al que votaba (en mi caso) al bloque nacionalista gallego, y ahí estábamos todos sin ninguna crispación. Además, pasaban cuatro años y la gente cambiaba el voto, había mucho voto oscilante, ese que ponía y quitaba gobiernos, y no pasaba nada. Hoy en muchas casas de españoles hay gente dejándose de hablar.

Miguel Lago.

Miguel Lago. Sara Fernández.

Y tú dices que es culpa de Pedro Sánchez.

No, eso es culpa de la nueva política, entre otros factores. Podemos crispó. Pero el español ya está rechazando eso, porque el español es un hombre o una mujer feliz, de la calle, de su gente.

Este domingo hay una manifestación por la vivienda que amenaza multitudinaria. La situación es trágica… y todo con el “Gobierno más progresista de la historia”.

Ese titular es un poco exagerado, ¿no?

En realidad es un entrecomillado.

Sí, eso sí (ríe). Así se autodenominan. Insisto: no son progresistas, no es progresista separar españoles. A mí el tema de los alquileres me preocupa enormemente. Yo soy de los que se vino a Madrid cuando en Vigo ya había que pagar una leña. ¿700 pavos? ¿En Vigo? Vamos, no me jodas. Y lo digo con todo mi amor a mi ciudad. ¿Estamos de broma? Pienso en el futuro de mis hijos. Tengo cuatro hijos. Me gustaría dejarle una casa a cada uno comprada… pero no sé si me van a dar para tanto los chistes. Esto es la hostia, porque en Cuéntame, cuando Antonio Alcántara y Merche ya eran mayores, como con 70 años, decían “ay, toda la vida trabajando, ¿para qué? Para tener tres pisos y un local”… y lo decían con genuina resignación. El español de los 70 y 80 pensaba y vivía así.

"Tengo cuatro hijos y me gustaría dejarle a cada uno una casa comprada… pero no sé si me van a dar para tanto los chistes"

Hombre, pero tus hijos tendrán tu ayuda…

Sí, pero me preocupa porque es indigno, yo al emanciparme conseguí la dignidad. Cuando me fui de casa conseguí libertad y dignidad, con 21 años. Es doloroso, frustrante e indigno que un chaval tenga 30 años y viva en casa de sus padres. No tiene intimidad, no tiene nada.

¿Qué tipo de viejo querrás ser tú?

Yo muy facha (ríe). No, facha no, pero muy radical. Es que es muy gracioso un viejo facha. Con esa edad ya te ganas decir lo que quieras… mira, yo creo que hay dos maneras de que tú puedas decir lo que te da la gana en la vida, que es tener mucho dinero o tener muchos amigos. Pero el tener mucho dinero te lo da los años, así que la edad te lo quita todo. De todos modos, no quiero llegar a los 80 años para decir lo que me dé la gana. Quiero empezar ya, empezar un poco antes, como Jimmy Giménez Arnau (ríe).

Miguel Lago.

Miguel Lago. Sara Fernández.

Bécquer, tu protagonista, es un niño sin el amor de sus padres. Su padre abandonó a su madre cuando se quedó embarazada, por esa misma razón, y su madre (soltera, joven, a la que llaman “puta”) le tiene coraje por eso. Pasa de él. Se ha criado con su abuelo, un señor entrañable.

Sí.

Pues mira, leía eso y me acordaba de algo que me dijiste en nuestra otra entrevista. Te pregunté qué tipo de niño habías sido y me dijiste que un niño extrovertido que quería llamar la atención y ser gracioso para que sus padres le quisieran. Te pregunté “¿lo conseguiste?”. Y me dijiste: “No”.

Sí. Fue así. No me quisieron.

Me quedé tan apalizada que no supe repreguntarte… pero ahora sí quiero hacerlo.

Yo lo he pasado muy mal en ese sentido. Mis padres son una figura ausente. Bécquer tiene una madre que lo culpa de todos sus males, porque para ella quedarse embarazada significó que su chico la dejase. Así que ella razona “si no me hubiera quedado embarazada, él seguiría conmigo”. Así que todo lo vuelca contra él. Y él…

Él va a por tabaco.

Sí. Y ahí aparece la figura de Manuel, que es mi abuelo. Le puse el mismo nombre. Es una versión idealizada de mi abuelo, porque yo al mío lo perdí con 18 años. Pero creo que si mi abuelo me hubiera acompañado durante mis primeros años de comedia hubiese sido así, hubiese puesto el foco en esos mismos valores…

¿Cómo se cría uno sin amor?

Bueno, cuando creces no eres muy consciente, te das cuenta después. Ahora trato de no volcar mis frustraciones en mis hijos, en no cometer los errores que cometieron conmigo, y trato de contarlo todo en un escenario. Eso me deja muy feliz.

"Lo he pasado muy mal. Mis padres son una figura ausente" 

Todos tenemos alguna herida.

Al final fui un hijo no deseado, ni querido, y los hijos no deseados generan muchos problemas en los matrimonios, aunque debería ser al contrario, ¿no? Yo tengo cuatro y he entendido que el amor se multiplica, y la felicidad… y que el presupuesto se te reduce (ríe).

¿Cómo te llevas ahora con tus padres?

No me llevo. No tengo relación. Ni bien ni mal. No pasa nada, absolutamente nada. Tengo a mis tíos, tengo a mi abuela, tengo a mi mujer, tengo a mis hijos. Estoy colmado de amor, aunque ésta sea una herida que se me va a quedar siempre y que me ha esculpido la talla de quien soy, me ha hecho tal y como soy. Pero estoy muy orgulloso de quién soy y de lo que voy consiguiendo. Mira, te voy a contar una historia de mi abuelo.

Por favor.

Yo debuté en el Club de la Comedia el 14 de marzo del año 2018. Ahora se cumplen 25 años. Yo me inscribí allí a escondidas, a espaldas de mis padres, y grabé el vídeo a escondidas, y lo envié… eso me generó un problema. Cuando se emitió, toda mi familia lo sabía, pero sólo recibí una llamada y fue de mi abuelo. Se murió al poco, además. “Ya sé que no te lo van a decir, pero bueno… yo te he visto fenomenal y tú vales mucho. ¿A ti te gusta? Pues entonces lo harás”.

Y unos años después hice mi primera actuación en el Teatro García Barbón de Vigo. En esa época todas las entradas se compraban por teléfono y se recogían en taquilla. Pues bueno: 800 personas pensaron lo mismo y se presentaron allí 10 minutos antes de la actuación, así que la máquina de dar tickets se saturó. Bueno, pues estaba todo el teatro vendido… menos una butaca, que no se logró vender por ese problema técnico, en la fila seis, en el pasillo. Yo creo que ahí estaba mi abuelo.

Miguel Lago.

Miguel Lago. Sara Fernández.

El otro día montaste bulla porque te metiste con la ansiedad. “Ahora los chavales dicen que tienen ansiedad… en mi época te decían: sí, claro, estudia, gilipollas”. Pero tú has tenido un episodio fuerte de trastorno de ansiedad y depresión. ¿Cómo vas con eso?

Sí, mi broma iba porque los chavales se ponen ahora muy flojos, pero en mi época te decían “déjate de mierdas”. Estaban las cosas en mi casa como para que yo dijera que tenía ansiedad, ¿no? (Ríe). Me alegra que ahora los chavales lo puedan compartir, pero hay mucha flojera también, eso es innegable. El término generación de cristal no lo he acuñado yo. Yo sólo tengo el don de señalar la grieta. Pero yo con lo mío estoy bien, voy de lujo y con la cabeza alta, y he aprendido a gestionar las cosas, y me considero ya casi indestructible.

"Claro que les pongo a mis hijos La Revuelta de Broncano aunque hagan chistes sobre drogas: muchos peores hago yo"

¿Son Broncano y Motos las dos Españas?

No, no tanto, esto es sólo una gran noticia para la televisión, y yo estoy muy contento porque en ese medio yo tengo puesta una parte de los huevos de mi cesta. Cuando la competencia es muy buena siempre mejoras. A mí me gusta que Sonsoles y Ana Rosa Quintana compitan, convivan, trabajen… en fin, tampoco creo que el programa de Broncano sea de izquierdas, eso se lago que yo no daría por hecho, para mí es un programa de humor muy divertido. Yo llevo viéndole siete años en La Resistencia y tres en La vida moderna. Además a mis hijos les encanta.

¿Les pones Broncano a tus hijos aunque hagan bromas sobre drogas?

(Ríe) Pues claro. Por supuesto. Peores bromas hago yo a mis hijos en mi casa, te lo puedes imaginar. No se las van a oír antes que a mí a Broncano o a Grisson.