1. Gruista de 51 años en paro de larga duración deberá rebajarse lo que haga falta para encontrar trabajo en el nuevo y salvaje panorama laboral.
2. Con el cine social hemos topado, lo mismo que en las recientes Je suis un soldat de Laurent Larivière o Una vida mejor de Cédric Kahn.
3. Pero si de algo bebe Stéphane Brizé es de sus colegas los hermanos Dardenne. Técnica y efecto naturalista de mismo posicionamiento.
4. A Thierry lo vemos apresado en las dinámicas alrededor del trabajo, que no dentro del trabajo. En los rituales cotidianos del reciclaje laboral.
5. Cursos de formación, de presentación de imagen profesional… Nuestro Thierry, aunque no lo verbalice, se siente un mono de feria.
6. “Tu postura es mala”, “tu voz demasiado neutra”, “tu rostro antipático”. Son las cosas que se dicen los proletarios entre sí hoy en día.
7. Aun acorralado, él sigue ejerciendo su libertad en pequeñas decisiones. Aunque el banco insista, no piensa vender su casa por algo de cash.
8. El plano secuencia es un tipo de recurso formal que logra que no se esconda nada entre cortes. Hay un halo de verismo documental.
9. Cada escena, además, se dilata en exceso unos minutos, como para darle ese poco más de extra a la tensión con la que acabaremos estallando.
10. Thierry aparece casi siempre a los márgenes del plano. Hasta él parece necesitar distanciarse de ese microuniverso de precariedad moral.
11. Todo el mérito es de Vincent Lindon, rostro puro de la autenticidad. La noble actuación del actor es sin duda lo mejor de la película.
12. De pronto, el giro radical: encuentra un empleo de segurata en un centro comercial. De oprimido a opresor guardián del sistema por 800/mes.
13. Hay una poderosa escena en la que debe vigilar con videocámaras a los potenciales cleptómanos. “Cualquiera de estos puede ser un ladrón”.
14. De las muchas personas escudiñadas con las cámaras, ninguna comete acto delictivo. Pero hemos convertido a la gente en sospechosos. Enemigos.
15. Se suicida una compañera del centro. Recursos Humanos tiene que salir a subrayar que no deben sentirse responsables de su acto.
16. “El trabajo sólo era una parte de su vida. Otras cosas pueden explicar su gesto”. Porque la corporación de hoy requiere de esas explicaciones.
17. Una obra orquestada para que brote la indignación ante el esquema de las cosas en la socialdemocracia francesa, embrutecida como la nuestra.
18. A Brizé hay que reclamarle su apuesta por el maniqueísmo de los sujetos. Debería salirse de la zona de confort del cine de denuncia por receta.
19. Pese a no ser la película definitiva de la crisis, sí es un inflamado reflejo de la situación de millones de trabajadores de hoy. Honra.