Manifestacion del 8-M en Castilla y León

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8-M: feminidad y complementariedad

Juan José Valero
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En la sociedad actual, tanto mujeres como hombres necesitan recuperar y afirmar su identidad, no solo en beneficio propio, sino también en el de sus familias, en el mercado laboral y en la sociedad en general. La construcción de una identidad sólida permite a cada persona desarrollar plenamente sus capacidades y desempeñar su papel de manera integral en los diferentes ámbitos de la vida. Dentro de este proceso, la complementariedad entre hombres y mujeres juega un papel esencial, pues la interacción y cooperación entre ambos sexos favorecen el equilibrio y el progreso social. Una identidad que en detrimento de la mujer, o del hombre, siempre ha estado ideológicamente controlada por el Estado.

La identidad femenina, en particular, alcanza su desarrollo pleno cuando se da en reciprocidad con la masculina. No se trata de una relación de competencia, sino de una interdependencia basada en el respeto y la valoración de las diferencias. La contribución de la mujer es fundamental para la estabilidad de la familia, el bienestar de la sociedad y el desarrollo económico. Su presencia y participación en distintos ámbitos aportan una perspectiva única, enriqueciendo el tejido social y promoviendo el bien común.

Sin embargo, a pesar de los avances en materia de igualdad de oportunidades, aún existen barreras que dificultan el desarrollo pleno de las mujeres. Uno de los retos debe ser garantizar que su papel en la sociedad se desarrolle en todos los aspectos sin discriminación, violencia o explotación. Es imperativo que las mujeres puedan acceder a oportunidades en igualdad de condiciones, sin que factores como la maternidad o la dedicación al hogar se conviertan en obstáculos que limiten su desarrollo personal o profesional.

La maternidad es una dimensión fundamental en la identidad femenina y posee un valor y una dignidad únicos. Sin embargo, en muchas sociedades occidentales, la maternidad se ha convertido en un motivo de discriminación laboral y social. A menudo, las mujeres enfrentan dificultades para acceder a empleos de calidad, obtener ascensos o mantener una trayectoria profesional estable debido a su rol como madres.

Por otro lado, el trabajo no remunerado y la dedicación exclusiva o prioritaria a la familia constituyen un valor social y económico que, en muchas ocasiones, no es reconocido. La labor de las mujeres en el hogar, ya sea en el cuidado de los hijos, el apoyo emocional a la familia o la gestión de las tareas domésticas, es esencial para la estabilidad y el bienestar general. A pesar de ello, en muchos casos, este trabajo es invisibilizado y no se le otorga la importancia que merece en términos de reconocimiento y valoración.

En la actualidad, la lucha por la igualdad de género ha llevado a importantes avances en términos de derechos y oportunidades para las mujeres. Sin embargo, es fundamental que la verdadera emancipación femenina no se base en la imposición de modelos que obliguen a las mujeres a renunciar a su identidad o a sus deseos personales en aras de una supuesta igualdad. La auténtica libertad de la mujer radica en su capacidad de elegir su propio camino, sin presiones externas que condicionen sus decisiones.

Ser madre, formar una familia o dedicarse al hogar no deben ser vistos como limitaciones, sino como opciones válidas y valiosas dentro del desarrollo personal. De la misma manera, aquellas mujeres que optan por una vida centrada en su carrera profesional también deben ser respetadas y apoyadas. La clave está en reconocer que cada mujer tiene el derecho de vivir su vida de acuerdo con sus propios valores, aspiraciones y circunstancias. Además, es necesario promover una cultura que valore la maternidad y la complementariedad con la paternidad, en lugar de fomentar una visión de confrontación entre los sexos. La sociedad se enriquece cuando hombres y mujeres trabajan juntos, reconociendo sus diferencias y fortaleciendo sus puntos en común.

En conclusión, la identidad femenina debe ser reconocida y valorada en toda su dimensión, en armonía con la identidad masculina. La maternidad y la dedicación al hogar no deben ser vistas como obstáculos, sino como aspectos fundamentales que aportan estabilidad y bienestar a la sociedad. Al mismo tiempo, es crucial que las mujeres tengan acceso a oportunidades sin discriminación ni explotación, garantizando que puedan desarrollarse en todas las áreas de la vida sin tener que elegir entre su identidad y sus aspiraciones. La verdadera emancipación radica en la libertad de ser y vivir como mujer, sin imposiciones ni renuncias forzadas.

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