El catedrático y escritor Juan Antonio González Iglesias premio Castilla y León de las letras

El catedrático y escritor Juan Antonio González Iglesias premio Castilla y León de las letras David Arranz. / ICAL.

Salamanca

El poeta de barrio que lleva toda una vida intentando estar escondido: “Tuve una educación como la de Cicerón o Platón”

Juan Antonio González Iglesias, ganador del Premio Castilla y León de las Letras, concede una entrevista a El Español de Castilla y León en la que señala que “vivimos en un mundo muy hipócrita en el que casi nadie dice lo que piensa".

Más información: El poeta y escritor Juan Antonio González Iglesias, Premio Castilla y León de las Letras 2024

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El ganador del Premio Castilla y León de las Letras, Juan Antonio González Iglesias ha reflexionado en El Español - Noticias de Castilla y León acerca de su reciente galardón, además de hacer un repaso a lo largo de su trayectoria, su inspiración y su pasión por el mundo clásico.

El jurado del premio acordó por unanimidad concederle este premio "por la densidad, relevancia y firmeza de su trayectoria poética". A su vez, quisieron resaltar "el profundo conocimiento de la Antigüedad grecolatina de este autor salmantino".

Se ha valorado "la amplia repercusión y el reconocimiento internacional de su obra en universidades e instituciones culturales". Además de incidir en "la riqueza de su creación verbal y en la calidad y solidez de su poética, que lo consagran como uno de los grandes literatos actuales de Castilla y León".

Pregunta: ¿Cómo ha recibido la noticia de ser el ganador del premio Castilla y León de las Letras?

Respuesta: Fue una gran alegría y una sorpresa. Yo sabía que lo habían presentado dos profesores de la Universidad de Salamanca, pero al no saber cómo funcionaba el premio, ha sido toda una alegría que me anima a seguir.

P: Habla de sorpresa, pero a lo largo de su vida ha recibido múltiples galardones tales como: Premio Vicente Núñez (1993), IV Premio Internacional de Poesía Generación del 27, XIX Premio Loewe o el Prix des Découvreurs (2014) y ahora el Premio Castilla y León de las letras, ¿llega un punto de su carrera en el que se acostumbra a ganar premios?

R: No, siempre es sorprendente. He recibido muchos premios dentro de lo que es una trayectoria convencional, lo que implica que también ha habido muchas veces que no los he ganado. Aunque este es distinto, primero porque es institucional y en segundo lugar, que no es solo de poesía, sino que incluye todas las letras. Los otros han sido todos de poesía.

P: ¿Diría que este le ha ilusionado especialmente o ha habido premios anteriores que le han entusiasmado más?

R: Esto debe ser como con los hijos, que los quiere uno a todos por igual. Todos me han hecho la misma ilusión en su momento. Los años también van pasando. Al final, este reconocimiento se nota un poco como si englobara a todos los anteriores.

También he de decir que con este ha habido algunas cosas que no había experimentado o no había notado en otros. He tenido una gran oleada de afecto, de cariño y de amor.

Todavía ni siquiera he podido abrir todos los mensajes, las enhorabuenas y las muestras de cariño de todo tipo. Es un premio que tiene mucha más repercusión que lo estrictamente regional, lo cual me ha impresionado mucho.

P: Con este premio puede aprovechar para darse más a conocer.

R: Eso no es lo mío. Llevo toda la vida intentando estar lo más escondido posible, aunque ahora no lo puedo evitar. Sin ir más lejos, ayer fui a la farmacia a comprar algo y salieron tres farmacéuticos que estaban muy sonrientes y muy extraños, noté algo raro. Y es que me habían visto en las noticias y preguntaron si era yo.

Entonces, todo esto resulta extraño. Para un poeta cuyo objetivo es dirigirse a la minoría que lee poesía y procurar vivir y escribir lo mejor posible, el premio te saca un poco de tu mundo.

Pero esto no es algo exclusivo mío, basta con pensar en Banksy. Algunos de los artistas contemporáneos son a veces como poetas que viven en el anonimato.

También decir que me gusta mucho el nombre del premio. Tiene una dimensión que no es solo lo institucional, sino lo auténtico de una tierra y de su gente.

P: ¿Y por qué mantiene esa actitud de estar escondido en lugar de querer llegar a las mayorías?

R: Bueno, eso es un problema filosófico, no poético. Es algo que se refleja en Epicuro, que dijo “vive escondido” o “retírate mientras vives”. Es intentar no estar metido en todo. Más en una época en la que todo el mundo está muy expuesto.

P: Entrando en lo que ha sido su carrera, ¿cuándo comienza a escribir poesía?

R: Yo creo en la poesía, no tanto como escritura, sino casi como música. Recuerdo que de pequeño los poemas me salían solos, de una forma muy musical, muy oral. Recuerdo tener ya escritos poemas de niño y de adolescente.

Más tarde, en la universidad gané un premio, tenía como 20 y ya publiqué algún poema como estudiante. Pero luego tardé mucho en publicar mi primer libro, ‘La hermosura del héroe’ lo publiqué con treinta.

Eso en España es muy tarde, casi un anciano. Aquí los poetas empiezan a publicar con 15 años. Entonces, yo iba muy tarde, pero creo que me ha venido bien, así he ido más lento.

P: Bueno, publicar tarde también aporta una madurez y reflexión a los versos, a los quince años la poesía quizá es más prematura.

R: Exacto, así ocurre que muchos de los que publicaron muy pronto se arrepienten y no vuelven a editar el primer libro. Al publicar con 30 años ya no te arrepientes. Efectivamente, hay una madurez y una serenidad mayor, que para mí es importante.

P: Y en aquellos momentos en los que empezaba a escribir los primeros versos, ¿tenías algún poeta como referente?

R: Admiraba mucho a los grandes poetas, los tenía como ídolos o referentes. Pero no se me ocurría que yo pudiera ser como ellos. Aún sigo dudándolo un poco.

Y me sorprendía que algunos de mi edad, durante la juventud, no tuvieran ese reparo. Me parecían muy atrevidos por creer que eran como los grandes poetas, luego he visto que sí lo eran.

P: En esos orígenes, ¿hubo alguien que descubrió su talento?

R: Hubo un poeta del grupo cántico, que luego fue uno de mis grandes amigos, Pablo García Baena, que me dio las bases del concurso de poesía Vicente Núñez. No me dijo nada, me dio un papel y vi que eran las bases para el concurso.

Ni siquiera me pidió que me presentase ni nada, simplemente me acuerdo que me dio eso. Con ese gesto entendí que me invitaba a inscribirme a un premio y con ello deducí que confiaba en mí.

Luego hay otro momento, en Salamanca, en el 92. Hubo un congreso porque se cumplían 2.000 años de la muerte del poeta romano Horacio. Y alguien me presentó a los poetas del congreso como: Este es Juan Antonio, es medio poeta.

Ahí yo mismo me dije que medio poeta no se puede ser. O soy poeta del todo o lo dejo, pero a medias no. Fue entonces que pensé que tenía que poner más pasión y empeño en ser poeta. Entonces decidí publicar.

Porque uno puede ser poeta sin publicar nada, pero también hay una pequeña obligación de lanzar un libro y llegar a la gente.

P:¿Y por qué tardó tanto en animarse a publicar?

R:No pasa tanto tiempo, porque me lo dicen en el 92 y publico en el 94. De por medio, en el 93 me dieron el premio. Ahora bien, desde que era medio poeta en la facultad hasta que publico, tuve épocas complicadas.

La poesía no solo requiere tiempo, sino darle prioridad sobre otras cosas y en esos momentos no era posible. 

P: ¿Prioridades como cuáles?

R: Prefiero no decirlo, no eran solo cosas mías. Eran historias a las que yo tenía que atender. Son de esos momentos en los que tienes que estar en tu propia vida, como persona, con tus circunstancias, a las que tienes que dar prioridad.

Todo acaba formando parte de la maduración y serenidad que se consigue con el tiempo. No me gusta la idea de un poeta profesional que está a tiempo completo y que esa es su prioridad por encima de todo lo demás. Es algo que ocurre mucho en el mundo del arte.

P: Entonces, ¿se puede decir que concibe la poesía como parte de la vida, pero no el centro de ésta?

R:Toda mi vida es poética. Para mí, vida y poesía son equivalentes. También en los años en los que no escribo. Un poeta tiene que escribir poco y publicar menos, procurando que esto sea muy bueno. Estar continuamente escribiendo le corresponde a otras personas, como por ejemplo los escritores.

Los escritores tiene que redactar mucho porque esa es su vida. En cambio, un poeta está en la vida misma. La poesía nace de las enfermedades, los enamoramientos, los viajes. Después de todo eso ya surge el poema. Pero no hay que estar constantemente escribiendo y mucho menos publicando.

P: Y ¿cómo escoge el momento de escribir?

R: Eso no lo escoge uno, lo escoge el propio momento. Eso que se llama inspiración es cierto, de pronto viene y casi no hay que escribir. Incluso diría que lo que se trata es de transcribir. Lo oigo entero y lo plasmo en el papel.

Esto en mi caso, hay poetas que son más escritores. Yo soy más músico. Lo vas oyendo en la cabeza y cuando lo tienes te sientas a escribirlo. Hay ocasiones en las que viene un poema solo y otras en las que llega todo un libro, que en una semana lo tienes. Pero todo parte de los silencios anteriores.

P: Y ¿cuánto tarda por lo general en elaborar un libro?

R: Según el libro. Hay algunos que se tardan años. El último libro que he publicado trata sobre Nápoles. Yo llevaba toda una vida esperando a hacer ese viaje y no lo pude realizar hasta los 58 años.

Cuando finalmente pude ir no lo hacía como turista, ni como profesor, iba como poeta. En la elaboración del libro hay toda una vida de enamoramiento, los años de espera, los meses que estuve allí, todo para acabar escribiendo en unas semanas.

P: Acerca de los silencios, ¿alguna vez tuvo el miedo de que se prolonguen demasiado?

R: No, es algo que aprendí de mis maestros y de los grandes poetas antiguos, que han escrito muy poco. En realidad, si un poeta escribe mucho, al final se va a salvar muy poco. Un poeta con suerte al final de su vida hay un tomo con todo lo que ha escrito.

Entonces, los momentos en los que un poeta no escribe es porque está viviendo plenamente, lo cual es buena señal. Por tanto, las décadas de silencio no me preocupan. 

P: ¿No cree que estos silencios, de cierta forma, también dificultan que un poeta alcance el reconocimiento por parte del público?

R: Respecto a esto, recuerdo una vez que me invitaron a leer en un instituto de Extremadura en el que los chicos me preguntaron que si me gustaría ser famoso. A lo que dije que si quisiera ser famoso ya lo sería.

Lo primero, no me llamaría Juan Antonio González Iglesias, sino que me pondría un nombre corto y un apellido llamativo.

Pero lo que quiero es decir mi verdad. Ahora bien, la poesía parece minoritaria, pero no necesariamente lo es. La gente se piensa que nos gusta mucho ser de nicho, pero en realidad quisiéramos que llegase a todo el mundo.

Ahora bien, esto es algo que está en manos de los gobiernos, que incluyan más literatura y más poesía en la educación. Si enseñas a la gente a valorar la poesía, les llegará más.

Hay otros países en los que la situación es diferente. Hay un festival de poesía en Medellín en el que se llena un estadio para oír a un poeta. Ahora bien, si leo en una librería y vienen cinco o veinte personas, yo estoy contento. Voy a lo cualitativo, no a lo cuantitativo.

P: Acerca de la forma de comunicar, las redes sociales han cambiado el paradigma de difusión del arte, ¿se ha planteado alguna vez compartir su poesía a través de redes?

R: No, soy de esos bichos raros que no tienen redes sociales. Ahora bien, las redes sociales tienen cosas maravillosas. Aunque yo no estoy en las redes sí que me llegan cosas de ellas. Por ejemplo, he visto como en Youtube hay vídeos de gente recitando a Shakespeare.

También ocurre con los poetas contemporáneos. Hay un montón de gente recitando poemas y es muy gratificante cuando ves que alguien lo hace con uno tuyo. Es algo muy bonito.

Una vez, un amigo me dijo que unos conocidos suyos tenían un poema mío puesto con un imán en la nevera, eso también es muy gratificante. Todo eso hace que las obras vaya más allá de la literatura, que esté en la vida de la gente.

Ya sea por tenerlo en la nevera o por subirlo a sus redes sociales. Si yo me pusiera a publicar en redes estaría perdido. Estaría pendiente de la audiencia, de si ha gustado. Otros quizá sean más valientes, pero yo estaría perdido.

P: En otro orden de cosas, parte de su obra y de su dedicación profesional va ligada al estudio de las culturas clásicas, ¿de dónde viene esta pasión?

R: Viene del instituto. Debo agradecerselo a la enseñanza pública maravillosa que se nos dio. Recuerdo aprender griego y latín y pensar en que estaba teniendo una educación como la de Virgilio, Cicerón o Platón. 

Yo, que era un chico de barrio de Salamanca, estaba recibiendo una educación increíble y ese era mi mundo. Todo esto no se trata simplemente de mirar al pasado, sino de tener un punto de referencia estable en un mundo muy caótico como el que nos ha tocado.

Eso me ha aportado una seguridad cultural que es muy necesaria, no tanto en lo personal sino en el bien social que aportan los clásicos. Se trata de tener unos pocos libros que mantienen unas garantías de calidad en un momento en el que no las tenemos.

A la vez que unas obras que aportan verdad, vivimos en un mundo muy hipócrita que ha desarrollado una doble moral, casi nadie dice lo que piensa. Los antiguos no, ellos lo que dicen es verdad.

P: Ya que menciona a los clásicos, ¿se ha planteado alguna vez su trascendencia al punto de poder ser recordado cientos de años en el futuro, como a día de hoy se recuerda a aquellos poetas?

R: Al no seguir las tendencias, ni tener redes sociales, lo que intento es no publicar solo para mis coetáneos. Cuando escribo, tengo en cuenta a los del futuro y a los del pasado, pero no escribo solo para los de mi época.

Aunque me conformaría con que algún día se encontrasen con un papelito con unos cuantos versos. Porque para algo he tenido en cuenta a esos lectores de dentro de 300 años.