
Jan Eskenazi durante la fabricación de uno de los modelos de vivienda modular más vendidos.
Jan fabricaba casas para perros y ahora vende las viviendas del futuro hechas en China: "Son de lujo pero cuestan 25.000 euros"
El madrileño, gerente general de Qosqo Cabin, visionó hace años la posibilidad de traer a Europa las casas modulares que tanto triunfan en Asia y América.
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En una nave industrial en Collado Villalba, entre herramientas, estructuras modulares y planos esparcidos sobre una mesa de trabajo, Jan Eskenazi se mueve con la energía inquieta de alguien que no sólo construye casas, sino que también fabrica el futuro. Su empresa, Qosqo Cabin, es un testimonio del ingenio y la persistencia: un negocio que comenzó con la fabricación de casas para perros y que ahora se erige como una de las propuestas más innovadoras en el sector de las viviendas modulares.
Antes de que Eskenazi comenzara a diseñar viviendas futuristas, su mundo giraba en torno a la madera. Durante años fabricó casetas de jardín y bungalós, perfeccionando un oficio que más tarde se convertiría en su pasaporte hacia algo mucho más grande. "Siempre me ha gustado estar en el inicio de las cosas", comenta a EL ESPAÑOL. "Cuando empecé con las casas de madera, nadie creía en ellas. Ahora están por todas partes".
Su empresa no sólo ha cambiado la forma en que se piensa la vivienda, sino que ha desafiado las normas tradicionales de la construcción en España. Las casas de Qosqo Cabin son compactas, modulares, eficientes en energía y pueden instalarse en cuestión de días. Su inspiración proviene de diversas fuentes: desde el diseño aerodinámico de los aviones hasta las viviendas modulares de lujo que se han popularizado en países como Estados Unidos y China.

Jan posa para EL ESPAÑOL en la terraza de una de las viviendas modulares que tiene en venta en su 'showroom' de Collado Villalba.
La odisea china
El salto de las pequeñas estructuras de madera a las casas modulares no ocurrió de la noche a la mañana. Eskenazi pasó años explorando diferentes opciones, buscando la combinación perfecta entre calidad, diseño y precio. Su camino lo llevó a China, donde recorrió miles de kilómetros para encontrar los proveedores adecuados. "No se trata sólo de importar", explica. "Tienes que ir allí, tocar los materiales, ver cómo trabajan, entender qué es real y qué es puro marketing".
El viaje no estuvo exento de desafíos. Entre fábricas con productos de dudosa calidad y empresas que prometían más de lo que podían entregar, Eskenazi tuvo que filtrar con ojo clínico hasta encontrar un fabricante que cumpliera sus estándares. "Al final, es una cuestión de experiencia", dice. "Si no sabes de construcción, te venden cualquier cosa. Nosotros sabemos lo que buscamos".
Las viviendas de Qosqo Cabin no son sólo una alternativa al ladrillo y el cemento. Representan un cambio en la forma en que las personas conciben el espacio habitable. Totalmente personalizables, pueden diseñarse para servir como residencias permanentes, segundas viviendas o incluso alojamientos turísticos de lujo. La empresa ya ha atraído el interés de compradores en México, Emiratos Árabes y Suiza.

Imagen del interior de una de las cabinas expuestas en Collado Villalba.
Pero en España, la aceptación del concepto sigue siendo un reto. "La gente se entusiasma, pero al final muchos tienen miedo al cambio", señala Eskenazi. "Es lo mismo que pasó con las casas de madera. Al principio nadie confiaba en ellas, ahora, insisto, están en todas partes".
El precio también juega un papel fundamental. Con modelos que van desde los 28.000 hasta los 79.000 euros, Qosqo Cabin se mueve en un terreno híbrido entre la vivienda asequible y el lujo. "Todo el mundo quiere la más grande, pero no siempre pueden pagarla", admite. "Por eso estamos explorando opciones más económicas".
Desafío de la legislación
Uno de los principales obstáculos que enfrenta la expansión de Qosqo Cabin es la regulación. La legislación española aún no está completamente adaptada a este tipo de construcciones. "Las leyes van evolucionando, pero siguen considerando estas casas como bienes muebles en muchos casos", explica Eskenazi. "Eso nos ha permitido instalarlas en ciertos terrenos rústicos, pero el marco normativo es un campo de batalla constante".
El empresario no se opone a la regulación, sino a la falta de claridad en la normativa. "Si se establecen reglas claras, podemos operar mejor", dice. "En Francia ya han regulado las viviendas móviles, estableciendo requisitos mínimos. Aquí, en cambio, seguimos en un limbo".
A pesar de esos desafíos, Qosqo Cabin sigue creciendo. Las redes sociales han jugado un papel clave en la difusión del proyecto, con videos virales en TikTok que han generado millones de visitas. "Nunca sabes qué se va a viralizar", comenta Eskenazi. "Un día subí un video recorriendo una de las casas y explotó. No podíamos responder a todos los comentarios".

Jon posa en la puerta de una de las cabinas que tiene expuesta en Collado Villalba.

Interior del salón del modelo M50, uno de los más pequeños que vende Qosqocabin.
El interés internacional también es una señal prometedora. Empresas en México y Dubái han mostrado interés en el concepto, lo que ha llevado a Qosqo Cabin a considerar seriamente la expansión fuera de España. "Aquí la gente aún duda, pero en otros lugares lo ven claro", señala.
Proyecto de pasión
Para Eskenazi, Qosqo Cabin no es sólo un negocio, es un proyecto de vida. "Disfruto cada parte del proceso", dice. "Desde diseñar los modelos hasta probar las duchas en una de nuestras casas. Este lugar es como mi segundo hogar".
Esa pasión se refleja en cada detalle del proyecto. Desde el logo de la empresa, inspirado en sus raíces peruanas, hasta la forma en que interactúa con sus clientes. "Muchos vienen con una idea y aquí la hacemos realidad", explica. "No vendemos sólo casas, vendemos un estilo de vida".

Interior de la cocina del modelo K70.

El baño del modelo K70 es, al igual que toda la cabina, inteligente y se puede controlar por voz.
Con la mirada puesta en el futuro y los pies firmemente plantados en la tierra, Jan Eskenazi continúa construyendo no sólo viviendas, sino una nueva forma de habitar el mundo. Y en cada paso del camino, deja una huella que, como sus casas modulares, parece destinada a permanecer.