La Panificadora de Vigo, la recuperación del olvido de un símbolo de la arquitectura industrial
Se puso en funcionamiento en 1924 y cerró sus puertas en 1980; desde entonces ha pasado por intentos de demolición, incendios y proyectos que murieron antes de nacer
Hace 100 años, en 1924, se inauguraba en Vigo la Panificadora, la fábrica de pan más moderna del país. El proyecto pertenecía a la Compañía Viguesa de Panificación de la mano del empresario vigués Antonio Valcarce.
Aquel edificio de hormigón armado, con 9.455 metros cuadrados de superficie edificada y 53.766 metros cúbicos de volumen, cambió para siempre el skyline de la ciudad, que ahora ya no se entiende sin los silos de la panificadora.
Desde 1980, cuando cerró, el edificio se convirtió progresivamente en una ruina que ha sido acompañante en el tiempo de la evolución de la ciudad en los últimos 40 años; mientras Vigo mudaba de piel, adaptándose a la modernidad, la Panificadora observaba cómo ella se quedaba a la cola de las prioridades.
Es cierto que siempre hubo intentos por recuperar el espacio, aunque fuese eliminando este símbolo de la arquitectura industrial de Vigo. En 1984, el Concello de Vigo hizo un primer estudio para la reurbanización de la Panificadora, en el que se contemplaba la conservación de los silos, mientras el resto del espacio estaría dedicado a la construcción de viviendas. Nunca fue incluido en el planeamiento urbanístico.
Cuatro años después, en 1988, se firmó un convenio entre Concello de Manuel Soto y los propietarios para la construcción de dos torres al lado de la parcela: una destinada a un hotel de 165 habitaciones y la otra para una planta baja de uso comercial y el resto para 72 viviendas. El proyecto incluía un aparcamiento de 250 plazas.
En 1991, la Panificadora se incluye en el recién aprobado Plan Especial de Reforma Interior (PERI), aunque no justifica la protección del inmueble. Este PERI se incluye en el Plan Xeral de Ordenación Urbana (PXOU) que se aprobó definitivamente en 1993, aunque el estudio en detalle del proyecto acordado en 1988 no se llegó a aprobar nunca.
El espacio fue planteado, primero por Corina Porro y después por Abel Caballero, como el idóneo para acoger la Biblioteca del Estado, que terminó proyetándose en la calle Lalín, en el lugar de los antiguos juzgados. Caballero también barajó la posibilidad de integrarla dentro del proyecto encargado al arquitecto Rafael Moneo, que suponía una transformación del ámbito entre el Castro y Praza do Rei. Otra idea más que no logró fraguar.
El último proyecto, también en el cajón
En el cajón también se quedó el proyecto presentado en 2017 por los arquitectos gallegos Jorge Salgado y Celso López. Fue tras un concurso de ideas lanzado por el Concello en 2016, y de él se valoró la intención de mantener la mayor parte de los edificios. Así, la Panificadora sería un contenedor de espacios para danza, teatro, salas de ensayos, un centro de I+D de gastronomía, coworkings, un gimnasio, spa y una cafetería en la parte alta con zonas a la ría. Además, Zona Franca preveía instalar un Museo del Pan.
Uno de los últimos intentos fue el de incorporarlo al Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Casco Vello de Vigo (PEPRI) a través de una modificación puntual del documento, que fue tumbada por los tribunales.
Además de las derivas urbanísticas, la Panificadora sufrió varios incendios derivados del abandono al que se sometió el edificio durante cuatro décadas. Este sometimiento al olvido hizo que en 2018 entrase en la Lista Roja de Patrimonio en peligro que realiza la asociación Hispania Nova.
Lucha contra el olvido
Mientras el futuro de la Panificadora tropezaba con la realidad y se encaminaba al olvido, desde fuera de las instituciones se luchaba contra su desaparición. Por ejemplo, desde el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia se logró la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural en 2012.
En esta lucha social estuvieron integradas las gemelas viguesas Marta y Eva Yarza, unas de las impulsoras de la plataforma 'Salvemos la Panificadora', que nació con el anuncio de la futura demolición y construcción de apartamentos en su lugar e inspirado en lo que vecinos londinenses habían logrado rescatando la Tate Modern.
Recolectaron miles de firmas y sobre el tronco de la plataforma surgieron otras propuestas ciudadanas, como 'Outro Vigo é Posible' y 'Entremos na Panificadora', que derivó en la declaración por el Concello como Bien de Interés Cultural.
Además, para estas hermanas la Panificadora también sirvió de trampolín profesional tras diseñar libremente una marca para que el edificio albergase un museo de arte moderno.
Como curiosidad para su particular historia, en mayo de 2023 conocimos que el solar de la Panificadora aparecía a la venta en el portal Wallapop con un curioso anuncio. El precio del complejo, que además podía ser visitado por los interesados sin compromiso, se estableció en 738.200 euros, aunque según rezaba el anuncio, se trata de una cifra negociable.
Estado actual
Tras muchas idas y venidas, parece que por fin la Panificadora renacerá en el centro, coronando el proyecto del Barrio del Cura. En 2023 fue incluida en los presupuestos de este año una partida para la expropiación de los terrenos y su futuro queda vinculado a la aprobación definitiva del PXOM.
Pero el paso casi definitivo ha sido la semana pasada, con la firma entre Zona Franca y Concello de un protocolo que establece el compromiso de ambas por recuperar el ámbito y establece las bases de la colaboración interinstitucional.
La licitación del futuro proyecto todavía llegará en 2025, por lo que ha comenzado la cuenta atrás para la recuperación del olvido de un símbolo de la arquitectura industrial de Vigo.