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El Pucela creyó, trabajó y se pudo

23 septiembre, 2018 13:38

“¡Si se cree, si se trabaja, se puede!”. Esta frase, quizás la más sonada de entre otras tantas, la voceó ante la afición rojiblanca en una celebración para el recuerdo el ‘Cholo’ Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, cuando su equipo consiguió en la temporada 2013-2014 alzarse con el título liguero tras empatar a un tanto en el Camp Nou con el F.C. Barcelona tras un testarazo de Godín cuando ambos conjuntos se jugaban el salir campeón.

En el fútbol, como en la vida, todo está en creer, pero sobre todo, en trabajar. Porque puedes tener un talento innato en cualquier faceta de la vida pero si no sudas tinta china para llegar lejos, lo más fácil es que te quedes por el camino, por el camino del olvido.

Ayer, en Balaídos, el Real Valladolid creyó hasta el final y lo hizo a base de trabajar y mucho ante un rival de quilates con jugadores de ensueño como un tal Iago Aspas que hace del fútbol una oda a la imaginación y los de Sergio González pudieron con ese tanto épico en el minuto 93 de un tal Leo Suárez, un hombre al que las lesiones le han impedido explotar antes, ya le ocurrió en Villarreal, pero quién sabe si este es su momento.

El Pucela salió aplatanado, como el mismo técnico blanquivioleta aseguró, al césped de Balaídos, y fruto de esta falta de concentración inicial recibió dos goles. Otro equipo se hubiera venido abajo y habría acabado sucumbiendo ante el poderío local, pero este Pucela, desde hace algo más de medio año, es otro.

Es una piña, y eso se nota. Una piña que el “mago” Sergio, como llama Ángel Martín Toribio, presidente de la Peña Víctor Fernández con el que tuve la suerte de hablar hace poco, ha conseguido elevar a la máxima potencia.

Los tres tantos de la escuadra que preside Ronaldo Nazario son fruto del trabajo, de la fe y del creer. El de Plano rodeado de contrarios y elevándose el que más, el de Ünal, por fin, llegando antes que nadie y en carrera y el de Leo Suárez remachando el balón al segundo palo para poner la piel de gallina a todo aficionado del Pucela. Sí, también al que con el 2-0 ya contaba las jornadas que quedaban para certificar el descenso del cuadro albivioleta.

Da gusto ver a un equipo tan enchufado, con tan pocos mimbres económicos, en comparación con el resto, que parece que en ocasiones dispara con pistola de plástico pero que en la fe, la confianza y la humildad, tiene su base, sólida en la que puede erradicar el tan ansiado objetivo.

El Real Valladolid creyó, trabajó en la tarde calurosa del sábado sobre el césped de Balaídos y se pudo. Quizás mereció más, pero ojalá también pueda certificar la permanencia dentro de unos meses. Para eso todavía queda, pero confiemos en un grupo de jugadores que lo están dando todo para que se la afición también crea.