Hay veces que salta la chispa como por casualidad. Esta vez ha sido en el tejido asociativo ciudadano, algo anestesiado, heredero de otros tiempos en los que había que pedir (exigir) que la ciudad tuviera todo aquello que la constituye como tal: farolas, asfalto, aceras, consultorio, colegios, centros cívicos, etc. Aquellos tiempos pasaron, muchos dirigentes vecinales pasaron a la política y el movimiento ciudadano fue adormeciéndose poco a poco.

Es cierto que las reivindicaciones han ido cambiando, exigiendo ahora más espacios verdes en la ciudad (para mitigar el calentamiento global), mejor transporte público y, en general, adaptación de la ciudad a las nuevas exigencias que se van sucediendo conforme mejoran las condiciones de vida de los ciudadanos, que siempre es difícil prever.

Por ejemplo, aunque siempre es importante en cualquier barrio (y en cualquier localidad, por pequeña que sea, sin colegio ni niños) mejorar los espacios infantiles, el futuro demográfico es desolador. Puede que en 25 años la población española, sin contar la inmigración, sea la mitad de la actual. Y la mayoría serán lo que hoy llamamos mayores.

Pero volviendo al tema, con la remodelación de las líneas de autobús, que ha quedado en más de un 90% igual que antes, algunas asociaciones de vecinos se movilizaron para que se oyera su voz. Saltó la chispa. Al fin y al cabo, el gobierno municipal debe trabajar para dar satisfacción a las demandas de los ciudadanos. En este caso parece que el Ayuntamiento ha escuchado y ha reconsiderado los planes iniciales basados en informes técnicos que han tenido que guardarse en algún cajón.

Pero otro caso más reciente ha tenido lugar en la zona sur de la ciudad, junto a Vía Hispanidad, en unos terrenos que ahora están destinados a campos de fútbol para niños y jóvenes y a un patinódromo. La intención del Ayuntamiento es modificar el Plan General de Ordenación Urbana para edificar en esos terrenos alrededor de 470 viviendas libres. Se trataba de tramitarlo con urgencia para poder obtener dinero para destinarlo al nuevo campo de La Romareda. Lo que nadie esperaba era la reacción súbita y muy potente de los ciudadanos de las inmediaciones, que se opusieron firmemente al cambio de las condiciones edificatorias de su barrio. No quieren más viviendas, quieren mantener los equipamientos actuales. Quieren seguir con su barrio como está.

Hay que recordar que cuando se desarrolló ese suelo se había aprobado previamente el Plan General de Ordenación Urbana de 1968 (el llamado Plan Larrodera), que preveía el desarrollo de nuevos suelos mediante lo que se llamaba “polígonos”. El que nos ocupa se desarrolló a principios de los años 70 con el volumen permitido por el Plan General de 1957 (de Yarza) pero con las densidades y equipamientos del Plan General de 1968. El plan se redactó bajo la idea de unidad de barrio con un doble eje central que constituye el viario principal (Juan Carlos I y Juan Pablo II), ubicando los equipamientos en el transversal. Se contemplaba un modelo urbano muy abierto, sin manzanas cerradas, con bloques de bastante altura (13 plantas) y grandes espacios verdes, así como zonas de equipamientos: facultad de Estudios Sociales y residencia de ancianos en un extremo y campos de deporte y torre de Telefónica en el otro.

Este modelo se intenta alterar ahora mediante una modificación del Plan General, calificada de menor entidad, por lo que no pasará el filtro del Gobierno de Aragón. Hay que recordar que cualquier modificación del Plan General que diseña la ciudad tiene que estar muy bien motivada y no puede ser arbitraria; es decir, tiene que estar basada en el interés público, o general de los ciudadanos.

Varios cientos de vecinos de la zona no están de acuerdo con los cambios y han constituido una asociación vecinal; asimismo, han comparecido en el expediente municipal y han presentado aproximadamente un millar de alegaciones. Son alegaciones fundadas, de calado, algunas de cincuenta folios, en las que se analiza la totalidad de las cuestiones de todo tipo que les afectarían si se aprobara.

En manos del Ayuntamiento está ahora contestar razonadamente las alegaciones, porque los vecinos están decididos a acudir a la justicia contencioso-administrativa, donde las contestaciones del Ayuntamiento tendrán gran valor, en un sentido o en otro.

En principio, parece David contra Goliat, pero nunca se sabe. Los vecinos de Valdefierro consiguieron que a cambio de la modificación de la línea 24, entre otras cosas, se apruebe por el Ayuntamiento ejecutar dos puentes sobre el Canal previstos hace 39 años (desde 1986), habiendo constituido una plataforma entre dos asociaciones de Valdefierro, una de Rosales del Canal y otra de Monteccanal para “empujar” al Ayuntamiento a cumplir sus compromisos. Pero en estas cuestiones suele aparecer un tercero. Asociaciones ecologistas han puesto el grito en el cielo para evitar que se construyan estos puentes.

¿Qué pasará? El tiempo lo dirá. Pronto sabremos quien es David y quien Goliat en estas dos cuestiones.