Itziar Nodal
Denver
Publicada

Doce atentados contra concesionarios Tesla en ocho semanas. Desde finales de enero, la empresa de Elon Musk se ha convertido en blanco de una serie de ataques vandálicos que van desde incendios provocados hasta disparos contra sus concesionarios.

La escalada de violencia está directamente relacionada con la polarización que ha generado desde que comenzó su andadura como asesor de Donald Trump, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés). Musk ha pasado de ser un referente de la innovación tecnológica a un controvertido actor político, responsable del despido masivo de empleados federales.

Uno de los episodios de violencia más graves ha tenido lugar en Loveland (Colorado) un estado mayormente demócrata. Lucy Grace Nelson, una mujer de 40 años, ha sido la autora de una serie de ataques contra un concesionario de Tesla. Según documentos judiciales, durante 13 días, Nelson se dedicó a vandalizar la tienda con mensajes como "Nazi" y "Que te den, Musk", además de arrojar cócteles molotov improvisados contra los vehículos de la marca.

Elon Musk (i) y Donald Trump (d) frente a un vehículo Tesla.

Elon Musk (i) y Donald Trump (d) frente a un vehículo Tesla. Reuters

Un mes después del primer ataque, la policía la detuvo con un cargamento de cócteles molotov caseros con los que planeaba un nuevo ataque a Cybertrucks. Esta misma semana, el mismo concesionario ha sufrido otro ataque promovido por un imitador de Nelson que prendió fuego a las instalaciones. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto varias veces con el concesionario y con el abogado de Lucy Grace Nelson y ambos se han negado a hacer ningún tipo de declaración al respecto.

Este caso no es un hecho aislado. Hace unos días, a más de 3.000 kilómetros, en Littleton (Massachusetts), varios supercargadores aparecieron quemados, y en Maryland, la sede de Tesla amaneció con pintadas que rezaban "No Musk", acompañadas de un símbolo similar a una esvástica. El vandalismo contra cargadores también ha llegado a Carolina del Sur, donde se quemaron varios en un centro comercial. Por suerte, no hubo que lamentar ningún herido.

Con cada nuevo paso político que da Musk, complica la situación para su compañía. Tras anunciar el despido de 1.300 empleados del Departamento de Educación, en Salem (Oregón), detuvieron a Adam Matthew Lansky, un hombre de 41 años, acusado de varios actos vandálicos. A finales de febrero, se le grabó disparando con un rifle semiautomático un concesionario de Tesla. Semanas antes, ya había atacado la misma tienda con cócteles molotov, causando daños por valor de más de 500.000 dólares. Actualmente, enfrenta múltiples cargos judiciales, incluidos incendio provocado y destrucción de propiedad.

En Nueva York, las protestas pacíficas que se llevan repitiendo semanas han terminado también con detenidos. El sábado pasado un grupo de nueve manifestantes terminó en dependencias policiales por irrumpir dentro del concesionario en el que se estaban manifestando. Y este mismo lunes, en Dedham (Massachusetts), tres vehículos han aparecido con las ruedas pinchadas y pintadas de odio hacia Musk.

Las autoridades de unos y otros estados han condenado estos actos contra establecimientos comerciales, pidiendo cordura a los manifestantes. "La destrucción de propiedad no es una forma legítima de protesta, más allá de las opiniones", asegura el jefe de policía de Littleton, Matthew Pinard.

Vandalismo 

El problema es que estos actos vandálicos, que se repiten en varios puntos del país, van más allá de los concesionarios, también afectan a usuarios. En un suburbio de Boston, Harrison Randall, de 39 años, fue detenido hace unos días por vandalizar al menos cuatro coches Tesla que se fue encontrando por el vecindario. Uno de los propietarios afectados, Adam Choi, califica el incidente de perturbador y hace un llamamiento a todos aquellos que están destrozando vehículos: "No están afectando a Elon, solo a los estadounidenses de a pie como yo y todos los que compramos un Tesla antes de este jaleo".

Un mensaje similar al que han lanzado los propietarios de varios Cybertrucks en Seattle, después de que el pasado domingo encontrasen convertidos en cenizas sus coches. Como respuesta a estos ataques a coches particulares, algunos propietarios de Tesla han optado por distanciarse de Musk colocando calcomanías del empresario y mensajes de repulsa en sus vehículos, mostrando su descontento con las decisiones políticas que está tomando.

Manifestaciones en contra de Tesla y Elon Musk.

Manifestaciones en contra de Tesla y Elon Musk. Reuters

Terrorismo doméstico

Aunque el primero en reaccionar sobre los altercados fue el propio Musk a través de redes sociales, asegurando que "dañar la propiedad privada no es libertad, es vandalismo", Donald Trump ha querido tomar las riendas de la situación y califica estos atentados contra Tesla como terrorismo doméstico. "Si atrapamos a alguien haciendo esto, ya sea a Tesla o a cualquier empresa, le vamos a hacer pasar un infierno. Están perjudicando a una gran compañía estadounidense".

Además, va más allá. Lejos de criticar solo el vandalismo, el presidente trata de "ilegales" las protestas pacíficas que se repiten en ciudades como Nueva York, San Francisco e incluso en la fábrica de Tesla de Berlín, como parte del movimiento "Tesla Takedown", que tenía programadas más de 91 protestas pacíficas movilizaciones en todo el mundo este fin de semana. Asegura que están promovidos por los que denomina "lunáticos de la izquierda radical". Mientras, los organizadores, liderados por el actor Alex Winter, aseguran que "el derecho a la protesta pacífica es una parte fundamental de la democracia estadounidense".

Trump, como muestra de su apoyo al magnate, ha manifestado su intención de comprar un Tesla para la Casa Blanca "aunque no le permitan conducirlo". Asegura que será utilizado por sus empleados para moverse por las instalaciones.

Crisis reputacional para Tesla

Los ataques llegan en un momento delicado para Tesla. Su valor en bolsa ha caído un 35 % desde la investidura de Trump, y este lunes fue el séptimo peor día para las acciones de la compañía en sus 15 años de historia. En Europa, sus movimientos políticos también están afectado a las ventas.

Datos recientes muestran que las matriculaciones de vehículos Tesla han disminuido un 45 % interanual. Además, las ventas de coches de la marca en Alemania, el mayor mercado europeo, se desplomaron un 76 % en febrero. Esta caída en bolsa se ha traducido en la pérdida de más de 100.000 millones de dólares para Musk, que ha visto reducido su patrimonio desde mediados de diciembre en aproximadamente un 25%.

El economista y empresario estadounidense Roos Gerber, uno de los mayores inversores de Tesla y crítico de Musk, ha asegurado que la única opción para salvar a la compañía es que su CEO dimita, "solo si otra persona tomara las riendas, se podría frenar el daño a la marca".

Manifestaciones contra Tesla en Estados Unidos.

Manifestaciones contra Tesla en Estados Unidos. Reuters

Gerber asegura que el 2025 será un año negro para la firma automovilística y que las acciones podrían caer hasta un 50% por varios factores, más allá de la irrupción en la política de Musk, como por ejemplo los problemas con la tecnología de conducción autónoma o el desplome de las ventas. Dando ejemplo, Gerber ha vendido acciones de la compañía por valor de unos 60 millones de dólares.

Elon Musk ha pasado de ser un empresario admirado a una figura altamente polarizadora. Su apoyo a Donald Trump y su acercamiento a la ultraderecha europea han exacerbado la animadversión contra él. Incluso se ha visto envuelto en polémicas por gestos que algunos han interpretado como saludos nazis.

Golpe de timón 

Ante tal situación, la derecha estadounidense se ha puesto en pie de guerra. El ala conservadora, que históricamente se ha mostrado escéptica ante los vehículos eléctricos, ha comenzado a cambiar su postura. Durante años, los republicanos han rechazado los coches eléctricos como parte de la "agenda progresista". Sin embargo, con la creciente influencia de Musk en el movimiento conservador, se ha lanzado una campaña para incentivar a los votantes republicanos a comprar Teslas y otros vehículos eléctricos.

Este giro, avisan los demócratas, tiene un trasfondo estratégico: lograr que el gobierno de EE.UU. adquiera sus vehículos Tesla para agencias federales. Además, el alineamiento de Musk con Trump podría facilitar la eliminación de regulaciones automovilísticas que han limitado la expansión de su tecnología de conducción autónoma, como asegura Dan Ives, analista de Wedbush Securities.

Tesla se enfrenta a un momento crucial. ¿Podrá la compañía sobreponerse a la crisis reputacional y al boicot, o quedará atrapada en la vorágine de controversia que rodea a Elon Musk? Por ahora, lo único seguro es que la marca está en el centro de un conflicto que va mucho más allá de la industria del motor.