Muchos de los pacientes que se deciden a llevar a cabo un cambio en su dieta acuden inicialmente a su médico de confianza para realizar una analítica de base o someterse a un seguimiento alimentario periódico mediante análisis equivalentes. Esto no es lo ideal: a día de hoy, el mejor profesional para controlar los hábitos alimentarios es un dietista-nutricionista, aunque no sea la opción más popular ni más económica en España.
Aunque las analíticas pueden vislumbrar si se ha mejorado la alimentación de un paciente, no son suficientemente específicas como para dar respuestas a muchas dudas nutricionales. Por ello, un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, y publicado recientemente en el American Journal of Clinical Nutrition, sugiere un nuevo método: una test capaz de analizar metabolitos específicos y confirmar si se está fallando en la dieta.
Esencialmente, el enfoque de este nuevo tipo de analítica busca detectar por qué muchos pacientes fallan en la adherencia a una determinada dieta, o bien averiguar si están mintiendo con respecto a los objetivos marcados. Se trataría de una prueba objetiva y fácil para detectar estos factores, y poder estimar de forma mucho más específica si la ingesta alimentaria es adecuada.
Las analíticas típicas pueden medir niveles de diversos tipos de vitaminas y minerales inespecíficos con respecto a la dieta. En el caso de la nueva analítica, lo que se detectan son docenas de metabolitos, productos del metabolismo de diferentes sustancias en sangre. En este caso se compararon los niveles en individuos que llevaron a cabo una dieta DASH pensada para pacientes con hipertensión con individuos de un grupo control. En este tipo de dieta se enfatiza el consumo de frutas y verduras, a la vez que se restringe el consumo de grasas, carne roja, alimentos ricos en sal y bollería.
Según Casey M. Rebholz, profesora asistente de epidemiología en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, este tipo de analítica podría ayudar a los médicos a medir de forma específica la adherencia de sus pacientes tanto a la dieta DASH como a otros tipos de dieta. Esto mejoraría el control de multitud de enfermedades cardiometabólicas crónicas como la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia y el síndrome metabólico en general.
La falta de precisión humana
Actualmente, la mejor forma de evaluar la adherencia de una dieta entre los pacientes suele consistir en decirles que apunten qué comen durante la semana, es decir, que ellos mismos informen de lo que consumen. Sin embargo la naturaleza humana es subjetiva e imprecisa, y de forma voluntaria o involuntaria los autoinformes no suelen ser la forma de seguimiento ideal.
Se han intentado usar otros métodos objetivos para realizar este tipo de seguimientos de adherencia a la dieta como los análisis de orina, pero su recolección no suele ser adecuada y sus análisis son más limitados que los datos de una analítica sanguínea.
En este caso, Rebholz y sus colegas analizaron muestras de sangre congeladas almacenadas de pacientes de un estudio de 1997 que llevaron a cabo una dieta DASH. En dicho trabajo, en comparación con una dieta control tipo Dieta Occidental, se demostró que la dieta DASH reducía significativamente la presión arterial.
Se trataba de un ensayo clínico en el que los participantes recibían comidas determinadas exactas en el estudio, algo que podía medir con precisión su adherencia y dar lugar al uso de estos datos en estudios posteriores.
Se analizaron muestras de sangre de 329 pacientes para conocer sus niveles de metabolitos de lípidos o grasas, aminoácidos y otros subproductos. En total, se analizaron 97 tipos de metabolitos, los cuales resultaron ser muy diferentes entre la dieta DASH y la Dieta Occidental. De hecho, incluso se identificaron 67 metabolitos cuyos niveles también diferían entre la dieta DASH y un tercer grupo de estudio, en el cual se enfatizó más el consumo de frutas y verduras, pero más pobre en lácteos desnatados.
Como conclusión, los investigadores sugieren que con tan solo 10 metabolitos sería suficiente para detectar diferencias significativas entre las dietas. De hecho, un solo metabolito no sería suficiente para analizar un patrón dietético completo, pero una combinación de algunos de ellos sí, dependiendo del seguimiento que se busque realizar.
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