Calor y tráfico rodado, la "olla a presión" de la contaminación
Radiación solar, tráfico rodado, industrias, calefacciones y aires acondicionados. Estos son los ingredientes de un episodio de contaminación por ozono troposférico (también denominado ozono "malo"), un contaminante secundario que afecta a la calidad del aire de las ciudades y que ya se ha convertido en uno de los principales problemas de las administraciones.
En presencia de radiación solar, este cóctel de contaminantes se transforma en ozono. Es un síntoma que padecen grandes urbes como Madrid y Barcelona, pero al que tampoco escapan ciudades de población más modesta, como es el caso de Valladolid, por cuyas calles, según datos de Ecologistas en Acción (EA), circulan diariamente 150.000 vehículos.
Los gases procedentes de esos miles de tubos de escape, a los que se suman aquellos emitidos por la industria, se amplían por efecto de situaciones anticiclónicas y radiación solar. Por esta razón, la posibilidad de que se den situaciones de contaminación por ozono troposférico se potencia durante los meses estivales.
"La contaminación funciona como una olla a presión: se crea en el centro de las ciudades con efecto isla de calor y con la acumulación de coches y se expande al resto", ha explicado, en una entrevista concedida a Europa Press, la concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Valladolid, María Sánchez.
"El cambio climático es una realidad", ha aseverado. Sin embargo, los problemas medioambientales y la crisis ecológica "no se perciben como reales porque no tienen efectos inmediatos". Por ejemplo, recuerda, "no se creía la mala calidad del aire en las ciudades hasta que se ha convertido en un problema estructural".
Ante esta situación, Ayuntamientos y administraciones públicas se ven obligados a tomar medidas para paliar los efectos del clima, tales como temperaturas extremas, periodos muy prolongados de sequía o inundaciones en las ciudades. Factores, todos ellos, que afectan a la calidad del aire.
Sánchez admite que los cargos públicos no puedan actuar sobre el calor ni la climatología inmediata, pero reconoce que sí pueden hacerlo para reducir otros precursores artificiales como el tráfico rodado, potenciado por efecto de las altas temperaturas.
Por esa razón, durante los meses de verano se realizan campañas específicas de información a la población, puesto que los mayores niveles de ozono "malo" se acumulan entre mayo y septiembre. De hecho este verano se prolongará hasta el próximo lunes 24 y, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), lo hará con temperaturas por encima de lo normal en Castilla y León y escasas precipitaciones.
Plan de actuación
En Valladolid, la contaminación se comporta como una "olla a presión", pues está comprobado que el mayor número de desplazamientos pasan por la almendra central, que se utiliza, en muchos casos, como un "corredor de punta a punta de la ciudad", señala la concejal.
Sin embargo, la capital del Pisuerga es una de las pocas ciudades de España que cuenta, desde 2017, con un Plan de Acción en Situaciones de Alerta por Contaminación del Aire Urbano. Así, la situación 1 establece medidas de prevención ante un posible episodio de contaminación por ozono y promociona el uso de bicicletas y transporte público. La situación 2, de aviso, contempla restricciones de tráfico en el centro urbano y, por último, la situación 3 --que jamás se ha alcanzado desde la aprobación del Plan-- establece limitaciones más severas que afectan a los puntos de acceso a la ciudad.
La situación 2 se ha alcanzado dos veces este verano, el 13 y 14 de julio, --un episodio de contaminación que se dio en toda la península debido a la ola de calor-- con restricciones de velocidad y de tráfico rodado en el centro de la ciudad. "Desde que el Plan entrase en vigor en febrero de 2017, se ha constatado que cuando se han hecho restricciones al tráfico rodado en el centro urbano el episodio de ozono ha remitido", asegura Sánchez.
Por otro lado, la última vez que se activó la situación preventiva fue el pasado 11 de septiembre, como consecuencia de la superación del valor de 100 microgramos por metro cúbico como valor máximo octohorario durante tres días consecutivos. Esta situación se prolongó hasta el 17 de septiembre, superando este valor durante ocho días, y se volvió a activar el pasado viernes.
Medidas impopulares y concienciación
Las cantidades se obtienen de las cinco estaciones de calidad del aire que se encuentran en la ciudad. Además, la población puede consultarlos en "tiempo real" en el enlace www.valladolid.es/es/rccava.
Aliviar la contaminación es, sobre todo, una cuestión de "concienciación", destaca Sánchez, quien, al mismo tiempo, opina que "no se puede pedir a los ciudadanos que sean héroes, sino que corresponde a las administraciones ponérselo fácil". Es "muy difícil" cambiar ciertos hábitos, por eso se promocionan alternativas como la bicicleta o el transporte público con la rebaja del billete de autobús, medidas de templado de tráfico o carriles bici para que la ciudadanía se sienta "cómoda y segura".
La edil también reconoce que algunas medidas se perciben como "muy impopulares", pero los representantes políticos deben tener presente la salud de los ciudadanos "por encima de las posibles críticas que eso conlleve" porque "todo lo que implique una reducción del flujo de vehículo privado por el centro de las ciudades contribuye a una mejor calidad del aire".
Además, aunque el ozono troposférico sea propio del verano, hay contaminantes que se disparan en otras estaciones. Por ejemplo, el dióxido de nitrógeno (gas que expelen los tubos de escape) es más habitual en último trimestre del año, mientras que las partículas en suspensión pueden aparecen bien durante el verano, el otoño o el invierno.
En definitiva, "independientemente de donde provenga esa contaminación afectará al aire de todos", lamenta Sánchez, que destaca la importancia de contar con una ordenanza de protección atmosférica que favorezca la "reconversión energética para que las energías sean más limpias en Valladolid".